Política y Economía

Isabel Perón cumple 90 años: secretos, soledad y una vida de bajo perfil en Madrid


Gobernó de julio de 1974 a marzo de 1976, cuando fue derrocada. Hoy, vive recluida en un chalet ubicado en un barrio cerrado de España.

Poco se sabe de cómo vive en la actualidad María Estela Martínez de Perón, más conocida como “Isabelita” o Isabel Perón.  La ex mandataria, que ejerció el cargo de presidenta de la Argentina desde el 1 de julio de 1974 hasta 24 de marzo de 1976, reside Madrid, donde pasa sus días de forma casi anónima junto a su chófer y su ama de llaves. Lo que sí se sabe es que este 4 de febrero cumple 90 años y lo pasará en soledad y alejada de la vida pública, lejos de aquellos turbulentos años que la expulsaron del poder tras el último golpe cívico militar.

La vida de Isabel Perón

Fue la primera presidenta interina y vicepresidenta del país, pero a pesar de haber ocupado cargos tan importantes en la historia de la política, la tercera y última esposa de Juan Domingo Perón comenzó su trayectoria profesional sobre los escenarios, lugar en el que fue acogida por el nombre artístico que la hizo famosa: Isabelita.

Nació en La Rioja en 1931 y fue la menor de seis hermanos. Descubrió su pasión por la danza a una edad temprana. Con una compañía dirigida por un bailarín cubano llamado Joe Herald, recorrió los escenarios de Latinoamérica hasta llegar a Caracas en 1955. En el cabaret Pasapoga, la “sala de fiestas más famosa del mundo”, Isabel conoció a Perón, que vivía exiliado tras ser derrocado del poder por Eduardo Lonardi con la implantación de la Revolución Libertadora. Otras versiones de este encuentro sitúan su primer encuentro en Panamá ese mismo año.

Tras recorrer diferentes países de América Latina, la pareja emigró a España, donde se casaron en 1961 tras seis años de convivencia. Isabelita, mujer mundana con amplios conocimientos de música, danza y francés, era presentada por el general como su secretaria. Junto a ella regresó Perón en 1973 al país después de 18 años de exilio y después de que Héctor Cámpora les abriera el camino.

La compañera de fórmula de Perón

Ese mismo año, Perón triunfó en las elecciones presidenciales y se impuso por tercera vez como jefe de Estado, siendo su mujer la candidata a la vicepresidencia. La idea de tener a Isabelita como compañera de fórmula no convecía ni al propio Perón, pero uno de sus máximos colaboradores le indicó: “General, si usted quiere, votamos una escoba”, haciéndole entender que a nadie le importaba quién ocupara la vicepresidencia.

La historia cuenta que Perón no eligió a Isabel como vice por convicción. De hecho, fue ella quien se propuso: “Mire, general”, le dijo. “A usted lo han engañado siempre con los votos; Frondizi le hizo votar su fórmula y después lo traicionó; Lanusse le quiso comprar el voto; siempre lo traicionaron. La única persona que no lo va a traicionar soy yo, así que yo creo que tengo que ser la compañera de usted en su fórmula”.

La campaña fue breve y dominada por la preocupación del peronismo por su máximo líder: el anciano general, muy enfermo desde su regreso al país, pero estaba empecinado en volver al poder únicamente por los votos. Isabel consiguió cerca del 62% de los votos para el segundo cargo del gobierno, un puesto estratégico e importante por el momento debido al grave estado de salud de su marido, quien pronto tendría que delegar su puesto en otra persona.

La fórmula Perón-Perón asumió el gobierno el 12 de octubre de 1973 y por primera vez el gobierno argentino estuvo en manos de un matrimonio, el sueño cumplido de los seguidores de Evita, aunque encarnado en otra mujer. Raúl Lastiri, presidente interino tras las renuncias de Cámpora y del vicepresidente Vicente Solano Lima, entregó la banda presidencial a Perón en el Salón Blanco de la Casa Rosada.

La vicepresidencia de Isabelita casi no existió. Según relató Gustavo Caraballo, entonces secretario general de la Presidencia, “ella nunca fue al Senado”. Otro exfuncionario recordó: “No iba al Senado, ella juró y no ejerció ninguna tarea legislativa en cuanto a ver que saliera una ley. Eso lo hacía el vicepresidente del Senado o los presidentes de los bloques…”

Otro testigo, José Antonio Allende, recordó: “Ella, incluso, no conocía a todos los senadores, nunca fue al bloque”. A partir de noviembre de 1973, la salud de Perón no hizo más que empeorar, un estado que se ocultó a la sociedad. Pocos volvieron a verlo en pie. Isabelita asumió el máximo cargo ejecutivo de forma interina.

632 días de caos

Perón murió el 1 de julio de 1974 en una Argentina paralizada por la política y preocupada por su futuro. La viuda ascendió a su cargo como presidenta de la nación mientras las nubes negras se acumulaban sobre la Nación. Isabelita no gozaba del carisma de Eva: “es fría como una estatua de mármol”, dijo José López Rega, ministro del Bienestar Social, a quien le atribuían un romance con la nueva mandataria.

Con nula experiencia política, Isabelita gobernó durante 632 días de irregularidades, caos y violencia: “Nunca pensé que gobernar sería tan difícil”, se lamentó unos días después de los extraordinarios funerales de Perón. Isabelita se apoyó ciegamente en López Rega, quien fomentó el auge de la Alianza Anticomunista Argentina o “Triple A”.

La censura, el secuestro, la tortura y los asesinatos fueron frecuentes en esta formación impulsada por ‘El Brujo’, apodo que recibió por el profundo interés que sentía por los ritos esotéricos y en los que presuntamente participaba ella.

Muchos años después, de regreso al país durante la presidencia de Menem, la propia Isabel se encargó de explicar que nunca había sido controlada por el ‘Brujo’ López Rega: “Yo parezco una mujer manejable, pero el general Perón siempre decía a la gente ‘Ustedes creen que a Isabelita se la puede manejar fácilmente. Yo que soy un hombre que he dirigido tantos hombres por ser militar, nuca pude manejarla’”, reflexionó.

La vida de Isabel Perón en el exilio

Derrocada por los militares el 24 de marzo de 1976, la viuda de Perón quedó detenida hasta 1981 en la Patagonia. Bajo custodia militar, dicen que intentó suicidarse antes de poder exiliarse en España. Desde entonces, pocas veces pudo volver a la Argentina, y en los años 80 y 90 incluso deslizó a la prensa que podía volver a participar en la política.

En 1983 vino para felicitar a Raúl Alfonsín por su elección, y el mandatario radical la honró con un decreto que pretendía «lograr la unión de todos los argentinos»: la eximió del pago de US$ 9 millones de dólares que se le cobraban por haberse apropiado de los fondos públicos de una recaudación solidaria y derivados a una cuenta personal.

Con Néstor Kirchner en la presidencia, se reabrió el caso en la que se acusaba a Isabelita de los crímenes contra la humanidad producidos durante su mandato y su relación con la Triple A.

En 2007, la Justicia pidió su captura por la desaparición de un estudiante un mes antes del golpe de Estado. Un año más tarde, se consideró que sus crímenes no son de lesa humanidad y ya habían prescrito por haberse cometido hace más de 30 años. Así, la viuda de Perón, quedó desvinculada de dichos delitos y nunca fue extraditada al país del que fue presidenta.

Hoy, vive recluida un chalet ubicado en un barrio cerrado a 32 kilómetros de la capital ibérica. Su casa, según contó años atrás la periodista Hebe Schmidt para la agencia Télam, es de 250 metros y tiene tres plantas, con un jardín de casi 50 metros de fondo que, si bien no figura a su nombre en los registros de catastro, «es de su propiedad».

Allí habita confinada, en compañía de una mujer que la cuida y la acompaña, y de un chofer, que conduce un Audi A6 gris y suele trasladarla por el pueblo y, en otros tiempos lejanos, por las calles de Madrid.