Las luces de alarma se encienden en el Frente de Todos de cara a las generales de noviembre, ya que se podría quedar sin quórum propio en el Senado
Por Emiliano Rodríguez – NA
El Gobierno sufrió este domingo un ruidoso tropezón en las Paso, ya que perdió en más de la mitad del país, incluida la estratégica provincia de Buenos Aires, y de confirmarse el escrutinio provisorio, luces de alarma se encenderán especialmente en el Senado, donde el Frente de Todos podría quedarse sin «quórum propio».
Este domingo, en el marco de unos comicios atípicos con motivo de la pandemia de coronavirus por la que transita el país, mordió el polvo la estrategia electoral que impulsó el oficialismo durante la campaña proselitista, apostando a una polarización extrema con Juntos por el Cambio (JxC), y la gestión del presidente Alberto Fernández definitivamente desaprobó el examen al cabo de dos años de labor en la Casa Rosada.
La principal fuerza política de la oposición, comandada por el ex mandatario Mauricio Macri en el ámbito nacional y por el alcalde porteño, Horacio Rodríguez Larreta, en el área metropolitana, se imponía este domingo en la Ciudad y en la provincia de Buenos Aires, en Santa Fe, Córdoba, Mendoza, Jujuy y Corrientes, pero también en La Pampa, Entre Ríos, Chaco, Chubut, Misiones, Salta, Tierra del Fuego y el terruño kirchnerista de Santa Cruz.
También en San Luis, una alianza de la que formó parte el PRO, aunque no el radicalismo, le permitió a la oposición vencer en las Primarias Abiertas, Simultáneas y Obligatorias (Paso), con vistas a las elecciones generales (legislativas) del próximo 14 de noviembre.
El principal golpe a la mandíbula, de todos modos, el Frente de Todos (FdT) lo recibió en territorio bonaerense, allí donde por momentos la vicepresidenta y jefa de ese espacio, Cristina Fernández de Kirchner, se «cargó al hombro» por momentos la campaña y ubicó a su hijo Máximo Kirchner, con un perfil sumamente combativo, al frente de la estrategia electoral.
A medida que la imagen de Fernández se deterioraba en distintas mediciones con miras a las PASO, de igual modo que caía su respaldo en encuestas sobre valoración de gestión, en especial tras el duro golpe que significó para el Gobierno el escándalo por las fiestas sociales en la Quinta Presidencial de Olivos en plena cuarentena en 2020, el oficialismo fue radicalizando su discurso proselitista y apostando por la confrontación.
Si el objetivo era, además de consolidar a su núcleo duro de votantes, evitar la fuga de desencantados hacia otras ofertas electorales o bien seducir a los indecisos en los días previos a los comicios, está claro que el plan del FdT falló, por lo que el Gobierno indefectiblemente deberá primero asimilar el impacto y luego replantear su estrategia con vistas a noviembre.
En este sentido, y más allá del avance que registró en las últimas semanas el programa de vacunación contra el coronavirus, no da la sensación de que el oficialismo tenga mucho margen para mejorar su desempeño en los comicios generales, por ejemplo en la provincia de Buenos Aires, si la crisis económica que damnifica hoy a amplios sectores de la población no concede una tregua en un cortísimo plazo.
Habrá que ver cómo el Gobierno reacciona a este tropiezo electoral -¿se producirán cambios en el Gabinete?- y de qué manera se absorbe el golpe puertas adentro en la coalición oficialista, tomando en cuenta que las cabezas de lista tanto en la Ciudad (Leandro Santoro) como en la provincia de Buenos Aires (Victoria Tolosa Paz), especialmente, son dirigentes designados por el presidente Fernández.
De confirmarse este resultado, luces de alarma se encenderán por cierto en el Senado para el FdT, ya que correrá serio riesgo de perder el «quórum propio» por sus derrotas en Córdoba, Mendoza, Santa Fe, La Pampa, Corrientes y Chubut: seis bancas menos podría llegar a tener (35 en total, cuando se necesitan 37 para iniciar formalmente una sesión).
En tanto, más allá del éxito que consiguió este domingo JxC, al pintar de «amarillo» más de la mitad del país, tampoco este resultado electoral debe interpretarse como un cheque en blanco de parte de la sociedad con vistas a noviembre: el llamado «voto bronca» o «voto castigo» hacia el Gobierno seguramente influyó para que esta pintura se produzca.
Finalmente, así como el «paracaidista» de la «anti-política» Javier Milei sorprendió a propios y a extraños con su desempeño en la Capital Federal, un similar llamado de atención supone para la clase dirigente y el sistema electoral tradicional el porcentaje de participación -algo más del 67 por ciento del padrón-, al cabo de una campaña proselitista repleta de pirotecnia verbal e intentos de golpe de efecto y preocupantemente escasa en lo que se refiere a propuestas concretas.