La mirada sigue puesta en el debate del jueves próximo de la OMC, en la que un centenar de países volverá a la carga con la exención de patentes hasta que se dé una vacunación a escala global
La decisión de Italia de impedir la salida de vacunas de AstraZeneca con destino a Australia y la admisión del Covax, el mecanismo armado para garantizar dosis en los países más pobres, de que hará menos entregas de las pactadas, constituyen dos marcas que evidenciaron el inicio, hasta acá solapado, de que la batalla por adueñarse de inmunizadores ya es indisimulada, al punto que Europa venció sus propias resistencias y empezó a analizar a la rusa Sputnik V.
En medio de la suba de casos y de nuevas restricciones, el ente regulador europeo empezó a revisar los datos de la Sputnik V, aunque algunos países ya la están utilizando, y Rusia vio la oportunidad de generar un acercamiento con el bloque, mientras otras naciones alentaron alianzas «por afuera» en busca de sumar producción para su población.
A Italia le tocó el rol del gendarme malo: el jueves le impidió a AstraZeneca exportar vacunas por haber incumplido el contrato de suministro con la región, y apenas un día después Francia insinuó, a través de su ministro de Salud, Olivier Veran, que su Gobierno podría tomar decisiones similares.
Cada uno de esos hechos y la nueva exhortación del jefe de la Organización Mundial de la Salud (OMS), Tedros Adhanom Ghebreyesus, a los países ricos para que abandonen sus enfoques de «primero yo» y apoyen la exención temporal de los derechos de propiedad intelectual de las vacunas que se debatirá la semana próxima suman en el mismo sentido: alimentar la batalla por conseguir dosis.
«De las 225 millones de dosis administradas hasta ahora, la gran mayoría se dieron en un puñado de países ricos y productores de vacunas, mientras que la mayoría de los países de ingresos bajos y medianos miran y esperan», indicó Tedros el viernes, en un artículo de opinión publicado en el diario The Guardian.
El reclamo del titular de la OMS es, a esta altura, inocuo y una postal del nuevo cuadro es la decisión de Roma de bloquear la salida de vacunas hacia Australia por la falta de dosis en el continente, una medida que, según el Gobierno de Mario Draghi, fue aprobada por la Comisión Europea (CE).
«Se puede decir que estamos en el ambiente internacional más competitivo desde la Segunda Guerra Mundial», lo sintetizó el ministro de Salud australiano, Greg Hunt.
La Agencia Europea del Medicamento (EMA) que está en proceso de revisión rápida del antígeno de CureVac desde mediados de febrero, comunicó que empezó a examinar la vacuna rusa Sputnik V, etapa crucial con vistas a su aprobación en la UE.
Y Moscú recogió enseguida el guante: no solo ofreció 50 millones de dosis a partir de junio, a través del titular del Fondo de Inversión Directa, Kirill Dmitriyev, sino que fue aún más allá y juzgó que el acercamiento sanitario «puede ser un puente» en las resquebrajadas relaciones UE-Rusia.
Es que la prisión del opositor ruso Alexey Navalny agravó más los de por sí lastimados vínculos bilaterales, y una negociación, aunque fuera por vacunas, al menos obligará a una mesa de discusión.
En la búsqueda de variantes para salvar la escasez, Israel, Austria y Dinamarca anunciaron una alianza para desarrollar y producir una nueva generación de fármacos contra el coronavirus, iniciativa criticada por Francia, que consideró que el «marco europeo» era más apropiado para garantizar la «solidaridad» dentro de la UE.
Todos los elementos y las decisiones exhiben la erosión del bloque de 27 socios de la UE, y eso que aún no se avanzó con la de por sí polémica cuestión del «pasaporte sanitario» que algunos gobiernos levantan como una forma posible de reabrir fronteras.
En paralelo, la alianza Covax tuvo, aún con entregas reprogramadas y menos dosis de las que pretendía, un arranque prometedor para aquellos países que están fuera del radar de las potencias y con escasos recursos como para pelear partidas a las naciones ricas.
A principios de febrero, Covax había informado que Latinoamérica recibiría 31.890.110 de dosis de la vacuna del laboratorio sueco-británico AstraZeneca y de su socio de India, el Instituto Serum, pero la demanda excedió la capacidad productiva y la presión de la UE ralentizó las entregas acordadas.
Un comunicado del mecanismo ideado por la OMS menciona ahora una nueva distribución «basada en el conocimiento actual de la oferta» y detalla que en América Latina por el momento el volumen de vacunas se redujo desde 31.890.110 de dosis hasta 25.594.510.
Con todo, gracias al Covax empezaron sus operativos de vacunación Ghana, Costa de Marfil, Corea del Sur, Guinea, Senegal, Kenia, Angola, República Democrática del Congo y Nigeria. En América Latina, Colombia fue el único país al que llegó un lote de 117.000 dosis y en Europa arrancó con Moldavia.
La mirada sigue puesta en el debate del jueves próximo de la OMC, en la que un centenar de países volverá a la carga con la exención de patentes hasta que se dé una vacunación a escala global. Para quienes gustan de los símbolos, la discusión coincidirá con el primer aniversario de la declaración del coronavirus como pandemia.