Pidió una acción humanitaria en la región de Tigré para ayudar a la gran cantidad de personas afectadas por el conflicto armado que comenzó hace ocho meses
La ONU pidió una acción humanitaria urgente en la región etíope de Tigré para ayudar a millones de personas afectadas por un conflicto armado que empezó hace ocho meses y que llevó a la hambruna a más de 400.000 personas.
La lucha entre el Gobierno etíope y el Frente de Liberación del Pueblo de Tigré (TPLF) se reavivó el mes pasado cuando los rebeldes lanzaron una gran contraofensiva y retomaron la capital regional, Mekele.
«Se estima que más de 400.000 personas han cruzado el umbral de la hambruna y otros 1,8 millones están al borde de la hambruna», informó ayer el secretario general adjunto interino para Asuntos Humanitarios y Coordinador de Socorro y Emergencia, Ramesh Rajasingham, en la primera reunión pública del Consejo de Seguridad de la ONU sobre el conflicto.
La situación ha «empeorado dramáticamente» a medida que el conflicto se reavivó en las últimas semanas.
«Algunos sugieren que las cifras son aún mayores. 33.000 niños están gravemente desnutridos», reveló Rajasingham, citado por la agencia de noticias AFP.
«La vida de muchas de estas personas (en Tigré) depende de nuestra capacidad para llegar a ellos con alimentos, medicinas, suministros nutricionales y otra asistencia humanitaria», agregó.
Esta semana fueron destruidos dos puentes clave que permitían la entrada de ayuda desesperadamente necesaria a la región, lo que provocó acusaciones de que el Gobierno etíope buscaba interrumpir la asistencia humanitaria, algo que este negó.
El primer ministro Abiy Ahmed, ganador del Premio Nobel de la Paz 2019, envió tropas a Tigré en noviembre para detener y desarmar a los líderes del gobernante TPLF.
Dijo que la medida fue tomada en respuesta a los ataques del TPLF a los campamentos del ejército federal y declaró la victoria pocas semanas después de que las fuerzas federales tomaran Mekele.
Pero después de que los rebeldes, que se rebautizaron como Fuerzas de Defensa de Tigré (TDF), recuperaron la capital regional y afirmaron el control sobre la mayor parte de la zona, el Gobierno anunció un alto el fuego unilateral que el TDF calificó de «broma».
La subsecretaria general para Asuntos Políticos del Consejo de Seguridad de la ONU, Rosemary DiCarlo, instó al grupo respaldar «inmediata y completamente» el cese de hostilidades.
«Un alto el fuego observado por todas las partes no solo facilitaría la provisión de ayuda humanitaria, sino que también sería un punto de partida para los esfuerzos políticos necesarios para trazar una salida a la crisis», dijo.
La guerra ya tuvo un enorme impacto humanitario.
Estados Unidos estima que 900.000 civiles «probablemente ya están experimentando condiciones de hambruna».
El Programa Mundial de Alimentos (PMA) de la ONU dice que 5,2 millones de personas, 91% de la población de Tigré, necesita asistencia alimentaria de emergencia.
Ayer, el PMA indicó que había reanudado las operaciones de ayuda después de una pausa de dos días pero agregó que muchas vidas peligran después de que los dos puentes principales que conducían a Tigré fueran destruidos.
«Se perderán vidas si las rutas de suministro a Tigré no se reabren por completo y las partes en conflicto continúan interrumpiendo o poniendo en peligro la libre circulación de las mercaderías para el PMA y otros servicios de emergencia».
Con la electricidad y las telecomunicaciones cortadas, los vuelos suspendidos y la mayoría de las rutas hacia la región ahora intransitables, los funcionarios de la ONU y los diplomáticos temen que la situación se deteriore aún más.