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Especialistas aconsejan respetar el derecho a la información en la vejez


"Es mucho mejor decir la verdad, pero no todo el mundo tiene la capacidad emocional para transmitirla y para acompañar las emociones que provocan esas noticias", sentenciaron especialistas

La decisión de la familia de Carlos Salvador Bilardo de evitarle al ex técnico de la selección argentina de fútbol malas noticias como la muerte del astro Diego Maradona ocurrida en noviembre pasado puso en tela de juicio el derecho a la información en la vejez, defendido por especialistas en gerontología que desaconsejan la «sobreprotección».

Judith Jaskilevich, psicóloga y profesora adjunta de la Cátedra Tercera Edad y Vejez, de la Facultad de Psicología de la Universidad de Buenos Aires (UBA), dijo a Télam que las personas mayores tienen derecho a obtener información relevante «que tiene que ver con sus bienes, salud, manejo del dinero, diagnóstico o cualquier dato necesario para tomar decisiones y estar al tanto de lo que acontece».

Pese a esto, consideró que «algunos familiares o personas que no trabajan con adultos mayores suponen que son frágiles y que no tienen la capacidad de metabolizar determinadas noticias», sobre todo la más difícil de comunicar, como la muerte de un hijo o nieto.

«Es mucho mejor decir la verdad, pero no todo el mundo tiene la capacidad emocional para transmitirla y para acompañar las emociones que provocan esas noticias», alegó Jaskilevich.

En referencia al caso de Bilardo, quien padece el síndrome Hakim-Adams y desconoce aún el fallecimiento de Maradona entre otras informaciones, evaluó que «no es que su entorno no confía en su capacidad de poder asimilar la noticia, sino que no tiene la capacidad psicológica de realizar el duelo, porque tiene un deterioro que hace que por momentos recuerde y por momentos no recuerde la pérdida».

En ese sentido, advirtió que el problema «no es cómo recibe la noticia la persona mayor, sino que la familia no sabe cómo contener después ciertas emociones que aparecen».

Si alguien se entera, por ejemplo, que en su pueblo se murió la mayoría de sus conocidos por coronavirus, la noticia le va a dar tristeza, pero «es una emoción que todos sentimos y tenemos que poder permitirnos», analizó.

Jasilevich, licenciada en psicología que trabaja hace más de 30 años en residencias geriátricas, remarcó que «las personas mayores son inteligentes, se dan cuenta si algo está pasando, no les gusta ser subestimadas, y que les mientan».

«Empiezan a fantasear y arman cosas que no son, construyendo en su cabeza quizás una historia que les hace daño», dijo y ejemplificó con el caso de un hijo que no va a visitarlos porque tiene un problema, está enfermo o falleció, y se piensa en el «abandono».

Para la especialista, «el ocultamiento complica mucho a la familia y a quienes cuidan a ese adulto mayor, porque tienen que estar todo el tiempo inventando y tapando la realidad».

En esa misma línea, Julio Nemerovsky, presidente de la Sociedad Argentina de Gerontología y Geriatría (SAGG), contó a Télam que muchas veces los hijos tratan de «proteger» a sus padres del impacto de una mala noticia, como una enfermedad o muerte de algún ser querido, pero sostuvo que «una cosa es la protección y otra la sobreprotección» cuya característica más perjudicial es la «infantilización del otro».

Las distintas etapas de la vejez - Asisted

Sobre la situación del ex DT de la selección campeona en el Mundial de México 1986, afirmó que «si una persona tiene un deterioro cognitivo pero no llega a ser una demencia, es digno que se lo informe», aunque sostuvo que «no hay una única fórmula».

«La familia tiene que consultar al profesional que conoce al paciente, para acercarse de la mejor manera posible, y poder acompañarlo», señaló y apuntó que si una persona mayor «está cognitivamente entera, físicamente bien y no tiene limitación para comprender una información, por qué se la voy a negar; eso vulneraría el derecho que tiene la persona de la autodeterminación».

En 2015 la Organización de Estados Americanos (OEA) aprobó la Convención Interamericana sobre la Protección de los Derechos de las Personas Mayores, y dos años después el Estado argentino la ratificó mediante la Ley 27.360, que en su artículo 14 establece el «derecho a la libertad de expresión y de opinión y al acceso a la información» de las personas mayores.

Nemerovsky consideró que si bien una persona mayor pudo haber estado más expuesta a duelos, esa situación puede afectarle de la misma manera que a un joven, por lo que indicó que «uno tiene derecho a elaborarlo de acuerdo a tus propias condiciones y características, independientemente de la protección que te quiera dar el resto».

«No protegemos a la persona mayor cuando la sobreprotegemos, lo que hacemos es vulnerar sus derechos» ya que tienen que poder saber que sucede en su entorno, expresó el presidente de la SAGG.

El gerontólogo insistió en que la vejez «no es una enfermedad, es solo una etapa de la vida» y pidió «luchar contra los viejísimos», en un momento en que la Organización Mundial de la Salud (OMS) analiza incluirla en la nueva actualización de la Clasificación Internacional de Enfermedades (CIE), lo que levantó una polémica.

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«No hay dos personas mayores exactamente iguales, hay una heterogeneidad del envejecimiento», apuntó Nemerovsky y puso como ejemplo a un alguien con deterioro cognitivo que puede no darse cuenta de lo que está sucediendo a su alrededor.

«Si yo le voy a decir a un adulto mayor que alguien se murió, veo que se angustia y a los minutos me va a volver a preguntar por esa persona, le digo que está en su casa y no voy a seguir insistiendo», precisó.

Celia Weingarten, abogada y codirectora del posgrado en Derecho de Salud y Responsabilidad Médica e Institucional de la Facultad de Derecho de la UBA, coincidió en que «los adultos mayores tienen derecho a saber sobre la situación de su salud, diagnóstico, tratamiento y derecho a la dignidad, seguridad y autonomía personal».

Con respecto a los que tienen un deterioro cognitivo, explicó a Télam que «el derecho suple esta falta de capacidad, el juez le designa un apoyo, que puede ser un familiar, quien lo ayude en donde no se puede desenvolverse autónomamente».

«Antes designaban un curador que se apropiaba de todos su bienes» pero ahora «hay una mirada más interesante para favorecer su bienestar, dignidad y libertad donde el principio es el respeto; la idea del derecho es acompañar a la persona, no anularla», concluyó.