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Vivir en pandemia: de España a Rosario, una historia de lucha y valor


Desde que comenzó el aislamiento y a través de la red solidaria Rosario Cuida a Sus Grandes, la Municipalidad acompaña y asiste, como a María Alonso, a más de 18 mil adultos y adultas mayores

María Alonso nació en un pequeño pueblo de la provincia de Salamanca, en España, hace 84 años. La vida y sus avatares, entre los que se incluyen la Guerra Civil Española, crisis socioeconómicas, y las ansias de la entonces joven María por conocer el mundo, hicieron que su historia continúe de este lado del Atlántico. Y fue Rosario la ciudad que la recibió y la acogió, donde formó un hogar, crió a sus hijos y acabó por convertirse en una vecina más de la zona sur de la ciudad.

Con el tiempo, los hijos fueron abandonando la casa materna y más tarde, hace dos años, su compañero falleció. Esta situación, sumada a la pandemia que obligó a toda la población a quedarse en casa para evitar los contagios, trajo una profunda tristeza a María. Sin embargo, y como ya lo hiciera en otras oportunidades a lo largo de su vida, esta española valerosa se recompuso, reunió fuerzas y pidió ayuda. Lo hizo llamando a la Red solidaria Rosario Cuida a sus Grandes, el dispositivo municipal pensado para acompañar a adultos y adultas mayores de la ciudad y por el que ya pasaron más de 18 mil personas. Allí recurrió María y allí recibió la contención necesaria, a partir de la cual cada semana espera el llamado de una psicóloga que se comunica con ella.

“Esto ha sido para mí como un oasis en el desierto, que según dicen es una cosa muy linda (yo no he ido nunca a un desierto). Esto es una cosa muy fabulosa, una ayuda grandísima”, cuenta María al tiempo que recuerda cómo empezó a recibir el acompañamiento municipal: “Cuando empezó la pandemia, hacía poquito que yo había quedado viuda, y una casa que había sido de cinco personas había pasado a estar sin nadie. Miraba y veía paredes, veía techo y no había nada que se moviera. Entonces llamé y me contacté con esta doctora que no me dejó nunca, todas las semanas me llama. A mí me ha hecho mucho bien. El día en que me llama la doctora es un día un poquito más feliz que los demás”.

El acompañamiento que reciben los involucrados en la red por parte de personal especializado de la Dirección de Adultas y Adultos Mayores se constituye, en tiempos de pandemia, en un apoyo fundamental para la subjetividad de esta población, que además de recibir atención médica específica, no debe descuidar su aspecto emocional. “Yo veía todo oscuro, todo me parecía oscuro, pero desde que empecé a hablar con la doctora, empecé a ver una lucecita. Chiquita, pero una lucecita, que se va agrandando a medida que pasa el tiempo. Ella me llama una vez por semana y hablamos de cosas de la vida, de cómo estoy, qué me duele, qué no me duele, qué me anda pasando, quién me vino a acompañar”, relata María utilizando la siguiente comparación para ejemplificar lo importante que es para ella el acompañamiento telefónico: “Para mí esto ha sido una salvación, como cuando te estás ahogando y te tiran un salvavidas. Siempre estoy esperando el día en que va a llamarme la doctora. Y ese día ya estoy un poquito más feliz que los demás”.

“Estoy muy contenta y lo agradezco muchísimo. Muchísimo”, concluyó enfática.

Vivir en pandemia

La situación de pandemia y el aislamiento preventivo que se deben transitar a fin de bajar los índices de contagio pueden pesar en el ánimo de algunas personas. “Yo estaba un poquito enojada pero muy triste, porque pensaba que mucha gente grande nos íbamos a morir, pero no de la enfermedad sino de pena, porque fue algo que pasó muy de golpe”, recuerda María, quien sin embargo no afloja con los cuidados que todos y todas deben tener respecto a la prevención del Covid-19: “Yo sigo tomando todos los recaudos, salgo muy poquito, sólo lo necesario para hacer las compras cada quince días”.

María es muy consciente y predica con el ejemplo: “Estoy haciendo lo mismo que se hizo la primera vez, cuando estuvimos siempre encerrados. Mis hijos vienen y se ponen alcohol cuando vienen y cuando se van. Sólo están un ratito y no nos quitamos nunca el barbijo. Y con la chica que me acompaña, lo mismo”, asegura.

Proyectos

Más allá de las dificultades que impone la actual situación, María no deja de proyectar actividades para realizar cuando pase la pandemia. “Me gustaría ir a conversar con gente, compartir algo, una comidita, un té. Una de las palabras que yo más uso es compartir, a mí me gusta compartir todo, la compañía, la charla, un té con facturas”. En ese sentido, cuenta que desde la Dirección de Adultas y Adultos Mayores ya le han hecho llegar la variada oferta de actividades presenciales y no presenciales con que cuenta, y ya está pensando en participar de algunas de ellas cuando la situación sanitaria se lo permita, mientras espera la segunda dosis de la vacuna contra el Covid para sentirse más segura.

Cuando habla de compartir, María dice que además de compartir un té o una comida, también le gusta compartir charlas sobre actualidad y sobre recuerdos, y se despide con una imagen de aquella España de posguerra con un dejo agridulce: “Entonces no había muchas risas pero había mucho amor. Había esos brazos que te apretaban desinteresadamente”, cuenta emocionada al tiempo que recuerda con especial cariño las comidas que le preparaba su mamá.