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Asumió la nueva jefa de Oficina de la Comisión para América Latina del Vaticano


Se trata de la teóloga argentina Emilce Cuda, quien fue fue designada por el papa Francisco en julio pasado

(Por Hernán Reyes Alcaide, corresponsal)

La teóloga argentina Emilce Cuda, que asumió hoy como jefa de Oficina de la Pontificia Comisión para América Latina (PCAL) del Vaticano, aseguró en entrevista con Télam que «la evangelización tiene que promover el desarrollo humano integral» en medio de «la urgencia que plantea la crisis socioambiental».

Designada por el papa Francisco en julio pasado, Cuda explicó en su primera entrevista en el cargo cuáles serán los lineamientos de su gestión en la comisión creada en 1958 y que tiene como función primordial la de «aconsejar y ayudar a las Iglesias particulares en América Latina».

«El papa Francisco dice que no se trata de levantar muros sino de construir puentes. Eso haremos, respondiendo a las necesidades de nuestras iglesias locales y al actual magisterio pontificio», planteó Cuda desde las oficinas de la PCAL en la romana Via della Conciliazione.

«La integración de América Latina al centro de la Curia Romana va más allá de incluir su riqueza cultural. Recordemos que todo está conectado y que, como dijo el Papa al iniciar la pandemia, ‘nadie se salva solo'», convocó la docente de teología en la Universidad Católica Argentina (UCA) y en la Universidad Nacional Arturo Jauretche.

«Por eso, el 62% de desempleo estructural mundial y el 46% de pobreza en nuestro continente también afecta el corazón de la Iglesia emocional y estructuralmente», añadió.

En ese marco, agravado por la pandemia, la jefa de oficina del organismo aseguró que «del desempleo se sale con dignidad, no con recortes presupuestarios ni con deudas externas impagables».

«Ahora resulta que dignidad significa: derecho al trabajo creativo y protegido legalmente; soberanía regional sobre las riquezas naturales y tecnológicas; solidaridad institucionalizada como voz efectiva de los pobres, y democracia económica hasta terminar con la simulación entre la participación y la decisión», consideró.

«Esos son, dichos de manera actualizada, los principios de la Doctrina Social de la Iglesia, y la PCAL colabora en la promoción de esos principios si se los piensa al centro de la tarea evangelizadora como promoción humana integral», sostuvo.

Según Cuda, su misión en el organismo vaticano estará destinada a «acompañar procesos de transición justa y sinodal que ya están en marcha».

«Las necesidades fueron expresadas por nuestro pueblo organizado en asambleas eclesiales y en movimientos populares, muchos de ellos de impronta católica», añadió.

«Esas necesidades son: tierra, techo, trabajo, tecnología, participación y reconocimiento», desarrolló luego.

Para Cuda, en esos ejes «está dado el objetivo vital de toda misión pastoral hoy, ya discernido por los obispos latinoamericanos en Aparecida como cultura del encuentro», planteó en referencia a la reunión del episcopado continental de 2007.

La misión, agregó también, fue «ratificada por el actual magisterio pontificio que nos dice cómo hacerlo en sus catequesis sociales del 2020, que llevaron por título ‘cuidar y sanar al mundo'».

En ese marco, Cuda advirtió que, si bien la PCAL «es percibida como una oficina de control», su misión está lejos de esa tarea.

«Puede ser que, para algunas personas, partiendo de una idea distorsionada de lo que significa conformar una Iglesia, eso tenga sentido. Sin embargo, debe comprenderse como una comisión pontificia de comunicación eclesial entre, por un lado, la Curia Romana y la Iglesia latinoamericana y, por otro lado, entre un pontífice y otro», argumentó.

«Cuidar no significa controlar, pero tampoco puerilizar. Nuestros pueblos y pastores ya son adultos. Cuidar significa invertir, algo muy distinto de gastar», planteó luego.

«Dicho de otro modo: la Agenda 2030 de la ONU, por ejemplo, señala 17 Objetivos de Desarrollo Sustentable (ODS), que deberían condicionar el destino de toda inversión si se pretende cuidar la vida en el planeta, algo central para la Iglesia a quien fue donada la creación para su cuidado y desarrollo», explicó.

«Hay dos cosas importantes: primero, que la Agenda pone al centro el objetivo número 8, ‘trabajo decente y desarrollo económico’; y segundo, que la consigna de los ODS es que nadie quede atrás», destacó durante la entrevista.

Según Cuda, «eso también vale para la Iglesia Católica».

Al organismo, añadió, «le compete colaborar con la evangelización en America Latina».

«Si entendemos por eso la construcción de la paz social justa como constitutivo de la construcción del Reino de los Cielos», propuso, el aporte de la PCAL es «entonces, colaborar con nuestras diócesis para que puedan evangelizar promoviendo esos criterios sociales construidos a partir de principios de fe cristianos».

Si eso se logra, «ya habremos hecho mucho por la comunidad creyente y por toda la familia humana, creyente o no, latinoamericana o no», explicó.

«Hay que ver, por ejemplo, que los ODS, sin ser de origen eclesial, tienen mucha similitud con el magisterio social, pero son casi desconocidos entre los católicos», lamentó en ese marco.

Para la también docente en la St. Thomas University de Estados Unidos, «tristemente, al día de hoy, solo se ha cumplido con el 20% de los objetivos, y el 80% de eso son solo objetivos ambientales».

«Falta lo social. La crisis, como dice «Laudato si», tiene raíz humana; y la salida política, como dice «Fratelli tutti», es el diálogo como mejor política», resaltó luego, en referencia a las encíclicas que el Papa publicó en 2015 y 2020.

Así, dentro de la estructura vaticana, la PCAL «hará mas puentes», adelantó.

«Es necesario, dada la urgencia que plantea la crisis socioambiental, emprender un modo de trabajo creativo y colaborativo con comisiones, congregaciones y dicasterios», reclamó Cuda.

Ese modo de trabajo, explicó, «se trata de aportar el saber académico, popular, teológico, tecnológico y organizacional latinoamericano y caribeños a la mesa de toma de decisión, no solo de la Curia Romana, sino también de otras Iglesias particulares en otros continentes, y aprender de ellas en el diálogo fraterno».