El brote de coronavirus deja una crisis económica empujada por una caída del empleo que especialmente golpeó a los jóvenes
Chile es uno de los países con más casos de coronavirus del continente y el colapso del sistema sanitario fue la expresión más dramática de la pandemia; sin embargo, otra herida que está dejando el brote es una crisis económica empujada por una caída del empleo que especialmente golpeó a los jóvenes, casualmente el sector social más movilizado y con mayores reclamos desde las protestas que comenzaron en octubre de 2019.
El desempleo juvenil en Chile alcanzó el 43% en el trimestre mayo-julio del año pasado, momento en que se «tocó fondo en materia laboral», según Juan Bravo, director del Observatorio del Contexto Económico de la Universidad Diego Portales (OCEC-UDP), quien comparó en diálogo con Télam ese pico con la actual tasa del 24%.
En total, los jóvenes chilenos, los mismos que hace ya un año y medio reclaman mayor igualdad y mejoras sociales y económicas en las calles, perdieron casi 270.000 puestos de trabajo el año pasado.
«La pérdida de trabajo de los jóvenes se debe a la baja en la actividad en rubros tales como el comercio, el ocio, el turismo, donde trabaja la gran mayoría de jóvenes chilenos», explicó, por su parte, a la agencia Marcelo Mella Polanco, politólogo de la Universidad de Santiago de Chile.
Además, destacó que las cuarentenas «han afectado severamente la actividad económica en esas áreas, que son precisamente las áreas que dan trabajo a la mayor cantidad de jóvenes».
Para Bravo, en tanto, aún en la recuperación gradual de los últimos meses, los jóvenes siguen perdiendo.
«La tasa de desempleo juvenil es mucho mayor al promedio nacional y, si miramos la evolución del empleo en el segmento de 15 a 24 años, el crecimiento anual ha sido negativo y ha caído en 27,8% anual, mientras que en el caso del empleo total, ha caído 9,9%».
El dato del desempleo en jóvenes chilenos se agrava aún más cuando se analiza sólo a las mujeres.
«En general, las mujeres registran aproximadamente un 5% más de desempleo juvenil que los hombres en Chile», reveló otro estudio realizado por José Irrazabal, jefe de carrera de Ingeniería Civil Industrial de la Universidad de Valparaíso, sobre la evaluación de la situación entre 1996 y 2019, con datos del Instituto Nacional de Estadística (INE).
El Gobierno de Sebastián Piñera reconoció el creciente problema del desempleo, aunque no puntualizó en los jóvenes ni en la brecha que ya existía antes de la pandemia.
«No descansaremos hasta recuperar los 896.000 empleos que faltan, los que se concentran en sectores especialmente golpeados por esta crisis, como son el comercio, alojamiento y servicio de comidas y los hogares como empleadores. Seguimos trabajando en esa dirección», prometió el ministro de Economía, Lucas Palacios, en su cuenta de Twitter.
El nivel de empleo entre los más jóvenes podría comenzar a mejorar un poco ya que el jueves pasado las comunas (barrios) con más comercios y shopping abrieron sus puertas de lunes a viernes y también se vive un pequeño repunte de emprendimientos digitales, iniciativas que han sido concretadas por jóvenes y promocionadas en redes sociales para palear lo perdido.
Pero hasta ahora no parece haber ningún plan oficial o propuesta opositora clara para atacar las consecuencias específicas de la pandemia sobre un problema que ya existía: un mercado laboral cada vez más inalcanzable para los jóvenes.
Bravo destacó que en Chile un factor que dificulta el acceso al trabajo a los jóvenes es «la institucionalidad laboral y las regulaciones laborales».
«Este tipo de legislación perjudica a los jóvenes ya que al momento de tener que hacer desvinculaciones los jóvenes salen más baratos que las personas que llevan muchos años en la empresa, que son más caras de despedir», explicó el académico.
Esta parte de la población en Chile tomó un renovado protagonismo en la escena política nacional luego que un grupo de estudiantes secundarios comenzara a evadir el pago del Metro de Santiago, el subte de la capital, los primeros días de octubre de 2019, como forma de protesta en el aumento de 30 pesos chilenos (4 centavos de dólar) en el costo del pasaje.
Esa protesta, reprimida por Carabineros, enfureció a todo el país y originó el estallido social del 18 de octubre que puso en jaque al segundo Gobierno de Sebastián Piñera y que aún marca la agenda nacional, con la elección de constituyentes este mayo.
Lo que comenzó con una evasión del subte de 80 estudiantes secundarios del Instituto Nacional, terminó en protestas y reclamos políticos, sociales y económicos de todo un país, que obligó a la clase política a firmar un Acuerdo por la Paz.
Este acuerdo logró iniciar un proceso constituyente, que empezó con el plebiscito del 25 de octubre de 2020, donde ganó el Sí a una nueva constitución, con casi el 80% de los votos.
«Muy probablemente las próximas elecciones en Chile van a tener que entregar propuestas programáticas de políticas para incentivar la contratación de jóvenes, que en este momento están paralizados, algunos de ellos incluso han dejado de buscar trabajo o están trabajando en actividades informales», opinó el politólogo Marcelo Mella.
Por su parte, Bravo destacó que «lo que se va a decidir en Chile en esta Convención Constituyente son las nuevas reglas del juego para muchas cosas, pero en particular para el entorno económico y estas reglas del juego que van a regir son vitales para saber que va a ocurrir con el mercado laboral».
En la Convención Constituyente «se va a jugar mucho del futuro del mercado laboral y en particular el desempeño del mercado laboral juvenil», agregó.
Chile elegirá 155 convencionales constituyentes el 15 y 16 de mayo y los jóvenes presentaron sus propios candidatos a la Convención Constitucional, como Ignacio Cortés, el candidato más joven del país con 18 años y la promesa de «darlo vuelta todo».