Espectáculos

«El marginal» regresa para profundizar sobre un mundo que «se sabe que existe pero no tiene voz»


Esta vez la trama se traslada al penal ficticio de Puente Viejo, al que los convictos más célebres de la pantalla chica nacional son trasladados tras el incendio fatal en el de San Onofre, visto al final de la primera temporada

La cuarta temporada de la exitosa serie argentina «El marginal», que tendrá por primera vez un estreno mundial en la plataforma de streaming Netflix, llega con el regreso de Juan Minujín en el papel protagónico para darle continuidad a la primera entrega e «iluminar» una vez más en ese universo carcelario que «se sabe que existe pero que muchas veces no tiene voz».

Así describió el propio Minujín la búsqueda que se plantean nuevamente los ocho episodios que conforman la temporada -todos disponibles el mismo día-, en la que el intérprete vuelve a encarnar a Miguel Palacios, también conocido como Pastor, el policía infiltrado que protagonizó el primer tramo de la narrativa, que comenzó a emitirse en 2016 a través de la TV Pública.

Es que la propuesta, creada por Sebastián Ortega y heredera de un estilo que se desplegó en el audiovisual nacional desde el nacimiento de «Okupas» (2000, de Bruno Stagnaro), se enfoca con admisibles exageraciones y una mezcla de crimen, suspenso y hasta romance en el sensible mundo de los centros penitenciarios y las formas de relacionarse que se desarrollan en su interior.

Esta vez la trama se traslada al penal ficticio de Puente Viejo, al que los convictos más célebres de la pantalla chica nacional son trasladados tras el incendio fatal en el de San Onofre, visto al final de la primera temporada. El nuevo escenario trae también nuevos desafíos en términos de relaciones de poder, lealtades y enemistades en un contexto marcado por la violencia estructural, que refleja la desidia estatal y ciudadana sobre la población carcelaria.

Con esa premisa, y luego de dos entregas que funcionaron como precuelas, «El marginal 4» se desata cuando «Pastor» es detenido durante un intento de fuga junto a Emma Molinari (Martina Gusmán), su pareja y ex asistente social en San Onofre.

En el nuevo penal, el protagonista se halla cara a cara con el habilidoso Mario Borges (Claudio Rissi) y su volátil hermano menor, «Diosito» (Nicolás Furtado), la dupla con la que abundaron los desagradables chispazos de su encuentro original.

Sin embargo, a las nuevas situaciones de vulnerabilidad y a los obstáculos que se presentan en las vidas de los personajes dentro de Puente Viejo se les suma la aparición de otras figuras que los pondrán a prueba, como la de Coco (Luis Luque), el preso más poderoso de la cárcel, y la de Benito Galván (Rodolfo Ranni), el perverso director de la penitenciaría.

También vuelve en esta oportunidad el grupo de presidiarios jóvenes conocido en la ficción como «la Sub-21», liderado por César (Abel Ayala), mientras el antiguo titular de San Onofre, Sergio Antín (Gerardo Romano), opera desde afuera para desestabilizar a Galván.

Daniel Pacheco, Ana Garibaldi, Emanuel García y Marcelo Peralta, que ya eran parte del elenco, también participarán de esta continuación, a la que se incorporan intérpretes como Ariel Staltari, Facundo Espinosa, Ernesto Larrese e Ignacio Quesada.

De cara a su lanzamiento, Minujín y Martina Gusmán conversaron sobre esta producción de Underground y Telemundo Streaming Studios que cuenta con la dirección de los realizadores Alejandro Ciancio y Mariano Ardanaz.

¿Qué diferenciales propone esta nueva entrega en relación a sus antecesoras?

Martina Gusmán: Un montón de situaciones que habían quedado inconclusas y que quizás se entienden un poco entre la segunda y la tercera, acá cobran forma, se entienden, se cierra un ciclo. Y aparecen un montón de factores nuevos que a cada uno lo ponen en jaque de manera diferente. Me parece que tiene un montón de elementos tanto para comprender la narrativa de la historia como situaciones nuevas.

Es la primera vez que la serie va a estrenar exclusivamente en streaming, un espacio en el que cada vez se ve más presencia de contenidos regionales y locales. ¿Cómo ven ese escenario para el audiovisual argentino?

Juan Minujín: Tiene la ventaja de que ya va a estar disponible un mismo día para verla en cientos de países, y eso está buenísimo. Yo veo series de Polonia, de Israel, asiáticas, de lugares que son desconocidos para mí pero que igual puedo entender, sentirme interpelado e interactuar con la serie. Me parece que eso es lo que permiten las plataformas, y siempre que puedan potenciar la creatividad de cada lugar, es algo que está bueno.

MG: Es una ventana al mundo, una salida que de repente explota y es espectacular. Las películas siempre tienen un circuito de festivales muy prestigiosos que también les dan un marco internacional, pero las plataformas, con las series, dan algo que es muy del momento, también muy pandémico. En la pandemia todos nos vimos todo, creo que hay algo de ese formato que de alguna forma absorbimos, con esa necesidad de que nos vayan contando una historia de a poco, y es algo que resulta muy atractivo y actual.

Este es un género que se mantiene vigente en el interés de las audiencias nacionales. ¿Por qué creen que se da esa tendencia?

JM: Creo que estamos atravesados, no sólo en Argentina sino en gran parte del mundo, por un sistema en el que cada vez hay más gente que va quedando al margen, un sistema que expulsa, y los márgenes empiezan a ser cada vez más grandes. La serie atraviesa parte de eso, interpela parte de lo que uno ve y sabe que existe todo el tiempo, pero que muchas veces no tiene voz, no aparece en la tele ni en las redes sociales, donde todo es hermoso y aspiracional. Hay una parte que nadie mira y de la que nadie habla, y me parece que «El marginal», y otras series de temáticas parecidas, por lo menos iluminan esa parte.

MG: Creo que el ser humano de por sí quiere expulsar lo oscuro, y en eso es más fácil ser curioso y querer verlo de afuera que apropiárselo. Si descontextualizás la cárcel, son personajes súper vulnerables que viven historias terribles, tienen luces y sombras, son muy contradictorios, muy resilientes, y me parece que todo eso también genera mucha empatía, más allá de los diferentes formatos que tiene dentro la serie y que permiten descubrir personajes más realistas, más dramáticos, histriónicos o cómicos. Todos esos elementos hacen que cada uno se identifique con una parte diferente, y da un resultado muy transversal.