Espectáculos

«Falklinas», las víctimas laterales de la Guerra de Malvinas


Este jueves se estrena el filme que se mete en las vidas que cambió el conflicto bélico por estar en determinado lugar y momento

Cuando uno piensa en la Guerra de Malvinas se le vienen a la cabeza imágenes de soldados, caídos, bombardeos y una dictadura que intentaba flotar en su funesta existencia, algo que «Falklinas», de Santiago García Isler, toca de costado para adentrarse en las vidas que cambió el conflicto bélico por estar en determinado lugar y momento.

«Creo que es un ángulo distinto de todo lo que se hizo hasta ahora. Me interesó justamente contar lo que pasó con algunos civiles. Personas que no combatieron pero sufrieron las esquirlas de la guerra», explicó García Isler a Télam sobre la cinta que se estrena este jueves.

El filme toma cinco personajes: el periodista y escritor Andrew Graham Yooll, quien exiliado desde 1976 en Inglaterra, regresa al país para cubrir el conflicto desde Buenos Aires, donde era buscado por grupos de tareas; y el exfutbolista Osvaldo Ardiles, ídolo del Tottenham y considerado probritánico por algunos en Argentina y antiinglés por otros en Inglaterra.

La lista integra al corresponsal de guerra Simón Winchester, detenido durante tres meses en Ushuaia acusado de espionaje; el fotógrafo Rafael Wollmann, quien estaba en las islas para un fotorreportaje cuando estallo la guerra y la kelper Laura Mc Coy, a quien el conflicto le cambió los planes de escapar de Malvinas para vivir navegando.

«No creo que la película no toque lo político, creo que hay pinceladas en el capítulo de Winchester, como en el de Andrew Graham Yooll, y en la película en general hay algunas cosas políticas, por ejemplo, la voz en off de Damián Dreizik, que hace de mi, se refiere siempre a las Malvinas, no Falklands ni Falklinas. Igual es cierto que el foco no está puesto especialmente en la cosa política», comentó García Isler.

—¿Cómo surge la idea de retomar la guerra, pero desde un lugar lateral?

—Santiago García Isler: En el archivo del diario Crónica encontré una serie de fotos de habitantes de Malvinas, de las décadas del 60 y 70. Muy buenas fotos, de alta calidad. Sobre todo, adultos y niños, hombres y mujeres. Posando a cámara, haciendo cosas. Pensé en viajar a Malvinas a buscarlos, ver quienes eran ahora, quienes vivían aún allí. Siempre tuve una extraña fascinación con las islas, y en especial con las islas Malvinas. Entonces apareció la historia de Wollmann, el fotógrafo que estaba por casualidad en las islas el día del desembarco argentino y logró sacar las fotos de los Royal Marine rindiéndose. Ahí cambió el eje del proyecto y empecé a trabajar sobre la idea de estar en el lugar correcto en el momento justo, o todo lo contrario. Y cómo eso puede cambiar tu vida para siempre.

—Hay mucho material en la película, en el medio fallece Graham Yol… fue un proceso arduo, ¿no?

—SGI: Fue largo y tortuoso. Primero tuvimos que afrontar el fallecimiento de Graham Yooll, que iba a ser el narrador y aglutinador de todas las historias. Después llegó la devaluación bestial post PASO en 2019. Y a continuación la cuarentena, con lo cual, todo fue como estar en arenas movedizas permanentemente. Tuvimos que echar mano de otros recursos: Los dibujos de Rep, las mesas Lúcidas de Martín Zaitch. La búsqueda de archivo también se dificultó porque todos los lugares estaban cerrados. Por suerte después se sumó Dreizik en la voz en off, un genio bestial, y Roberto Cubillas le sumó su arte tremendo a la gráfica.

—Hay como una visión romántica del periodismo en tus películas (En 2014 realizó «A vuelo de pajarito», sobre el legendario Rogelio García Lupo). ¿Qué te atrae de ese mundo?

—SGI: Cuando era chico, un día estaba mirando historietas en una librería y encontré un libro de Tintín y me quedé enganchadísimo. Pensaba que eso era ser periodista. Después descubrí que mi papá era periodista. Aunque lo que hacía no tenía nada que ver con Tintín. No fue al Tibet, pero viajó mucho. Me interesa lo de averiguar qué hay detrás de los hechos. El nomadismo de muchos periodistas que conozco me resulta muy atractivo. Ahora es distinto por culpa de internet. Internet es una desgracia, como las máquinas en general. Los periodistas ahora googlean todo, no se mueven. Creo que lo que más me interesaba era el mundo de los corresponsales extranjeros.

—García Márquez decía que el periodismo es el mejor trabajo del mundo.

—No soy periodista así que sería un poco osado de mi parte asegurar que el periodismo es el mejor oficio del mundo. Pero creo que para algunos periodistas que lo encaran de determinada manera, es un muy buen trabajo. Sobre todo antes de la existencia de internet.

—Parafraseando a Borges, que decía que la guerra entre Argentina e Inglaterra era como una lucha entre dos pelados por un peine. ¿Creés que el periodismo, a veces, parece ser un pelado con un peine?

—SGI: (Risas) ¡Buena hipótesis! Puede ser. Hay un tipo de periodismo muy inútil que efectivamente parece a veces un pelado con un peine en la mano, mirando extrañado, sin entender qué está haciendo y para qué. Y se mira en el espejo, y se rasca la pelada.