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En 13 meses, Chile irá a las urnas por cuarta vez


Desde octubre de 2020 comenzó una seguidilla de elecciones: la de delegados constituyentes junto a gobernadores y alcaldes desdoblada en dos días (15 y 16 de mayo) por la crisis sanitaria; las primarias presidenciales en julio y agosto, y ahora las presidenciales y parlamentarias

Chile llega a la primera vuelta de las presidenciales del próximo domingo luego de 13 meses de constantes jornadas electorales para definir la reforma constitucional, a los constituyentes, candidatos presidenciales, gobernadores, intendentes y concejales, en medio de la tensión social acumulada desde 2019 por el estallido social.

Desde octubre de 2020 con el plebiscito nacional sobre el cambio de la Constitución pinochetista, comenzó una seguidilla de elecciones: la de delegados constituyentes junto a gobernadores y alcaldes desdoblada en dos días (15 y 16 de mayo) por la crisis sanitaria; las primarias presidenciales en julio y agosto, y ahora las presidenciales y parlamentarias.

Además, las primarias presidenciales tuvieron dos tandas, la primera, que fue la oficial según el Servicio Electoral, en la que ganaron Gabriel Boric por la izquierda y Sebastián Sichel por la derecha oficialista el pasado 18 de julio (las dos opciones más moderadas de sus internas); y la extraoficial del 21 de agosto solo para los partidos de la ex Concertación.

Luego que todas las fuerzas opositoras no llegaron a un acuerdo para una sola primaria, la centroizquierda buscó recuperar el terreno perdido y dirimió su interna en un comicio informal que ganó la senadora democristiana Yasna Provoste, aunque convocó a pocos votantes.

Mientras los resultados de las presidenciales parecen asegurar un balotaje que acentúe la actual polarización, Marcelo Mella Polanco, politólogo de la Universidad de Santiago de Chile, cree que los comicios parlamentarios del próximo domingo, «se van a parecer más a las elecciones anteriores y menos a las elecciones de convencionales constituyentes», debido a que hay menos espacio para proyectos parlamentarios independientes y las fuerzas tradicionales podrían tener un mejor resultado.

«El mecanismo de las listas de independientes que operaron para las elecciones de convencionales no existe para estas elecciones legislativas» comentó.

«La cuota (de bancas) que van a controlar los partidos se va a parecer más a las elecciones legislativas anteriores».

Con la cita de este domingo ya es la cuarta vez en un año y unos días que los chilenos son llamados a las urnas y además podría haber una quinta con el balotaje del 19 de diciembre, en el caso de que ningún candidato presidencial logre el 50% más uno de los votos, que es lo más probable.

El país busca reducir la tensión generalizada que comenzó el 18 de octubre de 2019, cuando se produjo el denominado «estallido social», en el que miles de chilenos salieron a las calles a exigir mayores reivindicaciones políticas, sociales y económicas.

Este conflicto, que puso en jaque al segundo Gobierno de Sebastián Piñera, obligó a todo el arco político a firmar un acuerdo por la Paz y una Nueva Constitución, lo que marcó el inicio de un proceso constituyente.

Primero se llamó a un plebiscito nacional, que debía realizarse en abril de 2020 pero por la pandemia se reprogramó para el 25 de octubre de 2020: el 78,28% votó por la opción «Apruebo» por una nueva Constitución y un 78,99% optó para que el organismo que redacte el nuevo texto constitucional sea una Convención Constituyente electa.

Luego de estos resultados, comenzó el proceso para elegir a los 155 convencionales constituyentes, elección que se realizó el 15 y 16 de mayo, junto con la gobernadores regionales -una figura institucional nueva- y alcaldes (intendentes).

En esa mega elección la coalición oficialista salió severamente derrotada. Consiguió solamente 37 delegados en la Constituyente y un gobernador, lo que representó un fuerte traspié político para el Gobierno de Sebastián Piñera.

Los malos resultados en mayo originaron dos cambios de Gabinete en el Gobierno, uno el 4 de junio y otro el 28 de julio.

La oposición y los independientes, en cambio, fueron los ganadores en las urnas, tanto en el plebiscito como en la elección de convencionales, gobernadores y alcaldes de mayo.

Entre medio, la oposición (mayoría en Diputados) promovió proyectos de ley para retiro de fondos de las cuestionadas Administradoras de Fondos de Pensiones (AFP) como ayuda a los más afectados por la pandemia, lo que resultó una medida muy popular entre los chilenos.

El Gobierno siempre se opuso a esta medida, pero las iniciativas se aprobaron con votos de algunos diputados oficialistas, lo que representó un nuevo revés político para Piñera y también le valió un renovado reclamo en las calles.

Más allá de la tensión propia de un período electoral, para el académico Chile vive un momento de «gran complejidad»: «una confrontación de dos subjetividades» entre el sector que promueve los cambios que reclama el ciudadano, la oposición y otro, dominado por el oficialismo y la ultraderecha, que ve el futuro con «incertidumbre y miedo en un contexto de crisis económica» y «los resultados y efectos de la pandemia».

Además también se juega el escenario previo para otra elección clave que se dirimirá el año próximo, el llamado plebiscito de salida, que definirá si la sociedad chilena aprueba o rechaza la nueva Constitución que redacte la convención.

Los siete candidatos que compiten por la Presidencia ya empezaron a adelantar sus posturas y José Antonio Kast, el candidato de ultraderecha que está entre el primer y segundo lugar en las encuestas, ya dijo abiertamente que trabajará para rechazar una nueva constitución.

Todos los demás aspirantes presidenciales apoyan cambiar la actual constitución, escrita en 1980 durante la dictadura cívico militar de Augusto Pinochet (1973-1990), aunque en distintos grados.

Pero eso no implica que no habrá tensiones, como ya se ve ahora con el Gobierno de Piñera.

Para Mella Polanco, Chile vivirá el año que viene «una nueva forma de constituir un Gobierno», con una Convención Constituyente en funciones y una necesidad ineludible de buscar «grandes acuerdos mayoritarios».