Hace dos años Michelle White, de 32 años, y Scott Plumley, de 41, se conocieron por medio de un sitio de citas online, hablaron por un tiempo, se encontraron y terminaron conviviendo. Soñaban con casarse, y lo hicieron, pero la vida les tenía deparado un final especial.
Él, electricista. Ella, madre soltera de dos y cuidadora de ancianos. Unos meses después de su primer encuentro, probaron la convivencia y funcionó. De hecho, Scott se convirtió en un padre para los hijos de Michelle y comenzaron a ahorrar dinero para casarse en algún momento.
A fines de julio, él comenzó a tener dolores digestivos. Fueron al médico y les dijeron que se trataba de úlceras estomacales. Al tiempo, una noche, Michelle volvió de su trabajo y lo encontró en el suelo con mucho dolor, por lo que tuvieron que internarlo.
Luego les confirmaron un diagnóstico devastador. El caso era más serio de lo que parecía. Se trataba de un cáncer de esófago en estadio 4, y como se había detectado tarde, ya se había expandido hacia el hígado y lo había destruido. En medicina el tiempo es tirano y ya no había ningún tratamiento por hacer.
Michelle preguntó el tiempo de vida que le quedaba a su pareja, para planear un viaje o algún tipo de despedida. «Me dijeron que no. Que podían ser algunas semanas como máximo, quizás solo días. Que no había nada por hacer, ni quimioterapia ni nada, sólo paliativos. Fue devastador», contó al diario Bristol Post.
Ante tan terrible noticia, la mujer decidió que era hora de avisarle a la familia de Scott, pero sobre todo, de casarse y cumplir el sueño de ambos. Sacó un turno en el registro civil y logró que un oficial se acercara al hospital para realizar la unión al día siguiente.
«Una de mis amigas me hizo la torta y un bouquet de flores. Una vecina me hizo el peinado. Fue extraordinario como se movilizaron todos», relató Michelle.
El día de la boda, los acompañaron amigos y familiares que se trasladaron de toda Inglaterra para presenciar el momento. Scott se vistió para la ocasión y celebraron el casamiento en una sala tranquila al final de una de las alas del hospital Southmead.
El novio, estaba conectado a un respirador y con muy pocas fueras, pero dio el sí fuerte y claro: «¡Sí, por supuesto!». A lo que siguieron los festejos y las fotos. Después de unas horas, Scott volvió a su cama y los invitados se fueron de a poco.
«Me trajeron una silla y me puse mi pijama para pasar la noche junto a él, que se estaba deteriorando rápidamente», aseguró la novia. «Se sentía mal, luchaba con el oxígeno…. Pero a eso de la 1.30 de la madrugada se estabilizó. Lo senté, tomé su mano y se rió. Comenzó a decirme que lo lamentaba y que me amaba. Yo lo besé y le dijé ‘yo estaré bien, tu puedes librarte del dolor'».
La pareja se dio un último beso y Michelle lo acompañó hasta el último momento. Scott se fue sólo 13 hotas después de haberse casado.
«Yo trabajé cuidando enfermos toda mi vida y haciendo cuidados paliativos y la de Scott fue la muerte más hermosa», dijo Michelle. «Fui su esposa durante solo 13 horas pero gané una familia y amigos hermosos», concluyó.