Alrededor de 38 millones de votantes están registrados, pero muchos de ellos no irán a las urnas por ser parte de zonas afectadas por la guerra, que votaran el 6 de septiembre
Los etíopes votaban este lunes en unas elecciones aplazadas dos veces que despiertan dudas sobre su credibilidad y que se celebran en un contexto de guerra y de hambruna en la región norteña de Tigré.
Se trata del primer test en las urnas para el primer ministro Abiy Ahmed, de 44 años, quien prometió al llegar al poder, en 2018, que rompería con sus predecesores para encarnar una renovación democrática en el segundo país más poblado de África.
Los centros de votación abrieron a las 6 y cerrarán a las 18, y los primeros resultados se esperan en los próximos días.
Abiy, premio Nobel de la Paz de 2019, que liberó a miles de prisioneros y fomentó la vuelta de los opositores en el exilio, prometió que estas elecciones generales y regionales serían las más democráticas de la historia de Etiopía.
«Sí ¡Etiopía ganará! ¡Buena suerte a todos!», tuiteó el dirigente tras reunirse este fin de semana con partidos de la oposición en Adís Abeba, la capital.
Su movimiento, el Partido de la Prosperidad, es el que presenta más candidatos al Parlamento y el favorito para obtener una mayoría y formar Gobierno tras los comicios, a los que se presentan 40 partidos y 9.500 candidatos.
«En términos de independencia de las instituciones, del proceso, de acceso a los medios, podemos decir que es mucho mejor que en las precedentes elecciones», declaró el opositor Dessalegn Chanie, uno de los líderes del Movimiento Nacional para Amhara (NAMA), la segunda región más poblada de Etiopía.
Uno de los principales dirigentes de la oposición Berhanu Nega se felicitó de la participación que «parece buena». «Esperemos que esto termine limpiamente», dijo.
En Etiopía los diputados eligen al primer ministro, que encabeza el Gobierno, y al presidente, cuyo cargo es honorífico.
«Espero que esta elección abra un nuevo capítulo que reúna a todos los etíopes para construir juntos este gran país», declaró la presidenta Sahle-Work Zewde tras votar en Adís Abeba, informó la agencia de noticias AFP.
Los comicios estaban previstos para agosto de 2020, pero debieron ser pospuestos dos veces debido a la pandemia de coronavirus y a las dificultades logísticas y de seguridad.
Alrededor de 38 millones de votantes están registrados, pero muchos de ellos no irán a las urnas, porque la votación solo se desarrolla en una quinta parte de las 547 circunscripciones.
La mayoría de estas zonas, afectadas por la violencia, insurrecciones armadas o problemas logísticos, votarán el 6 de septiembre.
Aún no se fijó una fecha para las 38 circunscripciones de Tigré, donde el Gobierno lleva a cabo una operación militar desde noviembre, que según la ONU dejó a por lo menos 350.000 personas amenazadas de hambruna.
El conflicto empaña la imagen pacificadora del primer ministro y unas elecciones que él quería que fueran el testimonio de su voluntad democrática.
En algunas circunscripciones, sobre todo en la región de Oromia, la más poblada del país, los partidos opositores boicotean los comicios para protestar por el encarcelamiento de sus dirigentes o para denunciar su falta de credibilidad.
Algunos observadores ponen en entredicho la credibilidad de los comicios, sobre todo Estados Unidos, preocupado por la exclusión de tantos votantes y por la detención de dirigentes opositores.
Egipto y Sudán, los vecinos y rivales de Etiopía, están muy pendientes del resultado.
Estos dos países se oponen a la «Gran Presa del Renacimiento», un proyecto hidroeléctrico en el Nilo Azul, motivo de orgullo nacional en Etiopía, donde se considera fundamental para su autonomía energética y su desarrollo.
Egipto y Sudán lo consideran una amenaza para su aprovisionamiento en agua.