Editorial CLG
Las acciones de los seres humanos no pueden estar sujetas a las pasiones, a la burda irracionalidad, sino a las necesidades que las circunstancias y la realidad impone. La vida no es en el quehacer cotidiano una fórmula aritmética que no falla, ni las ideologías son infalibles. En el ruedo de la existencia humana, el pragmatismo se impone (debe hacerlo) sobre el deseo y la teoría. Por eso es tan nefasto en el medio de esta pandemia que afecta al mundo, y hoy con especial crudeza a la Argentina, ser un pro cuarentena sin límites, como un anti cuarentena irrefrenable. Todo el mundo tiene derecho a pensar y decir aquello en lo que cree, pero cuando la acción pone en riesgo a la comunidad, cuando tal acción viola las normas, el derecho cesa y la acción deben ser evitada y sus ejecutantes sancionados.
La manifestación que realizó en Rosario el domingo por la tarde la organización mundial Médicos por la Verdad fue un acto irresponsable que, lamentablemente, contó en ese momento con la pasividad de las autoridades que debieron impedirla. Este martes 25 de Mayo, la organización intentó un nuevo acto en el Monumento a la Bandera y en esta caso, y como corresponde, actuó el gobierno provincial a través de la policía impidiendo el acto y deteniendo a algunos de sus organizadores.
Cabe decir, no obstante, que esas circunstancias a las que se alude en el inicio de esta editorial requieren, tal como lo han manifestado autoridades del gobierno nacional, la intervención permanente de los gobiernos provinciales y también municipales, a los efectos de hacer cumplir los protocolos sanitarios vigentes. Es una constante advertir sin embargo, en el marco de esta pandemia, a personas circular sin mascarillas, grupos que no guardan las distancias pertinentes, y un largo etcétera de acciones que deberían estar presentes y brillan por su ausencia. Como brillan por su ausencia las medidas punitorias que deberían aplicarse. En países ordenados y desarrollados, quien infringe la norma sanitaria recibe un correctivo como corresponde, aquí pareciera que todo vale.
Los más de setenta y cuatro mil muertos en el país, las familias que han quedado devastadas y tantos contagiados y hospitalizados, y además aquellos que padecen otras patologías, pero que no pueden ser internados por falta de camas, merecen el respeto que algunos sin escrúpulos o simplemente estúpidos no están dispuesto a dar. La única verdad es la realidad y la realidad impone sensatez y firmeza de los gobiernos.