Desde Rosario, Analía Vargas y su hija Florencia Arce iniciaron un proyecto autogestivo de indumentaria que recupera el oficio ancestral heredado de su raíz africana
Por Mateo Fabre – Télam
Madre e hija afroargentinas hacen frente a la pandemia por coronavirus desde Rosario con un proyecto autogestivo de indumentaria que recupera el oficio ancestral heredado de su raíz matriarcal africana que hoy, reinventado, les permite confeccionar prendas originales, con talles «reales» e inspiradas en la cultura y el paisaje local para «descolonizar» la vestimenta.
Se trata de Analía Vargas, de 59 años, y su hija Florencia Arce, de 29, quienes tras quedarse sin trabajo estable en plena pandemia decidieron crear la marca de ropa «Impermanente» (@impermenente.ros).
Un proyecto acorde al objetivo de combatir el racismo con perspectiva de género, que se impulsa en el Día Internacional de la Mujer Afrodescendiente que se celebra cada 25 de julio en coincidencia con el aniversario de la clausura del Primer Encuentro de Mujeres Negras de América Latina y El Caribe.
Con sus propios diseños originales, madre e hija producen y venden a baja escala, adaptándolos a cada persona como una forma de romper con el consumo masivo.
«Lo pensamos como una respuesta a la industria y también como una forma de revalorizar el diseño de Rosario, que es muy bueno y no necesita basar sus producciones en lo que viene de afuera», coincidieron ambas.
Su búsqueda en diseño pretende «descolonizar la vestimenta. Las marcas se rigen por Europa y reproducen sus diseños, su moda y su cultura vistiéndonos a todes iguales», agregaron.
«Tenemos que ser conscientes de que no todo está afuera, acá adentro tenemos grandes creadores, no tenemos que ir a copiar modas a otro país porque cada ciudad y país tiene una realidad», consideró Analía.
«Estamos vistiendo a nuestros chicos con una moda traída de afuera con la que perdemos la esencia local», sostuvo.
Desde un pequeño taller de la zona sudoeste de Rosario, Florencia contó a Télam: «Nuestro diseño se basa y se nutre de lo local. La primera colección nació de mi militancia en contra de la quema de los humedales del Delta del Paraná. En las manifestaciones nos expresamos con el candombe, y del fuego de las islas y el fuego para calentar los cueros de los tambores, del río y del verde del humedal, salieron las primeras prendas».
El nombre Impermanente «representa la incertidumbre del día a día nuestro, de la resistencia que encaramos con la costura que nos obliga a mutar constantemente y a reinventarnos», señaló.
La necesidad de Florencia de emprender un proyecto independiente junto a su madre nació durante un viaje por Brasil y Uruguay en el cual la joven subsistió vendiendo prendas y se reencontró con raíces africanas, sumado a su incorporación a un candombe uruguayo.
«Mi amor por Bahía (Brasil) y mi relación con la música y el baile del candombe uruguayos me hizo investigar más mis raíces familiares y comencé a autopercibirme afroargentina», relató.
Impermanente también significó para ella el volver a pensar en la costura como forma de sustento económico, luego de permanecer mucho tiempo alejada de las telas por un hecho de racismo que vivió a sus 20 años. «Estaba sobre una manta en una feria informal vendiendo ropa hecha por mi con retazos de tela cuando una mujer, dueña de una marca de ropa importante, para la que cosía mi mamá me comenzó a acusar de robar sus telas y diseños», recordó.
«Ahí me alejé completamente de la costura. Fue un acto de discriminación que me marcó pero me sirvió para saber lo que quiero con Impermanente», enfatizó.
Al usar retazos por entonces «ya estaba haciendo una reutilización y al confrontar con una marca que daña al planeta y viste a todos iguales con copias de Europa, estaba naciendo una identidad propia», afirmó.
En ese sentido, Analía aseveró que «se ve discriminación en la industria y en la sociedad por ser mujer y por ser afrodescendiente. Somos las negras. La costurera es la negra».
En su mano derecha, la que guía las telas bajo la aguja de la máquina de coser, la mujer exhibe un tatuaje reciente de trazo grueso en color negro. «Es una de las primeras cruces afro para reivindicar mis raíces», contó.
Analía es diseñadora y modelista industrial. Aprendió el oficio de su madre al igual que todas las mujeres de la familia.
«Tenemos el legado ancestral matriarcal en la memoria», analizó.
En su manifiesto, el proyecto Impermanente resalta: «Vestir es político y un derecho».
En esa línea, las emprendedoras coincidieron en que «contemplar todos los cuerpos y empezar el camino hacia una perchero sin género es una forma de valorizar a las personas y reafirmar su autoestima».
Otro objetivo del proyecto es difundir el consumo consciente.
«En un futuro cuando estemos más plantadas en el mercado nuestra idea es trabajar con telas orgánicas y con el cáñamo, con productores responsables y tinturas naturales hechas con plantas y raíces para producir telas para no dañar el medioambiente», indicó la diseñadora.
En esa línea, su madre resaltó que «la industria textil es la que más afecta al medioambiente con sus tinturas químicas, el desperdicio constante, el plástico del poliester, las grandes huellas de carbono y los agroquímicos que se utilizan en la producción del algodón».
Otro aspecto que aborda el proyecto es la aspiración a una vestimenta sin género.
«En algún momento nos vamos a vestir como queramos. Recientemente nuestro país entró en vigencia el DNI no binario, sabemos que viene eso y queremos colaborar en esa causa», dijo Florencia.
Compartió que «como afroargentinas sufrimos todos los días el sexismo. Las dos sufrimos acoso callejero y más cuando tenés otros rasgos físicos».
«Tal vez por eso hacemos una exhibición del cuerpo a través de la danza mostrando la prenda y las personas que se visten con Impermanente también se muestran sensuales o danzando con la prenda. Es una forma de luchar contra las imposiciones sexistas y racistas», consideró.
«Tratamos de que cada une se empodere vistiéndose como quiere y lo muestre como le guste», finalizó la emprendedora.