Una insólita alianza de partidos de distintas ideologías, liderada por el centrista Yair Lapid, anunció haber llegado a un acuerdo para formar un nuevo Ejecutivo
Benjamin Netanyahu, el primer ministro de Israel, podría quedar fuera de un Gobierno, por primera vez en doce años.
Una insólita alianza de partidos de distintas ideologías, liderada por el centrista Yair Lapid, anunció haber llegado a un acuerdo para formar un nuevo Ejecutivo, minutos antes de que se terminara el plazo de negociaciones.
La coalición, va desde la extrema derecha hasta un partido árabe, logró in extremis un acuerdo para formar Gobierno. Si esa alianza se materializa, por primera vez en doce años el primer ministro de Israel no será el conservador Benjamin Netanyahu, el político que más tiempo ha ocupado el cargo en la historia del país.
La noticia llegó en los últimos minutos del día de ayer, 2 de junio, poco antes de la medianoche israelí (21:00 GMT). El líder centrista había recibido a principios de mayo el encargo de formar Gobierno por parte del presidente del país, Reuven Rivlin, después de que Netanyahu fracasara en su intento.
Al comunicar el acuerdo a Rivlin, Lapid se comprometió a trabajar «para servir a todos los ciudadanos de Israel» y a «unir todas las partes de la sociedad israelí».
Bennett, líder de la formación Yamina, defiende políticas nacionalistas religiosas y está a favor de las colonias israelíes en territorio palestino, consideradas ilegales según el derecho internacional. Habiendo ostentado el cargo de ministro de Defensa en un gabinete de Netanyahu, estaba destinado a ser su sucesor. Sin embargo, se convirtió en su verdugo político.
Desde que se conocieron los avances de las negociaciones entre los partidos opositores, Netanyahu no ha perdido oportunidad para criticar la coalición. El primer ministro la ha acusado de «poner en peligro la seguridad nacional», especialmente por el apoyo del pacifista Meretz y de los árabes Raam.
Además, no ha dejado de presionar a diputados de los partidos de derecha y de extrema derecha para que abandonen la alianza, con la esperanza de que no logren sumar mayoría absoluta en la Knesset.
El partido de Netanyahu, el Likud, logró 30 asientos en las últimas elecciones del 23 de marzo. De hecho, fue la formación que obtuvo más representación de todo el Parlamento, por lo que tendrá la posibilidad de hacer una oposición fuerte al Gobierno.
Netanyahu fue el primer encargado de formar un Ejecutivo, al liderar la formación con más escaños, pero no logró los apoyos suficientes en sus negociaciones con los demás partidos conservadores, incluido Yamina.
Las elecciones del 23 de marzo fueron las cuartas celebradas en Israel en dos años de inestabilidad, período en el que las urnas no arrojaban un resultado concluyente y obligaba a Netanyahu a establecer acuerdos inestables con otras formaciones políticas.
Estos últimos comicios, convocados de manera anticipada, fueron el resultado del fracaso de la alianza entre el Likud y el partido Azul y Blanco, quienes no lograron acordar un presupuesto general.
En manos de la nueva coalición opositora está superar estos años de inestabilidad o, al contrario, devolver a Israel a la incertidumbre política.