Fue ganador en junio de una elección presidencial marcada por una abstención récord y la descalificación de numerosos rivales
El ultraconservador Ebrahim Raisi fue investido nuevo presidente de Irán con la misión de levantar una economía hundida por sanciones de Estados Unidos y la pandemia y de relanzar las negociaciones para salvar el acuerdo internacional sobre su programa nuclear.
Raisi, ganador en junio de una elección presidencial marcada por una abstención récord y la descalificación de numerosos rivales, sucede al moderado Hasan Rohani, el presidente que en 2015 selló el acuerdo nuclear con las grandes potencias tras años de tensión.
«Conforme a la elección de pueblo, invisto al sabio, incansable, experimentado y popular Ebrahim Raisi como presidente de la República Islámica de Irán», expresó el líder supremo, el ayatollah Ali Jamenei, en un decreto que leyó su jefe de gabinete.
En sus primeras palabras como nuevo presidente, Raisi, de 60 años. declaró que su Gobierno iba a intentar levantar las sanciones estadounidenses, aunque no espera que los extranjeros ayuden a mejorar la situación de Irán.
«Por supuesto que buscamos levantar las opresivas sanciones, pero no supeditaremos las condiciones de vida de la nación a la voluntad de los extranjeros», declaró Raisi.
El flamante mandatario, antiguo jefe de la Autoridad Judicial, prestará juramento el jueves en el Parlamento, ante el que deberá presentar sus candidatos para los cargos ministeriales.
La presidencia de Raisi consagrará el dominio de los conservadores tras su victoria en elecciones legislativas en 2020. «Tengo mucha esperanza para el futuro del país», dijo Raisi según un comunicado de su oficina, informó la agencia de noticias AFP.
Para Clément Therme, investigador del Instituto Universitario Europeo con sede en Florencia, Italia, el objetivo «principal» de Raisi «será la mejora de la situación económica, reforzando las relaciones económicas entre la República Islámica de Irán y los países vecinos», así como Rusia y China.
En 2018, el expresidente Donald Trump retiró a los Estados Unidos, país enemigo de Irán, del acuerdo de 2015 y restableció sanciones contra Irán, castigando severamente a su economía al frenar, sobre todo, sus exportaciones petroleras. En respuesta, Teherán renunció a la mayoría de sus compromisos que limitaban su programa nuclear.
En el invierno boreal de 2017-2018 y nuevamente en 2019, Irán se vio sacudido por manifestaciones en un trasfondo de descontento social vinculado a las dificultades económicas, que se agravaron con la pandemia, siendo Irán el país más castigado de la región. En un discurso ante el consejo de ministros el domingo, Rohani defendió su gestión.
«Lo que hemos hecho ha sido en una situación difícil, consecuencia de la guerra económica y del coronavirus, y este año se ha sumado la sequía», indicó.
Rohani «creyó que sería capaz de resolver rápidamente todos los problemas del país», según el economista reformista iraní Said Laylaz, consejero de varios presidentes de Irán. El presidente saliente demostró «idealismo» en su política de apertura a Occidente, pero Raisi escogerá un camino diferente, pronosticó, citado por AFP.
El sucesor de Trump, el demócrata Joe Biden, dijo estar dispuesto a volver al acuerdo de 2015 y se implicó en conversaciones indirectas con Irán en paralelo a las negociaciones en Viena con el resto de países firmantes: China, Francia, Alemania, Rusia y Reino Unido. Las discusiones parecen bloqueadas hasta la asunción de funciones de Raisi, quien aseguró que defenderá los «intereses nacionales».