Por la Dra. Giselle Rodríguez, investigadora del Instituto Superior de Entomología de la Facultad de Ciencias Naturales de la Universidad Nacional de Tucumán
El pasado 26 de agosto se conmemoró el Día Internacional del Dengue, afección con gran incidencia en regiones tropicales y subtropicales empobrecidas. La complicación radica en su único medio de transmisión, la picadura de una hembra infectada de Aedes aegypti.
Este mosquito está fuertemente establecido en la Argentina, siendo un problema en salud pública en zonas urbanas y suburbanas. Es diurno y oportunista. Invade nichos dentro y alrededor de hogares humanos aprovechando los recursos disponibles para domiciliarse exitosamente: recipientes con agua y acceso a sangre.
En nuestro país, es la única especie conocida como eficiente transmisora del dengue, enfermedad considerada «olvidada» que resurgió vigorosamente luego de haberla «erradicado», generando problemas de proporciones epidémicas décadas después.
El dengue es producido por un desorden socio-ambiental que genera conflictos sanitarios, sociales y económicos en la región afectada. La transmisión cíclica de una persona infectada a otra susceptible inicia una epidemia cuando los distintos eslabones confluyen en un ambiente propicio, implementándose la vigilancia y el control del mosquito para prevenir la propagación vírica.
Estas estrategias se discontinúan principalmente por una característica inherente al comportamiento del virus que produce epidemias cada 3/5 años, y por la muerte de los mosquitos adultos -pero no de sus huevos resistentes- durante el invierno. Esto produce un relajamiento en las medidas preventivas, encontrándonos vulnerables ante un nuevo ciclo epidémico, generalmente de mayor magnitud y precedido por años de calma aparente. La falta de inversión permanente torna difícil la situación produciéndose epidemias a pesar de los esfuerzos realizados.
En 2020, conjuntamente con la pandemia por Covid 19, se inició la mayor epidemia de dengue de la historia que afectó a miles de familias aisladas en sus hogares, en estrecho contacto con el mosquito y con la consecuente transmisión viral. Previsiblemente, para 2021 se registraron brotes aislados, aunque algunos con características epidémicas en varias localidades. En este contexto donde lo urgente no deja tiempo para lo importante, podemos ayudar a disminuir el impacto de las inexorables futuras epidemias.
Sabiendo que la acumulación de recipientes es un factor importante para la proliferación de este mosquito, las acciones de saneamiento y manejo responsable de residuos deben recibir especial atención. Un manejo incorrecto puede dejar expuestos muchos objetos capaces de anegarse y servir como criadero para Aedes aegypti la mayor parte del año.
Para controlar y mitigar la transmisión del dengue es necesaria la participación activa de la comunidad sensibilizada e informada sobre las medidas preventivas, con el compromiso social como requisito indispensable para un saneamiento ambiental efectivo, especialmente durante los períodos interepidémicos y de baja actividad del mosquito.