Por Claudio Muñoz. Ingeniero y docente de la carrera de Ingeniería Electrónica del ITBA.
Gracias a los avances en materia de tecnología que vivimos en la actualidad, podríamos decir que estamos a un paso de contar con «wifi» en todas partes del mundo.
Starlink es un desprendimiento de la compañía estadounidense SpaceX que surge con el objetivo de brindar internet inalámbrico, con cobertura mundial de banda ancha, veloz y a bajo costo. Para ello, el proyecto se basa en la utilización de una constelación de satélites de baja altura (LEO, por sus siglas en inglés) alrededor de la Tierra.
Hoy, para contar con servicio de internet inalámbrico debemos estar cerca de un router «wifi» o bajo la zona de influencia de una radiobase de telefonía celular. Pero, solemos quedarnos sin servicio de internet si estamos en una zona sin cobertura.
Para competir con los servicios de internet existentes (ya sea a través del servicio de las compañías de telefonía móvil o a través de fibra óptica), la condición que se le demandará al servicio de internet por satélite es la baja latencia, es decir, que el retardo que se produce entre la transmisión y recepción de la respuesta sea muy bajo.
Si bien resulta novedoso, la idea de armar una constelación de satélites de baja altura para ofrecer un servicio de comunicaciones no es nueva. En su momento, existieron proyectos de armado de una constelación de satélites LEO para ofrecer telefonía inalámbrica a nivel mundial. Pero la fuerte inversión requerida para la fabricación, lanzamiento y posicionamiento de los satélites llevó a que el costo del servicio fuera elevado y frustró el negocio.
¿Qué ha cambiado ahora para que se vislumbre a este servicio como una posibilidad de negocio? Fundamentalmente los avances tecnológicos que permitieron la realización de satélites mucho más pequeños y económicos; que junto con el uso de cohetes lanzadores reutilizables lograron reducir significativamente los costos.
Anteriormente, los cohetes lanzadores solo podían utilizarse una sola vez, ya que luego se perdían en el océano. Hoy se ha avanzado en la reutilización logrando que los mismos regresen a tierra y aterricen en plataformas.
Si bien hay muchos aspectos positivos por destacar de este proceso, también hay algunas cuestiones que no deberían dejarse de lado.
Una de ellas es: qué pasará con estos satélites cuando culmine su tiempo de vida útil. Según la compañía, los satélites están preparados para que, cuando eso suceda, se enciendan en su re-ingreso en la atmósfera y se consuman antes de una posible llegada a la tierra.
Otro importante aspecto es que si sumamos los satélites de Starlink, más los que correspondan al proyecto de Jeff Bezos (a través del Proyecto Kuiper de su empresa Blue Origin), más aquellos que ya están operando en órbita baja como ejemplo los de Globalstar; se corre el riesgo de una congestión de satélites con el peligro de colisiones entre ellos. Esto se conoce como Síndrome de Kessler.
Por último, se debe analizar qué ocurrirá con los desechos espaciales, teniendo en cuenta que en la Tierra los desechos electrónicos son un problema en sí mismos y que a pesar de la gravedad del tema, muchos países, entre ellos la Argentina, aún no han establecido un protocolo o reglamentación para su tratamiento.
Se prevé que en la Argentina el servicio de internet inalámbrico a través de los satélites de SpaceX se brinde bajo la licencia de la multinacional Tibro Netherlands B.V. Sucursal Argentina.
Para que eso ocurra, se debe definir en qué frecuencias operará el sistema en el país y establecer con ARSAT la coordinación técnica con las redes de satélites ya operando en el país. Todo este proceso puede llegar a demorar más de un par de años. Si bien hay muchos que ya se han declarado interesados en el servicio, cabe destacar que los costos no serán accesibles para todos.
Esta implementación representa una disrupción tecnológica muy prometedora que propone sustancialmente bajar los costos.
Pero, como toda novedad requiere tiempos de maduración y asentamiento en el mercado, ya que todo nuevo proceso de innovación abre las puertas a un mundo desconocido al que el hombre debe aprender, modificar y adaptarse.
Basta recordar el caso de la telefonía celular, que en sus inicios no fue ni por asomo lo que es hoy.