Por Dra. Gabriela Gonzalez Alemán (MN 33.343), neurocientífica, Dra. en Genética del Comportamiento y fundadora de Brainpoints
El 22 de julio se celebra el día mundial del cerebro con el objetivo de dar a conocer la importancia de la actividad cerebral y concientizar acerca de enfermedades que suelen pasar inadvertidas. Este año, está dirigido a la concientización sobre la Enfermedad de Parkinson. Un trastorno que se creía que afectaba exclusivamente a la motricidad, pero que genera múltiples dificultades como alteraciones en el sueño y en la cognición.
El cerebro es uno de los órganos vitales del cuerpo, es el responsable de los pensamientos, las acciones, las relaciones y la expresión de la personalidad. Cualquier estímulo que ingresa por los sentidos, se procesa en nuestro cerebro y genera actividad mental y comportamiento.
Muchas enfermedades neurológicas pueden prevenirse e incluso evitarse. Para eso, tenemos que cuidarnos en varios aspectos. La dieta, el sueño, la actividad social e intelectual son sólo algunas de las cosas a tener en cuenta.
Es indispensable llevar una vida intelectual activa. Leer a diario, por lo menos media hora y si es posible, también escribir. Para que el cerebro trabaje tenemos que salir de nuestra zona de confort, esto hará que generemos nuevas conexiones, aumentemos nuestra flexibilidad y mejoremos nuestras funciones mentales.
Es importante relacionarnos con otras personas. La vida social pone a punto el funcionamiento cerebral, lo mantiene activo y sano.
La tecnología es útil y nos ahorra mucho tiempo, pero nos quita motivos para usar el cerebro. Dejemos que sea una herramienta que nos lleve a ir más allá con el pensamiento en vez de usarla para pensar menos.
Para que el cerebro funcione necesita combustible. La alimentación es un factor central. Se suele aconsejar la dieta mediterránea rica en pescados, verduras y frutas frescas de estación, frutos secos y aceite de oliva porque son alimentos que protegen al cerebro de las proteínas tau y beta-amiloide vinculadas al desarrollo de la Enfermedad de Alzheimer.
La hidratación también es importante. Se comprobó que un 1% de deshidratación es suficiente para tener trastornos cognitivos. Por eso, entre un litro y medio y dos litros de agua al día nos ayudan a mantener el cerebro hidratado, mejorando su funcionamiento.
No hay que descuidar el sueño. Es importante dormir entre seis y ocho horas. El cerebro necesita reparación después de todo un día de actividad.
El ejercicio físico es fundamental. Lo ideal es media hora por día, pero con 40 minutos tres veces por semana alcanza. El deporte por la noche es válido, pero si es a la luz del día el incremento de bienestar que genera es aún mayor.
Para un cerebro saludable conviene aprender a manejar el estrés. Para eso, la risa es un gran aliado, lo mismo que el uso de técnicas de relajación o de meditación. Hay que cultivar hábitos sanos y positivos. Mejoran nuestra claridad mental, la capacidad intelectual, la paz interior, la relación con los demás y el vínculo con el mundo en general.