Su rol como creador que unía alta cultura y literatura popular también llegó a influir sobre otros ámbitos, como el teatro, con innumerables adaptaciones de sus cuentos
El 19 de julio de 2007 Rosario amaneció de luto tras el fallecimiento de Roberto «Negro» Fontanarrosa. A los 62 años, el escritor, dibujante y humorista, dejaba la vida terrenal tras sufrir un paro cardíaco que marcó el epílogo del calvario que, siempre con buen ánimo, sobrellevó el escritor en los últimos años, a raíz de una extraña enfermedad neurológica y degenerativa.
A lo largo de más de 30 años, el «Negro» Fontanarrosa (un fanático acérrimo de Rosario Central) se destacó no sólo en el terreno del humor gráfico, donde inmortalizó a personajes como el perro Mendieta o la «china» Eulogia, sino también en sus quince libros de cuentos y novelas, que venía publicando desde 1981.
Su rol como creador que unía alta cultura y literatura popular también llegó a influir sobre otros ámbitos, como el teatro, con
innumerables adaptaciones de sus cuentos, y el periodismo, en el que desembarcó de la mano del fútbol, una de sus grandes pasiones.
Fontanarrosa recibió en los últimos años de su vida diversos homenajes e, incluso, fue designado para clausurar el Congreso de la Lengua que se desarrolló en la Argentina.
Su carrera como humorista gráfico comenzó en 1968, cuando publicó su primera viñeta, en la que podía verse a un policía con su macana manchado de sangre roja, mientras refelexionaba: «No hay ninguna duda, eran comunistas».
En 1971, dio a conocer por primera vez una historieta protagonizada por un agente secreto, que con los años se
transformaría en el célebre «Boogie, el aceitoso».
A partir de entonces, se destacaría en publicaciones como «Hortensia», «Mengano» y «Satiricón», lo que lo llevaría a publicar -a través de Ediciones de la Flor y en 1972- su primer libro de chistes gráficos, llamado «¿Quién es Fontanarrosa?». Luego, en 1973, comenzaría a colaborar en la contratapa del diario Clarín, que compartió en un primer momento con otros reconocidos humoristas como Caloi, Viuti, Tabaré, Altuna, Dobal, Ian, Rivero y Crist.
En 1976, Fontanarrosa le dio vida a Inodoro Pereyra, acompañado como es sabido por Mendieta y «la Eulogia», y el talento allí desplegado llevaría a los integrantes del grupo cómico-musical Les Luthiers a convocarlo para colaborar en los guiones de sus espectáculos.
Recién en 1981, un libro suyo sin aporte gráfico, es decir puramente textual, fue publicado bajo el titulo de «Best Seller», que al año siguiente tendría una secuela llamada «El área 18». Allí comenzaría una larga secuencia de quince títulos de cuentos y novelas, que ya alcanzaron dimensiones épicas y son material de lectura casi obligatoria por quienes se interesan en la literatura argentina.
En los últimos años, al «Negro» Fontanarrosa se le detectó una rara enfermedad degenerativa llamada Esclerosis Lateral Amiotrofica, que fue minando sus capacidades motrices, aunque él siguió ingeniándoselas para continuar con sus actividades. Incluso, casi hasta último momento siguió concurriendo al bar «La sede», heredero del mítico «Cairo», donde nació la celebérrima «Mesa de los galanes», que el propio Fontanarrosa se encargaría de inmortalizar en uno de sus indelebles libros.
A modo de recuerdo, Rosario Central, el club cual atrapó la pasión de Fontanarrosa, le dedicó esta fecha como «el día del amigo canalla» y todos los hinchas aurizules lo recuerdan con gracia y nostalgia.