Hubo durante el mes anterior diversas actividades destinadas al agasajo por el día del niño. Más allá de todo el trabajo que los adultos, miembros de los distintos grupos solidarios, realizaron a través de diferentes campañas para recolectar golosinas, juguetes, chocolatadas y galletitas, hay un punto muy importante a tener en cuenta y es trasmitir solidaridad a los más pequeños.
Así es muy bueno ver que los hijos de los integrantes de las distintas acciones solidarias sean partícipes y acompañen a sus padres en las jornadas de entrega de regalos. Lo mismo sucede cuando se preparan todos los elementos que se van a donar, enseñarles a los niños a que se desprendan de alguno de sus juguetes que estén en buen estado para que otro chico que no tiene pueda disfrutar de un momento de juego como él. Sembrando esos valores aseguramos que la tarea empezada se perpetué en el tiempo y ese chico que en su infancia abrió su corazón y aprendió a mirar a su alrededor y darse cuenta que no todos tienen las mismas cosas que él posee, va a recordar en su adolescencia y en su adultez ese momento de ayuda vivido en familia y seguramente, se va a transformar en un ser solidario.
El niño va a aprender desde temprano que la solidaridad es tomar conciencia de las necesidades ajenas y tratar de alguna manera de satisfacerla. Obviamente no se puede solucionar el problema de fondo, cosa que le correspondería a los gobiernos a través de políticas adecuadas, pero sí se puede paliar momentáneamente el hambre, la falta de abrigo y calzado necesario y lograr generar una sonrisa mediante el regalo de un juguete. Si todo esto se lo inculcamos a nuestros hijos y nietos vamos a estar plantando una semilla que germinará y dará extraordinarios frutos.
Muchas veces llenamos a los chicos de cosas materiales y sin darnos cuenta los transformamos en consumistas que se cansan y aburren pronto de lo que tienen para buscar satisfacción en algo nuevo y en ocasiones se tornan egoístas con sus juguetes. Ese obsequio que se le hace tiene que ir acompañado de enseñanzas, debemos mostrarles que compartir es una virtud, que dar es mejor que recibir y que no debemos dar lo que nos sobra sino lo que aún usamos, que tenemos que saber desprendernos de cosas útiles para que otro lo aproveche.
El hogar cumple un rol fundamental en esta tarea ya que la apertura solidaria es fruto de la observación y de la identificación, el chico que ve que sus padres tienen empatía con el otro y se preocupan ya sea por un chico descalzo, por una persona en situación de calle, por un enfermo, por un anciano, va a ir reforzando valores que muchas veces en esta sociedad tan yoísta se han perdido. Es tarea de los adultos trasmitir el camino de la solidaridad recordando que la mejor manera es afianzarla con el ejercicio cotidiano. No podemos ayudar y salvar a todo el mundo pero si hacer nuestro pequeño aporte para que otro esté mejor. Terminamos con el pensamiento de la madre Teresa de Calcuta que dijo: “A veces sentimos que lo que hacemos es tan solo una gota en el mar, pero el mar sería menos si le faltara una gota”
Editorial Revista La Misión – Setiembre de 2018