La esperanza de hallar supervivientes del derrumbe de un puente en Génova, que dejó 39 muertos, disminuye con el paso de las horas mientras arrecia la polémica y el gobierno amenaza con castigar a la gestora de la autopista.
Los equipos de rescate siguen trabajando sin descanso entre los bloques de cemento del puente Morandi y los restos de los vehículos que cayeron al vacío desde una altura de unos 50 metros.
Durante la noche, los bomberos recuperaron nuevos cuerpos sin vida, por lo cual el balence de muertos se elevó a 39, entre ellos tres chilenos.
El ministro del Interior, Matteo Salvini, anunció la muerte comprobada de 38 personas, entre ellos varios extranjeros y familias enteras que atravesaban el céntrico puente, ubicado en una zona urbana y que conecta con una autopista hacia Francia.
Una hora después de su declaración fuentes de la protección civil confirmaron la muerte de otra persona.
Fuentes de la embajada chilena en Italia confirmaron a la AFP la muerte de tres ciudadanos de ese país residentes desde hace décadas en Génova.
En el momento el martes del colapso del puente Morandi, llamado el «puente enfermo» por sus problemas estructurales desde su inauguración en 1967, había unos 30 automóviles y tres camiones que precipitaron del alto viaducto.
Los cuerpos de socorro evacuaron a unos 16 heridos, 12 de los cuales se encontraban en estado grave y se habla de una decena de desaparecidos.
En la madrugada los socorristas escucharon voces despertando la esperanza de encontrar supervivientes.
«Durante la noche sacamos tres cuerpos de entre los escombros», contó Emanuele Gissi, del cuerpo de bomberos.
«Este es un momento muy difícil para todos porque hemos llegado a un número muy elevado de víctimas (…) Los socorristas no pierden la esperanza de encontrar sobrevivientes, pero entre más tiempo pasa, más difícil será», reconoció a la AFP Riccardo Sciuto, comandante de los Carabineros de la provincia de Génova.
Unas 440 personas fueron obligadas a abandonar sus residencias y 11 edificios de la zona afectada fueron evacuados por temor a que otros pilones del puente cedan.
Debido a la festividad del 15 de agosto, cuando todo el país se paraliza, el flujo de vehículos por esa ruta era altísimo ya que también conduce a zonas de playas así como a regiones de montaña.
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– Que paguen los culpables -.
«No ha sido una fatalidad, con seguridad no», adelantó Francesco Cozzi, el procurador de Génova, resumiendo el sentimiento de buena parte de las autoridades.
En Italia estallaron las polémicas este miércoles por una tragedia que muchos consideran que hubiera podido ser evitada.
Tanto el jefe del gobierno italiano, Giuseppe Conte, como el viceprimer ministro Luigi Di Maio, líder del Movimiento 5 Estrellas (M5E) populista) y el ministro de Transporte e Infraestructura, Danilo Toninelli, han prometido mano dura ante una tragedia que muchos calificaron de inaceptable.
«Dado que hubo graves fallos, hemos iniciado los procedimientos para una eventual revocación de las concesiones para la gestión de las autopistas e infligir multas de hasta 150 millones de euros», anunció por Facebook el ministro Toninelli.
El martes por la noche, el jefe de gobierno, Giuseppe Conte, anunció un extraordinario plan de control de las infraestructuras de todo el país.
«Los italianos tienen el derecho de viajar seguros», afirmó.
Según la empresa italiana que administra las autopistas se estaban realizando obras de consolidación en la base del viaducto, que era objeto de «observación y vigilancia constantes».
Algunos expertos e ingenieros calificaron el desplome del puente de tragedia anunciada, ya que desde su construcción en los años 60 ha generado controversias y ha sido sometido a numerosas y costosas obras de remodelación contra las grietas y la degradación del hormigón.
«Hubo negligencia. Hay que encontrar a los culpables. Esto es un escándalo. No debió ocurrir», clamó indignado desde el río Francesco Buccheri, de 62 años.
El puente «enfermo», como era llamado, fue realizado por el ingeniero Riccardo Morandi, el mismo autor del puente General Urdaneta de Maracaibo, en Venezuela, uno de los más largos en el mundo, que se hundió tras el choque de un barco petrolero.