Esta declaración marca la postura internacional de Biden, muy alejada a la de Trump. La ONU y Arabia Saudita celebraron el anuncio sobre Yemen
El presidente de Estados Unidos, Joe Biden, prometió este jueves «contrarrestar» el autoritarismo de China y Rusia, consideró que debe terminar la guerra en Yemen, por lo que dejará de apoyar a Arabia Saudita, y reclamó a los militares de Myanmar que ocuparon el gobierno que «renuncien al poder» y liberen a los activistas y funcionarios detenidos.
«La diplomacia está de vuelta», remarcó Biden en lo que pareció toda una definición de su futura política en materia de Relaciones exteriores, durante su primera visita al Departamento de Estado en Washington.
«Estados Unidos está de vuelta. La diplomacia está de vuelta. Ustedes están en el centro de todo lo que yo planeo hacer», afirmó Biden escoltado por la vicepresidenta Kamala Harris, en otro cuestionamiento tácito a la política aislacionista de su antecesor, Donald Trump.
En línea con lo que había señalado hace semanas el titular del Departamento, Antony Blinken, Biden también subrayó que «las alianzas de Estados Unidos son el gran activo, y liderar con diplomacia significa estar hombro a hombro con los aliados y socios claves una vez más», reprodujo un despacho de la agencia AFP.
Quizás lo más impactante del discurso del mandatario fueron los conceptos relacionados a China y Rusia, los dos gigantes con los que el país rivaliza hace años.
Estados Unidos debe «estar ahí frente al avance del autoritarismo, en particular las crecientes ambiciones de China y el deseo de Rusia de debilitar nuestra democracia», afirmó, y fue aún más allá al reseñar que en su conversación telefónica con su par Vladimir Putin habló de la cuestión: «le dejé claro, de una manera muy diferente a mi antecesor, que la época en que Estados Unidos se sometió a los actos agresivos de Rusia se acabó».
Biden se pronunció además por la liberación «inmediata y sin condiciones» del líder opositor ruso Alexei Navalny, encarcelado desde el pasado 17 de enero. «Nos preocupa mucho, a nosotros y a toda la comunidad internacional», dijo.
Casi en paralelo, el secretario de Estado de Estados Unidos, Antony Blinken, le reiteró a su par de Exteriores de Rusia, Sergei Lavrov, que la nación norteamericana actuará «firmemente» en defensa de sus intereses en respuesta a las acciones llevadas a cabo por Moscú que dañen al país o a sus aliados, según difundió la Casa Blanca.
Sobre China, a la que juzgó como el «competidor más serio» de Washington, prometió enfrentar los «abusos económicos» de Pekín y contrarrestar sus ataques a los derechos humanos y a la propiedad intelectual.
Además, el mandatario adelantó su intención de multiplicar por ocho el número de refugiados que pueden ser admitidos en Estados Unidos desde el mínimo histórico que había impuesto Trump.
Según una promesa de campaña, Biden dispuso una cuota anual de refugiados que pueden ser admitidos bajo el programa de reasentamiento en 125.000, en comparación con 15.000 para el año presupuestario actual, el más bajo desde 1980.
«Competiremos desde una posición de fuerza, trabajando con nuestros aliados y socios, renovando nuestro papel en las instituciones internacionales y reclamando nuestra credibilidad y autoridad moral», afirmó, y recalcó su aspiración de «reafirmar con éxito la diplomacia» estadounidense y la «moral» de las instituciones de política exterior» del país.
Respecto de Yemen, juzgó que la guerra «debe acabar», por lo que retirará el respaldo de Washington a la ofensiva de Arabia Saudita contra los rebeldes hutíes y suspenderá la venta de armas.
«Para subrayar nuestro compromiso, estamos terminando todo apoyo estadounidense a las operaciones ofensivas en la guerra en Yemen, incluyendo la venta de armas», insistió, y advirtió que el conflicto yemení constituye «una guerra que ha creado una catástrofe humana y estratégica», aunque aclaró que EEUU seguirá «ayudando» a Arabia Saudita.
Las fuerzas leales al Gobierno yemení, encabezado por Abdo Rabbu Mansur Hadi y apoyado por Arabia Saudita, y los rebeldes hutíes, respaldados por Irán, combaten desde fines de 2014, en una guerra que ahora se considera un conflicto de poder entre las dos principales potencias rivales de la región y que generó la mayor crisis humanitaria mundial.
Actualmente, casi el 80 por ciento de la población, unos 24 millones de personas, necesitan asistencia en el país, donde hay más de 20 millones en inseguridad alimentaria.
Por otra parte, instó a los militares de Myanmar a «renunciar al poder» que ocuparon esta semana por la fuerza, y los exhortó a liberar a los dirigentes y activistas detenidos tras el golpe, entre ellos la Premio Nobel de la Paz Aung San Suu Kyi.
«Los militares birmanos deben renunciar al poder que confiscaron, liberar a los activistas y funcionarios que detuvieron, levantar las restricciones a las telecomunicaciones y abstenerse de la violencia», evaluó Biden.
Reveló además que su país congeló los planes de retirar a las tropas estadounidenses desplegadas en Alemania, unos 12.000 soldados, movimiento que inició Trump.
En concreto, el secretario de Defensa, Lloyd Austin, dirigirá una «revisión de la postura de la fuerza global» y, mientras, «congelará cualquier redistribución de tropas de Alemania (…) para que nuestra huella militar esté alineada apropiadamente con nuestra política exterior y nacional», explicó.
Trump había anunciado en junio pasado que bajaría de 35.000 a 23.000 el número de soldados en Alemania, con el regreso de unos 6.400 a EEUU y la reubicación de unos 5.600 en otros países de la OTAN.
Las líneas centrales de las definiciones de Biden habían sido adelantadas un rato antes por el asesor de Seguridad Nacional de la Casa Blanca, Jake Sullivan.
La ONU salió después a celebrar la resolución de Biden, a través del vocero de la organización, Stéphane Dujarric, para quien “cualquier medida que reduzca el número de armas y la actividad militar es bienvenida y dará más esperanza a la gente de Yemen», reportó la agencia Sputnik.
Yemen está inmerso en un conflicto armado entre las fuerzas gubernamentales dirigidas por el presidente Abd Rabbuh Mansur Hadi y los rebeldes hutíes desde 2014.
Una coalición de estados liderada por Arabia Saudita lanzó una operación para apoyar al Gobierno de Hadi, reconocido internacionalmente en 2015, pero los hutíes mantienen el control sobre una parte del norte del país, incluida la capital, Sanaa.
Arabia, en tanto, reafirmó su apoyo a «una solución política global» en Yemen, informó la agencia estatal, citada a la vez por la agencia AFP.
«El reino afirmó su posición de apoyo a una solución política global de la crisis yemení, y se congratula de que Estados Unidos subraye la importancia de los esfuerzos diplomáticos» para resolverla, indicó Saudi Press Agency, sin mencionar que Estados Unidos dejaría de apoyar a la coalición militar.