Las elecciones están marcadas por la confrontación entre oficialismo y oposición y las normas para evitar que avance del coronavirus
A cuatro meses de la recuperación del Gobierno de Bolivia por parte del Movimiento Al Socialismo (MAS), unos 7,1 millones de ciudadanos empadronados participarán este domingo de las elecciones de gobernadores para los nueve departamentos (provincias) y alcaldes para los 336 municipios del país, entre otros cargos, en comicios marcados por la confrontación entre oficialismo y oposición y las normas para evitar que avance la pandemia de coronavirus.
Con las heridas por el golpe de Estado contra Evo Morales abiertas, y las acusaciones de violaciones a los derechos humanos durante el Gobierno de facto de Jeanine Áñez en manos de la Justicia, los bolivianos vuelven a las urnas para elegir autoridades regionales con un escenario más diverso que en los comicios nacionales del 18 de octubre de 2020.
Además de gobernadores y alcaldes, también se eligen asambleístas por departamento y concejales de los municipios.
Las organizaciones políticas que participan en las subnacionales registraron 20.000 candidaturas para unos 5.000 cargos públicos, según el Tribunal Supremo Electoral (TSE).
Por lo pronto Morales, en su rol de presidente del MAS y jefe de campaña, se encargó de poner la vara muy alta para su propia fuerza al afirmar que en las elecciones de mañana el oficialismo ganaría la mayoría de las gobernaciones departamentales y «más de 300 municipalidades».
Los números que anticipan los sondeos de intención de voto, de los que Morales descree, son menos generosos, aunque casi con certeza el MAS tendrá más gobernaciones que los partidos de oposición y una amplia mayoría de municipalidades, pero no tantas como vaticinó el líder partidario.
Por lo pronto, dos candidatos populistas de derecha se perfilan para ganar en Santa Cruz, con Luis Fernando Camacho, y en Cochabamba, con Manfred Reyes Villa, mientras que en La Paz aparece como el candidato mejor posicionado Iván Arias, exministro de Obras Públicas del Gobierno de facto de Jeanine Áñez, en contraposición al masista César Dockweiler.
Así, el presidente Luis Arce tendría que gobernar con varios gobernadores y muchos municipios alineados con el oficialismo, pero con opositores al frente de las principales departamentos y municipios, un escenario que en definitiva no es nuevo para el MAS, ya que Evo Morales gobernó en la misma situación. Además, también es verdad que las fuerzas de oposición no han conseguido armar una coalición.
El otro foco de atención política será en la disputa de la alcaldía de El Alto, ciudad lindera a La Paz, donde marcha al frente Eva Copa, una ex masista que no aceptó que la bajaran de la candidatura, rompió lanzas y se presenta con la agrupación local Jalalla.
Copa se esperaba que apareciera como un demorado recambio generacional en la dirigencia masista, pero los observadores locales marcan que en la campaña la extitular del Senado no exhibió un discurso renovador desde la izquierda sino que pareció mimetizarse con el resto de las fuerzas de opositoras.
El caso es que como Bolivia es un país muy regionalista y que contiene diversas culturas, en las elecciones de los gobernadores y alcaldes hay factores locales que cobran peso frente a los nacionales. Tal vez lo más unificador de este acto electoral sean las medidas de precaución para evitar que se conviertan en un foco de contagios.
Las disposiciones de prevención contra la Covid-19 del TSE indican que los votantes deberán realizar tres acciones preventivas antes de sufragar: quitarse el barbijo por unos segundos para mostrar la autenticidad del documento que presenten a las autoridades y marcarse con tinta el pulgar derecho con el uso de un hisopo, además de mantener distancia social en el recinto electoral.
«En el momento que se aproxima a la mesa, el elector recibe en sus manos alcohol en gel, luego muestra su carnet anverso y reverso, y por un segundo debe quitarse el barbijo para que el jurado verifique la propiedad del documento», sostuvo el capacitador nacional del TSE, Álex Quispe, en declaraciones a la prensa.
Estas medidas ya fueron aplicadas en las presidenciales de octubre pasado y fueron calificadas de «exitosas» por la Organización Panamericana de Salud (OPS).
Quispe explicó que solo los electores habilitados en un recinto electoral podrán ingresar a los mismos, pues habrá personal que hará un estricto control para hacer cumplir el uso de barbijos en todo momento, así como la distancia de un metro y medio entre las personas.
Los vendedores de alimentos y golosinas, que forman parte del paisaje en cada elección, tendrán que estar apostados al menos a cien metros de los centros de votación, para evitar aglomeraciones.
Otra medida de bioseguridad es la votación fraccionada por horarios, de acuerdo con la terminación del número del documento.
De 8 a 12.30 podrán votar los electores con documentos terminados del 0 al 4 y de 12.30 a 17 quienes tengan documentos que terminen del 5 al 9.
«Se espera que la población cumpla con los horarios para que no haya aglomeración», afirmó Quispe, y aseguró que no está prohibido emitir el voto en cualquiera de los grupos por situaciones excepcionales.
El capacitador nacional del TSE explicó que una vez que el elector haya votado deberá recoger su certificado de sufragio de la mesa y luego abandonar el recinto electoral, casi de inmediato para evitar una posible aglomeración.