Por José Odisio
Por José Odisio
El final del ciclo Gamboa estaba cantado. Sus números en el banco leproso fueron deficitarios y a esta altura no se veía ningún tipo de reacción. El equipo se mostraba confundido, y el entrenador también. Y mantener al DT sólo por una cuestión política no tenía sentido. Y la decisión de decretar su salida es correcta.
Gamboa tuvo un veranito en los primeros partidos de local. Alcanzó con su carácter para lograr un par de buenas victorias. Pero cuando el equipo se cansó y empezó a sufrir con lesiones, no hubo respuestas tácticas ni futbolísticas. Y sostener al Negro sólo por ser un ídolo del club, era encadenarse al Titanic mientras se hundía.
Tal vez Gamboa no sea el único responsable del mal momento, tampoco la nueva dirigencia. Los refuerzos fallaron, las figuras no aparecieron, y desde el banco hubo confusión. Un combo letal que empezó a derrumbar a Newell’s en una tabla de promedios donde el margen aún está, pero a este paso puede desaparecer.
Está bien que se vaya Gamboa? La pregunta podría responderse con otra distinta. ¿Puede este equipo recuperarse con Gamboa como DT? Y la respuesta mayoritaria es «no». Por eso la dirigencia decidió dar por terminado el ciclo, aunque aún no lo haya hecho público. Desde adentro se entendió que no hay reacción posible, y es necesario cambiar.
Y lo que viene no será sencillo. Elegir a un entrenador no es tan simple como se puede ver desde la visión del hincha. Y si la vara establecida por la gente es Heinze -imposible que venga-, ninguno conformará. Pero a los directivos no le debería pesar lo que opine el hincha. La elección tendrá que pasar por seleccionar un DT con el menor margen de error posible. Y que el elegido, que debería estar lo antes posible, seleccione el plantel que quede y los refuerzos necesarios.
La salida de Gamboa le duele a los hinchas, porque no se disfruta cuando le va mal a un ídolo. Pero la decisión está bien tomada, el ciclo ya estaba terminado.