Holanda es uno de los pocos países del mundo donde la eutanasia está legalizada. Esta práctica permite a una persona con una enfermedad grave decidir acabar con su vida y suele darse en aquellas con cáncer o algo que les provoque mucho dolor. En enero de este año se dio un caso muy particular. Una joven de 29 años, paciente psiquiátrica desde los 12, decidió tomar este camino y lo hizo con el consentimiento de un médico.
Se trata de Aurelia Brouwers que consumió un veneno suministrado por su doctor y se acostó para morir. «Tengo 29 años y he elegido someterme voluntariamente a la eutanasia. Lo he elegido porque tengo muchos problemas de salud mental. Sufro de forma insoportable y no tengo esperanza. Cada aliento que tomo es tortura», relató en una grabación pocos días antes.
La reglamentación de la eutanasia en Holanda estable que está permitida siempre y cuando un médico determine que el sufrimiento del paciente es «insoportable sin perspectivas de mejora» y si «no hay alternativa razonable en la situación del enfermo».
Cuando se trata de enfermedades irreversibles que generan un gran dolor físico a las personas, estos criterios son más fáciles de aplicar. Por esto, de los 6.585 casos que se dieron en 2017 la gran mayoría fueron por una enfermedad física. Sólo 83 veces se trató de pacientes con cuadros psiquiátricos.
En el caso de Aurelia Brouwers se dio luego de padecer un largo historial de enfermedades mentales. «Cuando tenía 12 años sufrí de depresión. Y cuando me la diagnosticaron por primera vez me dijeron que tenía un trastorno límite de la personalidad», contó en un reportaje que le hizo la cadena RTL Nieuws. «A eso le siguieron otros diagnósticos: trastorno de apego, depresión crónica, tendencias suicidas crónicas. Sufro ansiedad, psicosis y escucho voces».
La controversia alrededor de este tipo de situaciones gira en torno a si el paciente está o no capacitado para tomar esa decisión, si el deseo de morir puede o no ser producto de la propia enfermedad. «Creo que nunca puedes estar 100% seguro de eso», comentó la psiquiatra Kit Vanmechelen a la BBC.
«Pero sí debes hacer todo lo posible para ayudarlos a que los síntomas de la patología disminuyan. En los casos de trastornos de personalidad, desear morir es bastante común. Pero si el paciente es consciente y ha seguido distintos tratamientos para su trastorno, su deseo de morir es tan válido como el de un paciente de cáncer que dice que no quiere continuar con su vida», añadió.
Las últimas dos semanas de vida de Aurelia fueron documentadas por RTL Nieuws. En ese tiempo, la joven fue tachando los días que faltaban para su última cita con el doctor. Aprovechó también para visitar el crematorio que elegió para su propio servicio fúnebre. Y utilizó el tiempo que le quedaba para compartir con sus seres queridos, hacer trabajos manuales y montar en bicicleta.