Opinión

El empobrecimiento del tejido social en la Argentina es catastrófico


Por Natalia Motyl

 Por Natalia Motyl

Según los últimos datos del INDEC, en julio una persona necesitó $21.869,47 para no encontrarse por debajo de la línea de pobreza. Esto significó, por segundo mes consecutivo, una suba del 51,8% anual. En cambio, una familia tipo necesitó $67.576,66 por mes para no quedarse debajo de la línea de pobreza.

Lamentablemente, el sueldo promedio en la Argentina ronda los $40.000 y sólo el ingreso medio en $82.002 se encuentra en el decil de ingreso más alto. Es decir, sólo el 10% más rico del país logra abastecer la canasta básica total de un hogar tipo. Si nos centramos por adulto, sólo el 40% más rico logra satisfacer una canasta básica total.Hoy un trabajador profesional, considerado hasta hace poco por el mismo Gobierno como esencial, tiene un ingreso medio que va de los $35.000 a los $60.000.

En tanto, un político cobra más de $250.000 por mes y una familia con dos hijos que vive de planes sociales $90.000. Todo esto enmarcado en el dato de que la tasa de desempleo se encuentra por arriba del 10% y, dadas las rigideces del mercado laboral, será muy difícil bajar de éste número.

El nivel de empobrecimiento del tejido social en la Argentina es catastrófico. Naturalmente, esta pobreza que afecta a la mayor parte de los argentinos, como mencionamos anteriormente, excluye a la casta política y a los que viven de ésta.

Desde la Fundación Libertad y Progreso, elaboramos un índice de nivel de vida de los trabajadores argentinos (INVT). El INVT mide la evolución de los salarios de los trabajadores argentinos, deflactado por la evolución de la canasta básica total, desde abril de 2013, utilizando desde abril de 2013 hasta abril de 2016 la serie de FIEL, porque durante la gestión de Cristina Fernández se dejó de publicar la CBT.

Al ser un índice de variación mensual se puede analizar si desde que se publicó el último dato de pobreza, la situación ha mejorado o ha empeorado. De acuerdo con este índice, en junio, los trabajadores se han acercado a la línea de la pobreza en un 1,4% con respecto al mes anterior y se han acercado un 4,1% con respecto a junio 2020.

Esto implicó, por ejemplo, que una familia con ingresos en torno a los 50.000 pesos perdiera 4,1% de poder de compra de la Canasta Básica Total (CBT) respecto de junio de 2020 y 7,6% respecto a la Canasta Alimentaria (CBA), respecto de junio de 2020.

Es dramática la situación de los trabajadores argentinos hoy. El nivel de vida, si tomamos la CBA, se ha corroído en casi dos puntos porcentuales de mayo a junio. Asimismo, desde que asumió Fernández el nivel de vida se ha corroído en 1,2%, resultado, fundamentalmente, de las medidas restrictivas implementadas en 2020.

Sin embargo, también la falta de reformas estructurales afecta las perspectivas de sectores claves como la producción manufacturera, la construcción y los servicios que no pueden llevar adelante sus actividades de forma normal debido al alto grado de incertidumbre de la economía en general.

Desde el 2011 que el sector privado no crea puestos de trabajo, sino todo lo contrario, se corroen los que ya existen. Eso se debe a que la mitad del año debe dedicarse a pagar impuestos y enfrentarse constantemente a las trabas regulatorias.

Esto lo podemos ver claramente en el INVT ya que en la última década el nivel de vida de los trabajadores se ha corroído en más de 44 puntos porcentuales. Obviamente, desde la política abunda el silencio y escasea ganas de sacar al país adelante porque desde hace un año y medio que no hay respuesta al clamor social que ya no puede seguir aguantando el nivel de pauperización continua de sus perspectivas de progreso.

Mientras ellos organizaban reuniones en Olivos, a la gente no les permitían trabajar. Hoy vemos las consecuencias de dichas decisiones: una población empobrecida. Desafortunadamente, en la Argentina existen dos tipos de equilibrio: el político y el económico.

El político es el que necesita la política para subsistir: más pobres, más gente que depende de las sobras que tire la política.

En cambio, la económica son las reformas que necesitaríamos para que el país genere oportunidades de progreso para todos, eliminando privilegios políticos. En los últimos lustros ha primado el equilibrio político; no obstante, podemos revertirlo.

Es crucial entender que para poder salir de la decadencia en la que nos tienen absortos es imprescindible que tomemos consciencia de que debemos exigirles más a la política, que sean ellos los se hagan cargo de las malas decisiones que toman.

De otra forma, la pauperización se profundizará en cada año y nuestro futuro se verá afectado severa e irreversiblemente.

(*) – Natalia Motyl es economista de la Fundación Libertad y Progreso.