La vicepresidenta utilizó el recurso ante interrupciones de la oposición durante el discurso del presidente Fernández en la apertura del período de sesiones ordinarias del Congreso
La vicepresidenta Cristina Fernández de Kirchner siguió atentamente los detalles del discurso presidencial en la apertura del período de sesiones ordinarias del Congreso y buscó aplacar ánimos con acotaciones de humor y gestos contenedores hacia al presidente Alberto Fernández ante interrupciones de la oposición durante las dos horas en que se extendió la Asamblea Legislativa.
Ataviada con un vestido floreado en tonos beiges y collar dorado de perlas, la vicepresidenta abrió la Asamblea Legislativa a las 11.30 tras ingresar al Palacio Legislativo por la explanada de la calle Entre Ríos, donde se detuvo unos segundos para saludar a los escasos militantes que se habían acercado a las escalinatas del Congreso, en un marco en el que desde el Gobierno se disuadió de realizar movilizaciones y grandes concentraciones por la pandemia de coronavirus.
De buen humor e intercambiando bromas con el secretario parlamentario Marcelo Fuentes, Fernández de Kirchner dio por abierta la Asamblea media hora antes del arribo del Presidente e ignoró con una sonrisa el reproche del diputado de PRO Fernando Iglesias, que le gritó desde su banca que se colocara el barbijo.
«Vamos a dar lectura al listado de legisladores de las comisiones que recibirán al Presidente porque somos muy eficientes, ya lo teníamos previsto», ironizó la presidenta del Senado, con el titular de la Cámara de Diputados, Sergio Massa, a su lado.
En el tramo más tenso del mensaje, cuando el presidente Fernández respondió ante una nueva interrupción del diputado Iglesias con reproches sobre la emisión monetaria, la vicepresidenta le tomó el brazo al jefe del Estado en un gesto con el que buscó poner paños fríos para que el mandatario no replicara la provocación del legislador opositor.
Cristina Fernández recibió al primer mandatario en el Salón Atrio del Palacio y luego de un choque de puños lo escoltó hacia el Salón Azul, donde se firmó el tradicional libro de actas.
Durante las dos horas en que se extendió el discurso del Presidente, Fernández de Kirchner oyó atentamente los detalles de los anuncios formulados, con gestos de asentimiento en algunos tramos del mensaje, como los referidos a las obras públicas y a las conquistas logradas en materia de igualdad de género.
En el único segmento en que su rostro exhibió un gesto adusto fue en el momento en el que el jefe del Estado mencionó los casos de espionaje ilegal que se le atribuyen al gobierno macrista.
Casi en el final, cuando el mandatario elogió la asignación universal por hijo creada durante su presidencia, Fernández de Kirchner agradeció con una sonrisa y un ademán el aplauso de la bancada oficialista.