Por Mariana Lucía Sosa
Como parte de las investigaciones que se están realizando en CIS-CONICET/IDES sobre las consecuencias de la pandemia, se observa que los jóvenes son uno de los grupos más afectados en términos laborales. De los 3,9 millones de puestos de trabajo perdidos en el país, 1,3 millones corresponden a jóvenes de entre 18 y 30 años.
Durante el peor momento de la pandemia (2º trimestre de 2020), los indicadores laborales de los jóvenes fueron los que cayeron con mayor brutalidad, y aunque posteriormente mostraron una relativa recuperación, aún se mantienen como el grupo etario más afectado en términos laborales.
A causa de la pandemia, la desocupación en jóvenes de 18-30 años creció, pasando de un 20% en el 1º trimestre de 2020 (pre- pandemia) a un 26% durante el 2º trimestre. Mientras que, dentro de la población adulta (31-65 años) la tasa de desocupación fue significativamente menor, alcanzando un pico de 10% en el 2º trimestre.
¿Por qué los jóvenes fueron uno de los grupos más afectados por la crisis de la pandemia?
Se debe a que sus condiciones laborales estructurales, que tienen un origen previo a la pandemia, los convierte en un grupo muy expuesto a situaciones de crisis debido a las condiciones de informalidad y precariedad en las que se desempeñan en el mercado de trabajo.
La situación de los trabajadores informales supone un alto nivel de vulnerabilidad ya que, ante coyunturas críticas, se ven mucho más expuestos a sufrir despidos, rebajas salariales, cambios en las condiciones de trabajo y cualquier tipo de arbitrariedades debido a que no se encuentran protegidos por la normativa laboral vigente.
Mientras que la tasa de informalidad laboral de los asalariados adultos (31-65 años) era (pre-pandemia) de 29%, la informalidad juvenil (18-30 años) alcanzaba el 51%, viéndose mayormente afectado el tramo etario más joven (18-24 años) con un 64% de informalidad.
Del total de empleos informales perdidos como resultado de la pandemia en el país (2,2 millones), casi la mitad estaban ocupados por jóvenes (950 mil). Pese a la incipiente recuperación, la informalidad juvenil sigue aumentando. Esto significa que los empleos «recuperados» en la población joven expresan el avance de la informalización laboral.
Ante esta situación, resulta importante destacar que la inserción laboral juvenil depende de las condiciones estructurales del mercado de trabajo, de las políticas económicas y de la generación de empleo formal.
En oposición a los discursos que señalan una supuesta falta de formación en los jóvenes, los datos duros muestran que el 70% de los jóvenes 18-24 desocupados finalizó el secundario y que, dentro de los que tienen secundario completo, el 44% continúa estudiando en el nivel superior, abonando así la hipótesis de que la falta de buenas oportunidades de empleo es una de las principales barreras a la que deben enfrentarse los jóvenes que quieren conseguir trabajo.
(*) – Doctora en Ciencias Sociales de la Universidad de Buenos Aires (UBA), investigadora del CONICET.