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La comunidad afroargentina busca su «reconocimiento histórico» en el país


Alrededor de 1.500.000 argentinos e inmigrantes en el país son de origen afro según estimaciones de la propia comunidad.

Conformada por descendientes de africanos esclavizados entre los siglos XVI y XIX, los caboverdeanos, las últimas migraciones de los años 90 -llegados desde África Occidental-, y otras provenientes de países de Latinoamérica, la comunidad afroargentina busca su «reconocimiento histórico», afirmaron hoy desde la Asociación Misibamba.

Alrededor de 1.500.000 argentinos e inmigrantes en el país son de origen afro según estimaciones de la propia comunidad.

«Afroargentinos hay en todo el territorio, con la diferencia que la mayoría somos descendientes de aquellos que trajeron esclavizados, no somos migrantes», dijo a Télam Carlos Lamadrid, de la Asociación Misibamba que fue creada en 2008.

Lamadrid señaló que «no vinimos a buscar un mejor nivel de vida o por persecución religiosa, racial o política, sino que nuestros mayores fueron traídos como herramientas de trabajo, que fueron parte constructiva y que lucharon por la libertad de este país».

«Consideramos que el Estado Nación desde 1800, cuando se empieza a escribir la historia argentina, se comienza a negar esta parte de la historia», aseveró, y añadió que «se niegan los pueblos originarios, los africanos esclavizados e inclusive algunos criollos».

Lamadrid, quien estuvo presente en el acto de presentación del Consejo Asesor Federal de la Comunidad Afroargentina en la Casa Rosada, sostuvo en diálogo con Télam que todo el continente americano «se compone de tres etnias: pueblos originarios, europeos y africanos esclavizados».

«Necesitamos el reconocimiento del Estado a nuestra historia y para que se implementen políticas públicas», agregó, y subrayó que buscan «el reconocimiento histórico como preexistentes a la nación argentina».

En relación a su apellido, Carlos contó que «de acuerdo a la historia oral» de su familia, «nuestros mayores han sido esclavos de alguien de la familia del general Aráoz de Lamadrid y para impedir algún resarcimiento hereditario se modificó el apellido y pasó a ser simplemente Lamadrid».

«Traían a nuestros mayores como herramientas, para ellos no eran personas y les quitaban la religión, la cultura, el nombre, el lugar de origen, desarmaban a la persona y cuando lograba la libertad no tenía nombre ni apellido y tenía que adoptar el nombre y el apellido que le daba el amo», añadió.

Patricia Gomes, integrante de la Unión Caboverdeana Dock Sud, indicó, por su parte, que «los primeros caboverdeanos comenzaron a llegar a la Argentina a fines del siglo XIX, algunos venían en barcos balleneros que se dirigían sobre todo hacia el sur».

Gomes aseguró a Télam que «en las décadas del 20, 30, y sobre todo la del 40, ingresaron masivamente; vinieron miles motivados por la reactivación de la industria marina mercante durante el gobierno del Juan Domingo Perón».

«La mayoría de los que llegaban de Cabo Verde -colonia portuguesa hasta 1975- se desarrollaban en la marina mercante, como por ejemplo mi abuelo», contó.

Los caboverdeanos ingresaron al país sin mayores dificultades con pasaporte portugués, pero actualmente hay muy pocos nativos de Cabo Verde, la mayoría son descendientes, y hay hasta cinco generaciones en nuestro país.

«No tenemos números exactos, pero los que manejamos en la comunidad, entre la de Ensenada, Dock Sud y Esquel calculamos que hay entre 20 y 25.000 caboverdeanos, en su mayoría descendientes», apuntó Patricia.

En la década del 90 la mayoría de migrantes llegó desde Senegal, pero también desde Mali, Ghana, Congo y Camerún.

Por su parte, la comunidad senegalesa comenzó a llegar al país en los años 90 y principios del siglo XXI, debido al bajo nivel económico de ese país.

Ndathie Sene, quien arribó en 2007, dijo en diálogo con esta agencia que «el destino de migración senegalesa era Europa, pero ha cambiado estos últimos años por las políticas migratorias más restringidas, y eso es lo que provocó que la mayoría de los migrantes senegaleses vengan a América Latina, en particular a Argentina y Brasil».

Sene, de 36 años e integrante de la Asociación de Residentes Senegaleses en la Argentina, explicó que la comunidad no cuenta con un censo oficial, pero según las estimaciones hay entre 4.500 y 5.000 senegaleses en todo el país.

«La mayoría son hombres, casi un 98%; sin embargo está creciendo el número de mujeres en los últimos años: en 2011 había menos de 50 y hoy hay cerca de 200», dijo.

Comentó que la mayor parte son senegaleses que «se insertaron en el país y que se reunieron con sus esposas que estaban en Senegal» y que muchos otros formaron una familia aquí.

«Siempre el migrante senegalés tiene la idea de conocer un lugar y buscar una oportunidad para transformar su vida personal y la de su familia. Muy pocos vuelven porque muchos se acostumbran y terminan quedándose», señaló.

Sena agregó que «casi todos terminamos teniendo la idea de radicarnos en el país y quedarnos a trabajar e ir solamente a Senegal por motivos de vacaciones o visita a familiares».

«La mayoría son comerciantes y vendedores ambulantes, sin embargo la venta ambulante es algo provisorio y mientras tanto van buscando otro trabajo», explicó.

Por último, destacó la creación de la Organización de Afrodescendientes para la Formación y el Asesoramiento Jurídico (Oafro) integrada por abogados y estudiantes afrodescendientes y africanos «para asistir y asesorar a la comunidad».