Unos 2.100 hinchas no la pasaron bien antes del partido, pero luego alentaron sin parar en el Maracaná
Tras momentos de caos y descontrol vividos durante la tarde en el reparto de las acreditaciones, 2.100 argentinos residentes en Brasil pudieron ingresar al estadio Maracaná para meterle color a la final de la Copa América y brindarle su aliento al elenco dirigido por Lionel Scaloni.
Los problemas comenzaron cuando la Conmebol detectó «testeos PCR fraudulentos» entre personas que ya habían sido acreditadas para poder ingresar en los sectores de ambos equipos para el choque entre Brasil y Argentina.
«La CONMEBOL informa que fue detectada una considerable cantidad de pruebas de PCR fraudulentas, de personas acreditadas tanto en la tribuna argentina como en la tribuna brasileña. Estas personas no podrán ingresar al estadio», indicó el comunicado.
En ese sentido, el organismo encabezado por el paraguayo Alejandro Domínguez remarcó que los controles para el ingreso a la final serían «extremadamente rigurosos, así como la aplicación de los protocolos sanitarios y las medidas de prevención».
Mientras el organismo que rige el fútbol sudamericano daba cuenta de esto, en el estadio «Maracanazinho» se vivía un verdadero caos con los hinchas argentinos que esperaban poder conseguir su acreditación para la final.
Allí, los simpatizantes «albicelestes» exteriorizaron su bronca por la falta de reglas claras para poder conseguir alguna de las 2.100 entradas disponibles para residentes en Brasil.
El punto más álgido del conflicto fue la puerta 7 del microestadio contiguo al «Maracaná», que presentó largas filas desde las primeras horas del sábado, luego de que el viernes apenas se entregaron 70 acreditaciones en el consulado argentino.
Esa situación despertó la posibilidad de que, si los que contaban con residencia real en Brasil no querían formar parte del encuentro, el remanente se pusiera a disposición del público en general, ya que muchos argentinos quedaron varados tras vacaciones o están temporalmente en esa ciudad carioca.
Lo mismo ocurrió del lado de los locales: las imágenes mostraban a un numeroso grupo de simpatizantes de la «verdeamarela» apiñados sobre una puerta de ingreso lateral, que finalmente se abrió para dejar pasar a algunos de ellos, sin controles de por medio.
La presencia de hinchas de ambas selecciones fue autorizada por la intendencia de Río de Janeiro, que habilitó el 10 por ciento del aforo total del estadio, para aquellos que presenten un PCR negativo.
Este número incluyó a 2.100 argentinos, 2.100 brasileños y más de 3.000 entradas de protocolo para personas vinculadas a los sponsors oficiales. .
Previo al partido, los organizadores dispusieron un show de luces, que incluyeron la figura de la mascota oficial e imágenes del trofeo, seguidos por fuegos artificiales.
Pese a que se trató solo del 10 por ciento de la capacidad del mítico estadio, los simpatizantes argentinos y los «torcedores» brasileños se hicieron sentir, con cánticos de aliento para sus jugadores o gestos de reprobación y silbidos para los rivales.