Por Jorge Yoma
«Era el subsuelo de la Patria sublevado. El cimiento básico de la Nación que asomaba (…) Presentía que la historia estaba pasando junto a nosotros (…) Eran los hombres que están solos y esperan, que iniciaban sus tareas de reivindicación».
La magnífica pluma de Raúl Scalabrini Ortiz nos dejó para la posteridad la mejor definición y las emociones de los protagonistas de aquella jornada histórica.
Por eso el Día de la Lealtad Popular. Lealtad del pueblo que se rebeló contra el régimen y salió al rescate de su líder que estaba confinado.
En nuestros tiempos se malversa el sentido de aquella lealtad y la «re-significan» (palabrita muy de moda) como genuflexión y obediencia hacia cualquiera que gobierne en nombre del peronismo. Nada más alejado del sentido de aquella comunión entre el pueblo y su líder.
Fueron los trabajadores los que dijeron: «Acá estamos, somos los que generamos la riqueza de este país y a cambio recibimos salarios paupérrimos y condiciones de trabajo indignas».
La justificación histórica del peronismo es haber sentado a los humildes y trabajadores en la mesa de distribución de la riqueza, y crear la conciencia de que el país nos pertenece a todos.
Inodoro Pereyra, icónico personaje del humor gráfico argentino, creación del entrañable «Negro» Roberto Fontanarrosa, nos dejó una frase magnífica: «Estoy comprometido con mi tierra, casado con sus problemas y divorciado de sus riquezas».
Hasta que llegó Juan Domingo Perón. Desde su génesis, el peronismo es hijo de las crisis y el pueblo asume su identidad política para inaugurar ciclos económicos y sociales virtuosos.
Así nació, luego de la «década infame» y fue recuperando su identidad en cada crisis. En la recuperación democrática de 1973, para poner fin a la dictadura y luego de 18 años de resistencia y proscripción. Proceso que se frustró con la muerte de Perón en 1974 y el quiebre democrático más sangriento y oscuro de nuestra historia.
Pero aun en aquellos años difíciles para el peronismo en el poder, Perón nos dejó la legislación laboral más avanzada de Latinoamérica (Ley de Contrato de Trabajo 20.744) y una economía de pleno empleo, cuyo objetivo lo definió genialmente en un discurso de 1973: el «Fifty-Fifty» (50%-50%) debía ser la participación de los trabajadores y empresarios en la distribución de la riqueza nacional.
Luego de la gesta popular y democrática (1983) sobreviene otra crisis (1989) con la economía desbastada por la hiperinflación y la renuncia anticipada de Raúl Alfonsín. Una vez más, el peronismo acude a la convocatoria popular ante el colapso de la patria.
Asume Carlos Menem, termina con la inflación e inaugura una década de estabilidad, crecimiento e inserción en el mundo inédita en 70 años de historia argentina. En 2001, otra vez un Gobierno radical cae en medio de un caos económico y social.
Nuevamente el pueblo en las calles recupera su identidad y es el peronismo (Eduardo Duhalde y Néstor Kirchner) el que lidera otra etapa virtuosa de crecimiento y justicia social.
Este 17 de octubre nos encuentra otra vez con un país devastado y su pueblo angustiado. Aunque ahora, quienes gobiernan en nombre del peronismo no solucionaron sino agravaron los problemas heredados por… «el tercer gobierno radical», diría el genial e impiadoso paisano Jorge Asís.
(Los anti-peronistas suelen achacar la decadencia argentina a los «70 años de peronismo». ¡¿Y los 130 años de radicalismo en la política criolla?!)
En fin, espero que escuchen la voz del pueblo en las urnas, terminen con la decadencia que parece no tener fin y retomen las banderas que son la justificación histórica del peronismo: «La felicidad del pueblo y la grandeza de la nación», proclamó alguna vez el general Perón.
Ello requiere liderazgo, plan de contingencia para la crisis y un proyecto de país. Esto último es saber hacia dónde vamos: una economía capitalista, que genere riqueza y empleo e inserción inteligente en un mundo cada vez más complejo o… el estropicio bolivariano. «Dios nos ayude», dijo Juan Manzur.
(* Jorge Yoma es ex senador y diputado de la Nación; ex embajador argentino en México y en Perú).