La actriz y cantante Natalie Pérez protagoniza el spin-off cuyo estreno será este lunes a las 23.45
La actriz y cantante Natalie Pérez, que protagoniza junto a Julieta Díaz y a Mariana Genesio el spin-off «Pequeñas victorias», cuyo estreno tendrá lugar este lunes a las 23.45 por la pantalla de Telefe, aseguró en relación a la trama de la ficción que «hoy se entiende que donde hay amor hay una familia, no importa cómo esté formada».
«Cuando se estrenó `Pequeña Victoria´ en 2019, llegó para romper con un montón de esquemas y para abrir los ojos ante otras posibilidades, y en esta segunda entrega eso se reafirma», explicó Pérez en diálogo con Télam.
En aquella primera parte que se vio por el canal de las pelotitas, la ficción unía a cuatro mujeres. Por un lado, Jazmín (Díaz) llegaba a la maternidad a partir de la subrogación de vientre y es entonces cuando conocía a Bárbara (Pérez), la joven gestante.
Al momento del nacimiento, Selva (Inés Estévez) era la encargada de llevar en su Uber a Bárbara a dar a luz, y luego entraba en escena Emma (Genesio), una chica trans que resultaba ser la donante de esperma.
A partir del nacimiento de Victoria, todas, con sus diferencias, se convierten en madres de la pequeña.
En tanto, en «Pequeñas victorias» la trama se desarrolla seis años después de aquel acontecimiento, cuando Victoria (Lola Loyacono) comienza su etapa escolar y cada una de estas madres –a excepción del personaje de Estevéz que no está en esta temporada- busca redescubrirse como mujer y reencontrarse con la maternidad.
Con dirección general de Juan Taratuto, esta secuela/spin-off, que además ya se encuentra disponible en la plataforma Amazon Prime Video, cuenta también con las actuaciones de Facundo Arana, Alan Sabbagh, Juan Leyrado, Miriam Odorico y Joaquin Rescigno.
Los diez episodios de «Pequeñas victorias», basada en una idea original de Erika Halvorsen y Daniel Burman, podrán verse de lunes a viernes, durante las próximas dos semanas.
—¿Qué pasa con tu personaje en la serie?
—Bárbara sigue en esa búsqueda de identidad que la caracteriza desde la primera temporada; siempre está un poco perdida, atravesó muchas crisis en su vida y en esta parte tiene una especie de vínculo con Selva, que la lleva a reencontrarse con ella misma y a descubrir una salida en su cabeza alocada. En la historia, un poco por casualidad, por una de sus travesuras o manotazo de ahogado empiezan a sucederle cosas bonitas.
—¿Qué busca reflejar la trama de esta secuela?
—La primera etapa estaba dedicada a Victoria, y en esta segunda temporada cada una se redescubre como mujer, como madre y, sobre todo, se encuentran con sus deseos. Tratamos de buscar la mejor versión de nosotras mismas.
—¿Cuál sería la mejor versión de Bárbara?
—La que no miente, la que va al frente. Se manda cagadas, pero como termina siendo genuina empieza a atravesar por lindas situaciones. Cuando se hace cargo de quién es y de lo que hizo, descubre que es buena, que puede empatizar con la gente y tener vínculos sanos. Tiene esa historia pesada, densa y oscura que le cuesta sacársela de encima, pero cuando conecta con sus amigas, las otras madres de Victoria, se reconoce a sí misma, se valora y se acepta. En esta etapa se nota cómo esa hija le hizo bien a su vida y la ayudó a descubrir ese amor tan genuino que le sirvió mucho años. Luego, al principio de la temporada, vuelve a entrar en un pozo, en un lugar que no está bueno, pero después logra sincerarse y alimentarse del amor de los demás.
—¿Hay una demanda del espectador de ver otras historias?
—Sí, cien por ciento. Lo interesante de la ficción es que podemos ver historias como esta que rompe un poco con los esquemas y también ver historias clásicas o futuristas. Es parte de la magia. Ya existían familias con dos madres, por ejemplo, pero no se visibilizaba, no nos animábamos a hablar, a contarlo. Pero por suerte están cambiando muchas cabezas. Esta es una serie donde el espectador va a ver temas actuales, va a ver una teta, idioma inclusivo y feminismo. Se le dio una vuelta buenísima.
—¿Plantea alguna reflexión «Pequeñas victorias»?
—Viene a mostrar que la maternidad no es lo que pensábamos; que está buena, que se puede compartir, que la familia es donde hay amor y que en estas «Pequeñas victorias» encontramos que los vínculos son lo más importante que tenemos.
—Desde lo personal, ¿cuál es tu mirada sobre la maternidad y sobre la familia?
—Mi familia es súper convencional. Mis padres y mis abuelos siguen casados, somos una familia tipo, nos juntamos todos los domingos a comer las pastas y el tuco de la abuela, así que también tengo esa formación. Cuando me llegó el primer guion de «Pequeña Victoria» fue una explosión en mi cerebro. En estos años en los que la humanidad viene despertando fueron cambiando también mis propias ideas, algo que no me hubiera imaginado nunca, pero hoy pienso que maternar está en todos lados, yo no tengo hijos pero tengo la sensación de maternar todo el tiempo.
—La serie rompió con los estereotipos que tenías…
—Sí, totalmente. Llegué a casa a contarles la historia y mi abuelo me dijo: «eso no se puede». Y yo le contesté que ahora se puede todo, que si uno quiere algo de verdad es capaz de conseguirlo. Por suerte se acabó la represión de los sentimientos, tanto para los hombres como para las mujeres. Así que estoy feliz de vivir en esta época y de ver todos estos cambios increíbles.