Por Fernando Cesaretti para CLG
Una pupila es fotografiada en 1932 por Antonio Berni en el patio interior del Petit Trianón, burdel del barrio de Pichincha, o, según el cómplice eufemismo utilizado por la prensa rosarina de la época, un «café con camareras sito en jurisdicción de la seccional novena”.
La prostitución reglamentada y zonalizada, implicaba al igual que la clandestina, la existencia de un sórdido entramado de intereses políticos, empresariales, judiciales y policiales, todos ellos beneficiarios aún más que los rufianes, de la explotación de esas mujeres.