Medido en base al Producto Bruto Interno de cada nación, Chile sostiene su gasto en defensa desde el año 2018 mientras que la Argentina volvió a reducirlo en 2021
Por Antonio D’Eramo
Mientras que la crisis sanitaria por el coronavirus obligó a todos los países sudamericanos a gastar menos en defensa para desviar fondos a los sistemas sanitarios, Chile logró mantener un gasto constante que ronda los 4.000 millones de dólares desde el año 2018, lo que representa un 1,63% de su presupuesto anual.
Ese porcentaje del PBI que el país trasandino dedica al sostenimiento e inversión de sus fuerzas armadas es más del doble del que anotó la Argentina durante el año pasado en medio de la pandemia de Covid-19.
Argentina, por su parte, utilizó el 0,76% de gasto del PBI para sus fuerzas de defensa que traducido a divisas significan 2.900 millones de dólares, que representan un monto menor al del año 2019 que fue de 3.200 millones de dólares y mucho menor a los 4.300 millones de la divisa estadounidense del año 2018.
Usualmente, las publicaciones especializadas en defensa militar suelen realizar análisis comparativos de países vecinos que comparten extensas fronteras por las que suelen ocurrir reclamos de soberanía.
La línea fronteriza que separa Chile de Argentina a lo largo de la cadena montañosa de los Andes y en la isla Grande de Tierra del Fuego tiene una longitud de 5.308 kilómetros.
Y, es en torno a los conflictos a lo largo de esa frontera, donde los estrategas de los dos países realizan sus hipótesis de conflicto, sus juegos de guerra en el papel, donde miden sus capacidades militares, intentando alcanzar un equilibro militar.
Military Balance es la evaluación anual del Instituto Internacional de Estudios Estratégicos (IISS) que compartió una vez más su publicación anual de 2021, de las capacidades militares y la economía de defensa de 171 países en todo el mundo. El equilibrio militar es un recurso esencial para quienes participan en la formulación, el análisis y la investigación de políticas de seguridad. https://www.iiss.org/topics/defence
El reporte indica que el gasto militar de la región latinoamericana es de los más bajos del mundo y es Brasil el país que más recursos destina al sostenimiento de sus fuerzas armadas.
De esta manera, la publicación muestra un balance del gasto militar para el año 2020 de la región latinoamericana y el caribe, ubicando a Argentina en un gasto de USD 2.9 millones por debajo de Chile con USD 4 millones, México con USD 5.3 millones, Colombia con USD 9.4 millones y Brasil con USD 22.1 millones.
Acerca del personal activo dentro de las fuerzas armadas, Argentina se ubica en el puesto 7 del top 10, con 72.100 soldados en actividad, también por debajo de Chile. Brasil se encuentra en el puesto primero con 366.500 soldados activos.
Con respecto a las comparaciones que muestran las fuerzas de lucha relativas de Argentina y Chile para el año 2021, la prestigiosa publicación Global Fire Power brinda en detalle lo que sucede a ambos lados de la frontera. https://www.globalfirepower.com/countries-comparison-detail.php?country1=argentina&country2=chile
Si bien la Argentina posee una población total mayor que Chile, 45.479.118 habitantes contra 18.186.770 personas del otro lado de los Andes, el personal del ejército chileno es más amplio porque el país vecino posee reservistas.
El ranking Global Fire Power (GFP) recolecta datos de personal militar en activo, considerado bajo estado de servicio presente, que son elementos listos para luchar. Argentina tiene una disponibilidad de cerca de 84.000 efectivos versus 80.000 de Chile. Pero, del otro lado de la cordillera existen 40.000 reservistas contra ninguno de nuestro país. La publicación considera personal bajo estado de reserva a efectivos que están disponibles, de guardia para el servicio militar y que pueden ser utilizados en cualquier momento.
Además, la disparidad de fuerzas también se registra entre los paramilitares. Se considera bajo este rubro a las organizaciones semi militares que pueden fortalecer la capacidad de combate de un país. Argentina posee 31.250 efectivos contra 45.000 de Chile.
La desventaja que se observa en la comparación no sólo es presupuestaria sino también de inversión. Argentina destina el 80,8% del presupuesto a los gastos de salarios del personal y tan sólo el 2,4% se dirige a inversiones. Brasil, con el presupuesto más grande de la región, destina el 9,4% a la renovación e inversión en equipos militares. En esta lista luego aparecen Perú y Chile.
El análisis Military Balance del IISS describe la situación nacional sosteniendo que “los planes de modernización de las fuerzas armadas han sido obstaculizados por problemas económicos. La recapitalización de vehículos blindados sigue moribunda y los planes de modernización naval incluyen cuatro OPV, patrulleros océanicos, y la posibilidad de poner en valor la flota de Super Etendard Modernisé de Francia. Mientras que las prioridades de la Fuerza Aérea pasan por el mantenimiento de la flota actual y la búsqueda de reemplazos para los Mirage y el retirado Skyhawk”.
Las comparaciones con Chile graficadas en el artículo de Global Fire Power (GFP) señalan que, en materia de aviación, Chile posee 285 aviones de combate y se posiciona en el puesto N° 35 del ranking global que lideran los Estados Unidos con 13.233 unidades. La Argentina con 218 aviones se ubica en el puesto N° 46 de esa tabla.
Con respecto a los aviones diseñados específicamente para atacar objetivos terrestres, Chile cuenta con 45 unidades contra las 23 contabilizadas en Argentina. Ninguno de los dos países poseen helicópteros de ataque pero sí tienen aquellos que pueden cubrir otras funciones en el campo de batalla como la búsqueda, el rescate, la patrulla marítima y el entrenamiento. Mientras que Argentina posee 85 unidades y se ubica en el puesto 43 del ranking mundial, Chile cuenta con 77 helicópteros y se ubica en el puesto 46 de la lista global.
En materia naval Chile posee ventaja. El reporte de GFP incluye todos los tipos de buques de guerra, incluidos portaaviones, submarinos, porta helicópteros, fragatas, corbetas, tipos costeros y buques anfibios.
Mientras que Argentina cuenta con 49 embarcaciones y se ubica en el puesto 46 del ranking mundial, Chile contabiliza 69 unidades navales y se posiciona en la posición 34 de la tabla elaborada por los analistas del GFP.
Argentina posee 4 destructores en la actualidad y Chile ninguno pero las fuerzas navales chilenas poseen 8 fragatas contra ninguna de Argentina.
La diferencia naval la tiene Chile en el rubro de patrullas artilladas que se utilizan para defender las zonas costeras de importancia de la incursión enemiga y que pueden utilizarse, en tiempos de paz, para otras labores de seguridad como, por ejemplo, interceptar buques que transporten drogas ilegales o defender a las vías fluviales críticas.
En ese rubro la ventaja chilena es grande porque poseen 86 buques patrullas contra 10 argentinos.
Para el analista José Luis Milla, miembro honorario del Centro de Estudios Salta, esta situación de desfinanciamiento de las fuerzas armadas no ha hecho más que empeorar con el tiempo. “La disminución progresiva del presupuesto militar iniciado por Menem y seguido por los que vinieron después, dejó a las Fuerzas Armadas Argentinas sumidas en una incapacidad de reacción propia de una republiqueta a la que su integridad territorial le interesa nada”.
El licenciado en gobierno y relaciones internacionales, Alejo Sánchez Piccat, escribió en la publicación especializada www.zona-militar.com que “…a pesar de la crisis económica y la pandemia por el Coronavirus el gasto en defensa a nivel mundial se incrementó, sin embargo, en América Latina y Centroamérica el IISS advierte que en términos generales, el gasto en defensa de la región sigue en niveles bajos, a comparación del mundo el continente representa el 2.9% del gasto. Esto se debe a los resultados económicos, los retos sociales y la ausencia de grandes amenazas externas a la seguridad, habiendo variado entre 57.000 y 67.000 millones de dólares en términos reales durante la última década. Ahora bien, en ese marco Argentina ha reducido su gasto una vez más mientras que Chile lo mantuvo” durante todo el 2020.
No se conocen más que especulaciones, muchas de ellas políticas electorales, acerca del origen de la decisión del decreto del presidente chileno, Sebastián Piñera, avalado por el Senado de su país para ampliar, de manera arbitraria y sorpresiva, su área marítima y demarcar, como si fuera propio, un sector de los hielos continentales sobre el que la Argentina ha ratificado su soberanía.
El analista José Luis Milla, recordó en un editorial en el diario La Prensa que “cuando Francisco Encina Armanet, pasó a dominar la historiografía chilena con su libro Historia de Chile desde la prehistoria hasta 1891 creando la leyenda negra de una Argentina ambiciosa y expansionista que, aprovechando que Chile se encontraba en plena guerra del Pacífico, obligó a éste a firmar el tratado «extorsivo» de 1881 que ratificaba el «despojo» de la Patagonia Oriental por parte de Argentina”, comenzaron los problemas porque es el libro con el que estudio Piñera y “es la historia que durante todo el siglo XX se enseñó en Chile y que aún se enseña. Historia que presenta como reivindicaciones nacionales las aventuras navales y pesqueras chilenas en la costa de Santa Cruz y de Tierra del Fuego”.
Por ahora, la disputa se encuentra en el terreno de la diplomacia pero los juegos de guerra estratégicos ya han comenzado en las mentes de los jefes militares de ambas naciones.