Los restos del periodista, quien murió a los 73 años por una complicación en su cuadro de coronavirus, fueron inhumados en el cementerio de La Tablada
Los restos de Mauro Viale fueron trasladados al cementerio de La Tablada este lunes al mediodía en un cortejo fúnebre acotado, al que solo pudo asistir parte de su familia, ya que quienes habían estado con el periodista en los días previos a su internación deberán permanecer aislados por haber sido contacto estrecho, hasta que se determine si tienen COVID-19.
Por esa razón, del cortejo solo pudieron participar su hijo, el también periodista Jonatan Viale, y su esposa Micaela. Ivana Viale había estado con su papá en la noche del viernes, cuando el conductor comenzó con los primeros síntomas de la enfermedad, y debido a esa circunstancia tuvo que aislarse para evitar la propagación del virus, en caso de tenerlo. Lo mismo ocurre con su marido, quien es productor del programa que Mauro tenía en América, y también estuvo en contacto con él en las últimas horas.
Leonor Schwadron, la esposa de Mauro, quien estuvo a su lado durante casi medio siglo, tampoco pudo darle el último adiós en el cementerio. Ni siquiera estuvo a su lado en los días en los cuales Viale permaneció en el Sanatorio Los Arcos. Lo mismo ocurrió con otros integrantes del ciclo periodístico, impedidos de acercar sus condolencias al querido conductor.
Mauro y su mujer, quien solía acompañarlo como psicóloga en varios de sus programas, se conocieron cuando tenían 18 años. Juntos crecieron, se convirtieron en padres y luego en abuelos de cuatro nietos (dos hijos de Ivana y dos de Jonatan).
“Ella es muy amada en la familia”, suele enaltecerla Jony, hablando de quien ha mantenido un perfil bajo a lo largo de cinco décadas pese a la popularidad de su marido y las apariciones televisivas propias. Leonor logró construir un hogar –en el departamento de Palermo que habitaron por años– pese a la pasión que Viale le dedicó al trabajo: su esposo era un workaholic –como lo definía Jonatan– y ella conseguía que equilibrara la balanza, que encontrara con sus nietos el tiempo de calidad que, tal vez, no les había brindado a sus hijos.
Mauro falleció el domingo en el Sanatorio de los Arcos, donde estaba internado desde el sábado, tras presentar el viernes por la noche síntomas compatibles con coronavirus. El conductor había recibido el jueves la primera dosis de la vacuna contra el COVID-19; es por eso que apenas comenzó a sentirse mal, relacionó su malestar con las consecuencias de la vacuna.
“Hoy fui a vacunarme y lo primero que hicieron fue tomarme la temperatura. Ahí me avisaron que podía llegar a darme fiebre. Están meta llamarme para preguntarme si tuve fiebre porque es muy peligroso que la vacuna actúe con ese efecto secundario. No tengo fiebre”, indicó el periodista la semana pasada.
El viernes hizo su programa pero no se sentía bien. “Se le cerraban los ojos, pero pensamos que era por eso”, indicó Liliana Caruso, su compañera. Al terminar su jornada laboral, el periodista se hizo un testeo que más tarde arrojó un resultado positivo, por lo que los médicos decidieron internarlo.
Horas más tarde de haber ingresado al centro médico, sus allegados informaron que había sido trasladado a sala común y que desde allí se comunicaba con su familia y colegas. Recibió los especiales presentes que le enviaron sus cuatro nietos: le hicieron dibujos a su abuelo para que los sintiera cerca a pesar de la distancia. Como periodista de raza, además, prendió el televisor para ver su programa. “Ojo que nos está mirando, así que no lo hagamos enojar”, bromearon Mariano Yezze y Mercedes Mendoza, quienes lo reemplazaron en su ciclo el domingo por la tarde.