Por Carlos Duclos
Caminó al encuentro de su amiga, con la espalda cansada por el peso de la noticia, con el rostro desencajado por la desazón, con el corazón desesperado. Cuando las dos se encontraron, el gesto de ella lo decía todo: a la pequeña de apenas tres años le habían diagnosticado cáncer.
Estas líneas preliminares no son una ficción, es la triste realidad que vive una pareja y que viven muchos papás a lo largo y lo ancho del planeta ¿Por qué tanta cantidad de personas están contrayendo enfermedades de riesgo? ¿Por qué tantos niños y jóvenes se enferman de males de alto riesgo como el cáncer? Uno está acostumbrado a escuchar a funcionarios decir que no hay estadísticas, que no es tan así como se sostiene. La verdad a veces se encubre, se tapa porque no conviene al mal.
Me quedo con las palabras de varios médicos amigos, eminentes, quienes aceptan que hay proliferación de enfermedades de riesgo como el cáncer y que en muchos casos se debe “al ritmo de vida que se lleva”, con todo lo que ello significa: estrés, contaminación y, por mi parte, sostengo que algo más.
El sistema está matando a la humanidad
Como dispongo de escaso espacio y no puedo atreverme a un ensayo, diré sin vueltas, sin ambages, que, más allá de causas naturales que desde luego siempre están, el “mercado”, el “sistema” está matando a buena parte de la humanidad.
Es conocido el impacto negativo del estrés en el organismo; se sabe de los efectos de la contaminación electromagnética, pero poco se dice de un monstruo que anda por todas partes “mutando el organismo de los seres vivos, especialmente, muy especialmente, del hombre”: los disruptores endocrinos.
El doctor Nicolas Olea, de la Universidad de Granada, entre otros científicos dice que “se trata de sustancias químicas, de contaminantes ambientales, generalmente hechas por el hombre y la industria del hombre y que una vez dentro del organismo modifican el equilibrio de las hormonas. Las hormonas, como se sabe bien son mediadoras químicos que conectan un órgano con otro y mandan o son señales químicas. Estas señales químicas pueden ser interferidas, aumentadas, disminuidas por otro compuesto químico que utiliza o que se planta en su lugar. El fenómeno es que hay algunas consecuencias biológicas de esa interferencia. O que algún sistema hormonal se ve acentuado con mayor función o que algún sistema hormonal es deficitario porque las sustancias químicas, los disruptores endocrinos en este caso, bloquean a la actividad de la hormona”.
Causantes de muchos males
Los disruptores endocrinos causan estragos y afectan la salud reproductiva femenina, provocan cáncer de mama, disminución de la fecundidad. La salud reproductiva masculina también se ve afectada con malformaciones en genitales de bebés, cáncer de testículo y próstata; problemas en el metabolismo tales como obesidad, diabetes; provocan enfermedades cardiovasculares y alteraciones y enfermedades neurológicas, entre otras patologías como neurodegenerativas, alteración emocional, desequilibrio psicológico y varios tipos de cáncer.
Los disruptores endocrinos mutan la esencia natural del ser humano y matan. Es por eso que a medida que las urbes se llenan de nuevos productos y tecnología para la estupidez y el mal, se advierten más cambios morfológicos, enfermedades y desequilibrios emocionales. Pero claro, al “mercado”, al “sistema”, no le conviene que esto se sepa demasiado porque para la “bestia” primero está la plata, el oro. A la “bestia” (léase mercado o sistema) lo único que le interesa es “vender”, la salud del hombre, el destino de la más maravillosa criatura creada por Dios no importa. Está claro: el mal está destruyendo a la humanidad. Y en este proyecto fatal no hay ideologías políticas, porque unos por perversidad y otros por estupidez y algunos más de un lado y del otro por servir al demonio (lisa y llanamente) siguen adelante con la cultura de la muerte.
Dónde se encuentran los disyuntores endocrinos
El disyuntor endocrino si no mata muta. Se ha logrado comprobar, por ejemplo, que el pesticida atrazina causa que las ranas macho se conviertan en hembras, amenazando sus números porque no se reproducen ¿De qué forma, pues, podrían influir en la vida humana? Y aquí surge otro interrogante que puede parecer paranoico: ¿podrían ser empleados ex profeso estos productos por cierto poder oscuro para controlar la natalidad?
Este asesino silencioso, este causante de males extraordinarios, se encuentra en muchos elementos que lanzan al mercado diversas industrias, a saber: pesticidas, alimentos enlatados, plásticos de todo tipo (incluidas botellas descartables), juguetes, biberones, alimentos contaminados, cosméticos, etcétera. Sin embargo, es abundante en el BPA que son las siglas con las que se denomina al bisfenol A, un compuesto utilizado en la fabricación de plásticos.
La industria presiona
Algunos países comienzan a prohibir cierta mercadería, basándose en investigaciones serias, pero la industria presiona con mucho dinero a legisladores y funcionarios (¡qué importa la vida si la muerte y la mutación traen dinero! ¿no?). Estas industrias, además, aportan sus propias investigaciones las que, por supuesto, son parciales.
Algunas sugerencias de Medios especializados
Para mitigar el impacto de estos disruptores se aconseja:
• Utilizar botellas de agua de cristal o acero: cuando el BPA entra en contacto con el cloro del agua, libera compuestos de cloro y BPA que son entre 10 y 40 veces más estrogénicas que el BPA solo.
• Cuidado con las latas: las latas tienen un recubrimiento interior de resina de epoxy que tiene BPA. No almacenes las latas durante mucho tiempo y sobre todo nunca las utilices para calentar comida o para guardarla en el frigorífico. Pasa la comida cuanto antes a un contenedor de vidrio o cerámica.
• Cuidado con las botellas de aluminio: las botellas de agua de aluminio, muy comunes para salir al campo o la montaña, suelen tener un revestimiento interno de resina que contiene BPA. Algunas marcas reconocidas como SIGG han sustituido este revestimiento con otro sin aditivos, pero esa que has comprado fabricada en China puede no ofrecer las mismas garantías. El acero inoxidable es una opción mejor.
• Cuidado con calentar el túper: los contenedores de plástico baratos (tacto más blando) suelen estar fabricados con polietileno de baja densidad, que curiosamente es bastante seguro y no contiene BPA. Sin embargo, los fabricados con policarbonato, que son más duros, sí suelen contener BPA o sus sustitutos.
• Cuando uses el microondas emplea siempre contenedores de vidrio o cerámica: la exposición al calor, por ejemplo en el microondas, puede liberar BPA en tu comida. Si tu comida contiene grasa el problema se agrava porque el BPA es liposoluble.
• No reutilices vasos, contenedores, platos y cubiertos de plástico desechables: las altas temperaturas del lavavajillas hacen que los plásticos liberen BPA, especialmente esos que no tienen una inscripción clara que indica que son resistentes al lavavajillas. Pásate al acero inoxidable, la cerámica y el cristal.
Como se sugirió precedentemente, está por verse si algún poder oscuro no utiliza estos disruptores con fines inconfesables (como control de la densidad demográfica). Después de todo se libran guerras con dos propósitos: obtener ganancias económicas por la venta de armas y aniquilar sociedades reduciendo así el número poblacional, preocupación del «poder mundial o demonio».