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Sumido en la pobreza, Honduras va a elecciones este domingo


El PN que gobernó durante 12 años, ocho de forma continua con Juan Orlando Hernández al frente, se mantiene firme y durante la campaña mostró fortaleza

Honduras celebrará comicios generales el próximo domingo, que designarán al sustituto del presidente Juan Orlando Hernández, a 128 diputados para el Congreso, a 20 diputados al Parlamento Centroamericano, a 298 alcaldes, a 298 vicealcaldes y a 2.092 regidores, en medio de la pobreza y la decepción de sus habitantes, muchos de los cuales buscan en el exilio un futuro mejor.

Los candidatos presidenciales Nasry Asfura, del oficialista Partido Nacional (PN); Xiomara Castro, del Libertad y Refundación (Libre), y Yani Rosenthal, del Partido Liberal (PL), celebraron el fin de semana anterior sus cierres de campaña.

El PN que gobernó durante 12 años, ocho de forma continua con Juan Orlando Hernández al frente, se mantiene firme y durante la campaña mostró fortaleza y deseo de hacerse con cuatro años más de Gobierno.

Mientras que el partido Libre, surgido del golpe de Estado en 2009, es la segunda fuerza política y se perfila también como triunfador, en unas elecciones que según analistas están sumamente cerradas.

El partido Libre tomó cierta fuerza en el electorado después de la alianza que hizo con el ex aspirante presidencial, el comentarista deportivo, Salvador Nasralla, quien depuso sus aspiraciones hace unos tres meses para hacer un bloque contra el oficialismo.

En tanto, el histórico PL se mantiene como tercera fuerza política y trata de recuperar terreno con Rosenthal, un banquero de San Pedro Sula, quien regresó al país el año pasado después de estar encarcelado en los Estados Unidos señalado de lavado de activos.

Los últimos sondeos pusieron al PN y al partido Libre como los favoritos para vencer en la contienda.

Asfura es el alcalde de Tegucigalpa, donde está por cumplir ocho años al frente de la comuna y su promesa de campaña más fuerte es impulsar el trabajo.

En su campaña ofreció llevar obras de infraestructura y descentralizar las funciones del Gobierno y transferirlas a las alcaldías para que cada comunidad pueda autogestionar sus proyectos y priorizarlos según sus necesidades.

Por su parte, Castro, la esposa del derrocado expresidente Manuel Zelaya, prometió en su cierre de campaña refundar el país, combatir la pobreza, la corrupción y bajar el precio a la gasolina y la energía eléctrica.

En tanto, la propuesta de Rosenthal, quien dijo no inclinarse ni a la izquierda, ni la derecha, sino en el centro, es dar un bono de 62 dólares al mes a cada persona mayor de edad en todo el país, generar empleo y combatir la corrupción.

En total son 14 partidos políticos los que participan en las elecciones, el mayor número desde que Honduras comenzó su era democrática con elecciones libres en 1982, cuando se eligió al liberal Roberto Suazo Córdova.

Por fuera del cuadro electtoral, un caso testigo es tomado por la prensa internacional para describir la situación de los ciudadanos comunes en Honduras, que buscan emigrar como forma de solucionar sus penurias dentro del país centroamericano: es el de Wilmer, un joven que decidió irse a los Estados Unidos mientras que su madre lloraba y lo buscaba por las calles de Tegucigalpa.

El joven fue devuelto por la «migra» pero Wilmer, de 18 años, les dijo a periodistas de la agencia France Presse que lo volverá a intentar ya que no ve futuro en Honduras.

«Yo quiero irme otra vez, la tentación está, y eso no me lo quito de mi cabeza hasta que lo logre. Si me agarran una, dos, tres, cuatro, cinco veces lo voy a intentar, porque es mi sueño sacar adelante a mi familia», dice Wilmer Rodríguez.

En un país con más de la mitad de su población en la pobreza, miles de hondureños creen que migrando a los Estados Unidos pueden mejorar su situación.

En el camino están expuestos a la muerte, sobre todo a manos de los traficantes de personas («coyotes») y de extorsionadores.

En lo que va del año, unos 50.000 hondureños fueron devueltos del trayecto, según cifras oficiales.

Aunque este domingo votan por un nuevo presidente, Wilmer no confía en los políticos: «No les tengo mucha fe, porque la verdad es que todos son mentirosos».

Wilmer trabaja en la barbería «La Bendición», en el barrio de Nueva Suyapa, en las lomas que rodean Tegucigalpa y a lo largo de sus calles empinadas, muchas de ellas solo afirmadas y sin asfalto, hay hileras de casas: las de material noble, corresponden a quienes tienen familia en el exterior; las otras son de tablas.

En su trabajo, como una premonición o estímulo, los cobertores que coloca a sus clientes representan a la bandera de los Estados Unidos.

Pese a que ya lo premiaron dos veces en el barrio por su buen trabajo con las tijeras, para Wilmer, la bendición está fuera de Honduras.

Según un reciente informe elaborado por varias entidades, los migrantes centroamericanos gastan unos 2.200 millones de dólares al año en su ruta a los Estados Unidos, la mayor parte en traficantes.