Espectáculos

Damián Kuc sale de «Picnic» por las redes donde halló «trabajo más allá del entretenimiento»


Exestudiante de criminología y standapero en su Resistencia natal, Kuc comenzó a producir y compartir sus contenidos motivado por la intuición y la curiosidad

El chaqueño Damián Kuc, creador de contenidos digitales, que co-conduce «Picnic en el Piso Doce», un ciclo musical para apoyar la reactivación de la escena artística, confesó que su vida «cambió por completo» a partir de la explosión en internet de ‘Historias Innecesarias’, su ciclo de micro documentales que ya fueron vistos por millones de personas.

«Me di cuenta de que en internet había todo desde el primer día que tuve acceso allí. Me dí cuenta que podía darle un uso laboral más allá del entretenimiento y que era un sitio que borraba los límites y barreras», reflexionó Kuc en charla con Télam.

Exestudiante de criminología y standapero en su Resistencia natal, Kuc comenzó a producir y compartir sus contenidos motivado por la intuición y la curiosidad que lo llevaron a sumergirse en las profundidades de internet.

Ahora, además, comparte con la periodista Paula Echeverría, un músico invitado y con la participación del filósofo Darío Sztajnszrajber, «Picnic en el Piso Doce» un espacio con canciones en vivo que se interpretan desde lo más alto de un edifico porteño mientas cae la tarde y que cada miércoles a las 19 sube un nuevo episodio a YouTube.

Télam: ¿Cobra una dimensión especial hacer un programa con música en vivo en tiempos de pandemia?

Damián Kuc: Ya desde un principio me parecía increíble imaginarme en un programa al cual iban a ir músicos y músicas que yo escuchaba; era como un delirio. Hacerlo en un contexto pandémico también era muy loco porque habían pasado meses sin poder ir a un recital a escuchar música en vivo.

T: ¿Aceptar la propuesta significó para vos salir de determinada zona de confort?

DK: No me asustó para nada imaginarme en este nuevo rol, porque ya estoy acostumbrado al tema de las cámaras. Aunque sí fue diferente cuando llegué y me encontré con todo lo que conlleva una puesta en escena para algo de esta magnitud. No sentí que fuera salir de la zona de confort, porque me interesaba incluso hacer algo diferente, porque es hasta necesario.

T: En tus contenidos siempre le diste lugar a la música, desde el piyama oficial de Bersuit Vergarabat que usaste para conducir, pasando por los capítulos dedicados a Kiss y los Ramones en Argentina, hasta el portal que creaste años atrás sobre Recitales en Resistencia. ¿De qué manera te acompañó la música todo este tiempo?

DK: El arte en todas sus formas sirvió de refugio para escondernos un poco de todo el delirio y la incertidumbre que genera una pandemia. Hoy en día escucho de todo, depende mucho el día y el estado de ánimo, y puedo pasar de los Arctic Monkeys a Louta, Usted Señálemelo, Bándalos Chinos, El Kuelgue y, por ahí de repente, me voy a Metallica, Linkin Park, Queen. Varía un montón. La elección depende mucho de lo que tenga que hacer en el día, aunque tampoco lo voy a negar: hay días en los que amo estar en silencio absoluto.

T: ¿Cuál fue el episodio que más disfrutaste hacer en «Picnic…»?

DK: Por una cuestión de historia personal, de una adolescencia repleta de shows de Bersuit, de ir a verlos a dónde y cuándo se pueda, el de «Cóndor» Sbarbati me pareció un flash.

T: Tus contenidos explotaron durante el último tiempo, ya entrada la pandemia ¿Qué interrogantes te abre el futuro en relación al regreso a una supuesta normalidad?

DK: El principal interrogante que tengo respecto de la situación actual es que no me preocupa en absoluto; al contrario, ansío un regreso a la normalidad, pero me genera mucha incertidumbre y preocupación cuándo va a ser eso. Es ultra hippie lo que voy a decir, pero vivo mucho el día a día. Justamente, venía flasheando mucho y preocupado con el futuro, y la pandemia nos demostró que uno puede planear algo un montón y después, cuando se da vuelta todo, no está a tu alcance arreglarlo. Empecé a disfrutar más lo que estaba haciendo y dejé de pensar tanto en el futuro, porque así es como uno nunca termina de disfrutar todo el recorrido. Fue algo muy loco estar de repente dedicándome a algo que no nunca pensé que se iba a transformar en mi trabajo.

T: Ya superaste la barrera del millón de suscriptores, pero ¿cuánta atención le dedicas a las críticas o los comentarios negativos de los haters?

DK: Internet es una cosa espectacular que nos dio herramientas imposibles de enumerar de tantas que son y la posibilidad de tener acceso a toda la información que querramos. El precio es que cualquiera puede opinar y decir lo que quiera de uno o de lo que hace y me parece perfecto que así sea. En internet hay gente mala como la hay en todos lados. ¿Por qué va a ser la excepción? Más aún cuando uno se puede refugiar en el anonimato. Hace mucho tiempo, entendí que hay que priorizar al que te tira buena onda. Por supuesto que uno a veces es un poco masoquista y se pone a buscar, a leer y a sumergirse en la mierda. Está bueno también escuchar las dos campanas, porque sino uno se encierra en una burbuja donde todo es perfecto y a donde todos les gusta lo que hacés. Y no hay nada más tóxico y venenoso que eso.