Según la investigación, Giménez, encargado de la banda, fue contactado por el empleado de una empresa de catering, Germán Ponce, quien actuó como intermediario de quien está imputado de encargar el crimen, el dueño del laboratorio Nutrilab, Lucas Farrugia
La decisión del dueño de un laboratorio rosarino de pagar 500 mil pesos para presuntamente asesinar a un competidor comercial dejó al descubierto «una empresa de sicarios» gerenciada desde una cárcel por un preso que organizaba crímenes por encargo, hecho que el juez de la causa no puede creer que «forme parte de la realidad y no sea una invención cinematográfica»,
De acuerdo a la investigación, la organización criminal era liderada por el detenido Fabio Giménez, alojado en la Unidad Penal 3 de Rosario, quien está acusado de acordar los «trabajos» por dinero y dar las órdenes a los ejecutores.
Para los acusadores, por un crimen ejecutado cobró 370 mil pesos, una moto y una pistola; por la planificación del asesinato del empresario había pedido 500 mil; y para balear a otra persona Giménez pasó un precio de 40 mil –tras rechazar un pago en flores de marihuana- por «tres tiro en la pierna».
«Planeaban otros atentados a comercios y estaban esperando otros encargos, pero no sabemos cuáles», dijo a Télam uno de los investigadores.
Los fiscal del caso, Luis Schiappa Pietra y Matías Edery, consideran que la organización participó el 16 de abril del crimen de Nicolás «Fino» Ocampo, quien había sido condenado como miembro de la banda del narco local Esteban Lindor Alvardo.
Por ese hecho fueron imputados hace dos semanas Giménez como organizador y Uriel Reynoso y Brian Josué González como los presuntos sicarios que cobraron 370 mil pesos, la moto y el arma con los que cometieron el crimen.
La trama del asesinato quedó al descubierto porque la Justicia Federal de Rosario había intervenido el teléfono de Giménez en una causa por drogas.
A partir de esas escuchas, los fiscales advirtieron que a Giménez le habían encargado otro asesinato, el de un empresario de suplementos nutricionales llamado Mauricio L.
Según la investigación, Giménez fue contactado por el empleado de una empresa de catering, Germán Ponce, quien actuó como intermediario de quien está imputado de encargar el crimen, el dueño del laboratorio Nutrilab, Lucas Farruggia.
Farruggia fue empleador de Mauricio L, pero tras diferencias el joven renunció y abrió su propio comercio, convirtiéndose en competidor.
En su declaración, Mauricio L. dijo que Farruggia «es una persona muy violenta, psicópata y se droga», y que antes de separarse le había dicho: «Vos sabes muchas cosas de mí y no te podes ir nunca de mi vida».
Por su parte, Mauricio L. fue atacado de tres balazos el 21 de abril en su empresa y por el ataque fue detenido unos minutos después por la Policía el imputado Reynoso, quien se cree que cinco días antes manejaba la moto desde la que fue asesinado Ocampo.
De los teléfonos secuestrados de Ponce y Giménez los investigadores obtuvieron un incesante intercambio de mensajes con fotos de Mauricio L, de su auto marca Nissan color rojo y de su domicilio, que el preso les pasaba a los sicarios para que lo siguieran y lo mataran.
El 17 de abril Giménez se comunicó con Brian Gómez, el otro presunto sicario detenido por el crimen de Ocampo, le dijo que habló con Reynoso y le ofreció 150 mil pesos.
«Me dijo (Reynoso) que queda ahí cerquita de la casa de él queda cerquita eso, es un flash me dice, pero por eso yo te pregunto a vos me entendés, si vos lo querés hacer… hay 150», ofreció el preso.
Tras el intento fallido de asesinato del 21 de abril, Mauricio L. comenzó a tener custodia y el 7 de mayo Ponce le dijo a Giménez que el empresario estaba en la fábrica.
«Yo me organicé y ahí estoy mandando a los pibes, tengo una piba ahí que está ahí afuera mirando, el auto todavía sigue ahí, (…) lo único que te digo, no te olvidés que hay custodio, porque si el custodio se retoba sabés que va a haber otro herido más», le advirtió.
El 8 de mayo Giménez le comunicó a Gómez que ante las dificultades pensaba atentar contra un hermano de Mauricio L.
«Sabés que voy hacer ahora, voy a cambiar la bocha, si le sirve el hermano», explicó Giménez en esa conversación.
Siempre en base a las escuchas que obtuvo la justicia, luego le comunicó a Ponce que el plan era atentar contra el hermano y se quejó por una presunta negativa de Farruggia.
«Amigo, pero si él la otra vez te dijo que quería que hagamos el hermano y ahora te sale con que no… decile que vamos a hacer el hermano y después yo lo hago al velorio al otro día nomás cuando lo van a velar, yo me encargo me muevo y lo hago boludo», dijo Giménez, quien pensaba matar a Mauricio en el velorio de su hermano.
Con esas escuchas, los fiscales convocaron al empresario y a su hermano y les mostraron el plan que existía para eliminarlos, previsto para el lunes 10 de mayo.
A su vez, esta semana el empresario Farruggia, Giménez, Ponce y los supuestos sicarios fueron imputados con prisión preventiva por el plan criminal.
Para el fiscal Edery, quedó al descubierto «una empresa de sicarios que se contrata (quien tiene la plata para hacerlo) para que maten gente», mientras que el juez de la audiencia, Ramón Lanzón, dijo que «los audios y las transcripciones parecen guionadas de una película».
«No puedo creer que esto forme parte de la realidad y no sea una invención cinematográfica», aseguró.