Análisis del periodista Enrique Silva para Noticias Argentinas
Erich Fromm decía que sólo la persona que tiene fe en sí misma es capaz de tener fe en los demás. La cosmovisión del filósofo humanista judío-alemán se ajusta a la realidad de esta nueva etapa política de María Eugenia Vidal, a quien no le resultó fácil ni rápido procesar la aplastante derrota de 2019 a manos de otro porteño que la desplazó del sillón de mando de la Provincia más grande de la Argentina.
En ese año y medio de silencio mediático e introspección reorganizó su vida afectiva. Blanqueó su romance con Quique Sacco, y cerró de manera razonable la siempre inestable relación con el padre de sus tres hijos, el ex intendente de Morón, Ramiro Tagliaferro. Y en el medio barrió con la especulación «machirula» que, en los tiempos que las encuestas la mostraban como la candidata a presidente de Cambiemos (todavía se llamaba así ese espacio) que más chance tenía de ganar- le atribuyó affaires sentimentales con empresarios poderosos.
Y una vez que tuvo «la casa en orden», comenzó a escuchar su voz interior para decidir su futuro político. Porque esa sí fue una convicción íntima: Vidal siempre supo que generacionalmente está en el lote de dirigentes que tiene más proyección en el tiempo que pasado.
Para ponerle nombre, ella, Sergio Massa, Horacio Rodríguez Larreta, Martín Lousteau y Máximo Kirchner, son el recambio inexorable a Cristina Kirchner, Mauricio Macri, Lilita Carrió entre otros sub 70 todavía influencer.
El tiempo juega a su favor y ella es muy consciente de ese dato.
Por eso resistió la ofensiva sobre su persona desatada desde las barrancas de Acassuso, para que pusiera el cuerpo otra vez en la Provincia. Con elegancia, Vidal pasó la prueba de reunirse con Mauricio (como lo sigue llamando con una cuota de reconocimiento) y no salir con «daños colaterales».
En su estrategia de bridge, Macri siempre la tuvo (a Vidal) como un as de corazones que le permitiría a Juntos por el Cambio ser competitivo en el estratégico territorio bonaerense.
Teniendo en claro que quien se proclame triunfador en la noche del 14N, será el gran triunfador a nivel país.
Vale aclarar que no es que Macri la tenga a Vidal en sus oraciones. No. En la intimidad se queja con algo de amargura: «No aprendió nada de economía. Le puse a Lacunza para que le enseñara algo, pero sigue sin entender nada…».
Pero la necesitaba para frenar el poderoso aparato camporista en el Conurbano, que con la vacuna contra el Covid- 19 en una mano y la tarjeta Alimentar en la otra, tendrá un piso muy alto de votos en setiembre y en noviembre.
Aún sin saber lo que en verdad piensa Macri de su expertise en economía, Vidal ya había tomado una decisión. Después de un riguroso análisis con su equipo chico de colaboradores, María Eugenia Vidal se reafirmó en un concepto básico: para saber lo que se busca primero hay que reconocer lo que no se quiere.
Y ella no quiere volver a la batallar el inmenso territorio bonaerense y en especial volver a meter los pies en el barro – literal- del Conurbano.
Sabe que la inmensa mayoría de los intendentes peronistas y varios de Juntos por el Cambio no olvidan que fue en 2016 y durante su mandato como gobernadora, a instancia de Massa, se eliminó la reelección indefinida de intendentes, legisladores y concejales en toda la Provincia.
Por eso horas antes de viajar a Washington –sólo acompañada por Hernán Lacunza (el economista que «le puso» Macri) y Alex Campbell– dio un primer gran paso. Marcó el número de los tres presidentes de los partidos que conforman la coalición Juntos por el Cambio en la Provincia de Buenos Aires y les dijo, palabras más palabras menos, que no será candidata a primera diputada nacional en la Provincia.
Jorge Macri, Maximiliano Abad y Andrés De Leo (según la fuente consultada puede variar el orden en que Vidal realizó las llamadas) recibieron el mismo mensaje: «Por una cuestión de respeto institucional, quiero avisarles hoy que no voy a ser candidata en la Provincia. Aún no decidí si voy a participar en la Ciudad o si voy transitar desde el llano esta etapa. Todavía hay tiempo para eso».
Las llamadas provocaron un efecto derrame casi inmediato. El flamante presidente de la UCR bonaerense, Maxi Abad, quedó estupefacto. Al día siguiente del llamado de Vidal, el jueves, los dos caciques radicales del interior, Gerardo Morales y Alfredo Cornejo, ya salieron a agitar la candidatura «puramente radical y sin ningún «elemento PRO» del neurocirujano, divulgador científico y ahora pre-candidato Facundo Manes.
Un terremoto que atenta directamente contra los planes de Horacio Rodríguez Larreta, que quiere rodear y proteger la candidatura de Diego Santilli en la boleta opositora bonaerense.
La segunda derivación de la negativa de Vidal a jugar en Provincia, es que por acción refleja el tándem peronista- radical de
Emilio Monzó y Gustavo Posse podría cobrar más fuerza y pasar de ser una jugada de posicionamiento en la cartelería callejera a ser una realidad efectiva.
¿Qué hará uno de los principales armadores políticos que tuvo Vidal entre el 2015 y el 2019? .
Se supone que Joaquín De la Torre – de él hablamos- sabía con anticipación la negativa de Vidal a jugar en la Provincia.
En los días previos ya había anticipado que si la ex gobernadora daba un paso al costado él quedaría liberado para armar una «Tercera Posición» peronista por fuera de Juntos por el Cambio.
Si esa alternativa no cuajara, tal vez De la Torre podría engordar y mucho el espacio de Monzó-Posse, en especial por el fuerte ascendiente que tiene sobre una masa de dirigentes peronistas no K de la primera sección electoral, aunque lo más probable es que De la Torre termine orientando ese caudal a una eventual candidatura de Florencio Randazzo.
El otro al que sacudió la negativa de Vidal es José Luis Espert.
«Avanza Libertad» había logrado un acuerdo de palabra con Mauricio Macri y de traslación real con Larreta, para participar en la interna opositora en las PASO de setiembre y después entrar a Diputados por efecto del sistema D ´Hont.
Pero claro, una cosa era una interna Santilli versus Espert, donde éste último casi se garantizaba el ingreso al tiempo que se evitaba el desgaste de los ataques de Juntos por el Cambio por «ser funcional al kirchnerismo», y otra muy diferente es si esa interna es de cuatro (4) participantes, incluido el poderoso aparato bonaerense de la UCR que hace menos de un mes se mostró muy activo en las internas Abad- Posse.
Y si, además, por afuera finalmente Randazzo se aúpa a la estructura que le armen los díscolos peronistas que no encuentran lugar en el oficialista Frente de Todos, las cuentas no empiezan a cerrar para Espert. El riesgo de volver a quedar último o tercero en esa interna de cuatro, es muy alto.
Igual, quien más ve afectadas sus chances es Diego Santilli.
Así planteada, esa interna que en principio estaba pensada para mejorar sus chances y protegerlo, se transforma en una verdadera ruleta rusa, donde nadie puede controlar en qué tambor estará la bala.
Como pequeña conclusión, para Vidal su decisión de no jugar en la Provincia la reafirma en un concepto.
Decir que no, muchas veces es muy positivo. Y decirle que no a los deseos de su ¿ex? jefe puede implicar una liberación psicológica muy importante para el futuro de una dirigente que piensa en el sueño gran de ser Presidente, sea en el 23 o en el siguiente turno.
El jefe de la OEA, Luis Almagro, le ofrece un trabajo muy prometedor: ser jefa de misiones de contralor electoral en América Latina, tarea que Vidal hizo de manera exitosa en las pasadas elecciones en El Salvador.
Después de todo, ella quería ser diplomática cuando se anotó en la UCA para cursar Ciencias Políticas.
Si las horas transcurridas en Washington completan su valija de opciones, lo que suceda en Nueva York tendrá otro peso específico.
Allí se verá con Christian Ritondo, el jefe de Juntos por el Cambio en Diputados, y casi con seguridad también con Sergio Massa, el joker de la política nacional.
Esos almuerzos en las cercanías del Ground Zero de Manhattan terminarán de darle forma a su próxima decisión.
Si se presta a una interna contra Patricia Bullrich, en la que promete ser de esas donde corre «sangre», por más que Larreta le meta en la elección a Ricardo López Murphy y deje afuera a Javier Milei, para licuar las chances de Bullrich, o si preserva su imagen hasta la próxima estación en el ´23.
Por estas horas Vidal también tiene otra certeza. No se aplicará ninguna vacuna en territorio americano. Ni la de Pfizer, ni la Moderna y ni la de Jhonson&Jhonson.