A los 24 años, un mes antes de quedar embarazada, Adriana se enteró de que tenía lupus. Ese diagnóstico se sumó a los de trombofilia y púrpura, enfermedad que le detectaron cuando tenía 14
La historia de Adriana Beramendi se hizo conocida en mayo de 2020 cuando dio a luz a sus cuatrillizos sietemesinos en la Maternidad Sardá de la Ciudad de Buenos Aires.
A los 24 años, un mes antes de quedar embarazada, Adriana se enteró de que tenía lupus. Ese diagnóstico se sumó a los de trombofilia y púrpura, enfermedad que le detectaron cuando tenía 14. Con todas las precauciones por lo delicada de su salud la joven llegó junto a su mamá a Buenos Aires el 16 de marzo de 2020 para hacer unos trámites que, se suponía no iban a llevarle más de 48 horas.
Habían viajado en micro desde Salta para buscar su partida de nacimiento, con la que podría renovar su DNI, un requisito indispensable que pedían en el hospital local para el día del parto.
El decreto presidencial del Aislamiento Preventivo y Obligatorio (ASPO) y una complicación en su salud, la obligaron a quedarse varada en Buenos Aires, alejada de el papá de sus hijos Ulises, por tiempo indeterminado.
El viaje había sido agotador pero ella solo quería regresar a casa con su marido y esperar unos meses hasta que nacieran sus hijos: “Me sentía fatigada y estuvimos en un lugar pago sábado y domingo. Mi mamá me tuvo que comprar dos ampollas de heparina para la trombofilia y no pensamos que eran tan caras. Nos quedamos sin plata”, recordó a en declaraciones a TN.
En cuestión de horas, Adriana quedó internada en la Maternidad Sardá sin sospechar que pasarían seis meses hasta que pudiera reencontrarse con Ulises. Recién pudo regresar a su casa en enero de este año. “Había quedado embarazada de los cuatrillizos de manera natural, después de perder dos embarazos. Tenía miedo por las enfermedades preexistentes que habían puesto en alerta a los médicos pero también tenía mucha fe”, explica.
El 7 de mayo nacieron por cesárea los cuatrillizos Zoe, Jeziel, Adriel y Gabriel Ulises sin ninguna complicación de salud más que tener que estar en neonatología por haber nacido sietemesinos. Una vez que los miedos de que a los chicos les pudiera pasar algo se esfumaron, empezó a sentir la soledad. “Pasé tres meses sin poder ver a mi mamá y el papá de los bebés los conoció por fotos”.
Mientras los bebés ganaban peso, Adriana esperaba el reencuentro con su mamá Martha a quien pudo ver cuando los chicos cumplieron tres meses. Después pasaron tres meses más hasta que pudo volver a abrazar a Ulises. En enero, regresaron los seis a casa: ”Volver fue lo mejor que nos pudo pasar. Fue muy bonito el día que nos encontramos con nuestros familiares”.
La organización en casa no fue ni es aún fácil con cuatro bebés: “Contamos con la ayuda de mis suegros y mis cuñadas pero hay días que pueden ayudarnos y días que no”.
En medio de este contexto y pese a todo, ella es feliz con la familia que formaron. Agradece que sus bebés crecen sanos y aclara que a fin de mes les toca el control del año: “Es intenso cuidarlos porque son cuatro bebés con sus necesidades pero les damos lo mejor. Su cumpleaños lo pasamos en familia con sus abuelos y sus tíos. Hicimos algo sencillo y muy bonito”.