Ayer, en conferencia de prensa, Biden anunció que Washington compraría 200 millones de dosis adicionales de vacunas de los laboratorios Pfizer y Moderna para acelerar el proceso de vacunación
En un nuevo gesto de diferenciación de la administración de Donad Trump, el nuevo Gobierno de Estados Unidos presentó hoy y puso a disposición de la prensa a su equipo de científicos, al que garantizó independencia, en un encuentro virtual que sinceró la situación del país respecto del coronavirus, al punto que se estimaron otras 90.000 muertes en un mes y se admitió que ya no hay reserva de vacunas.
Se trató de una reunión informativa con la que la gestión del presidente demócrata Joe Biden trató de despejar dudas sobre los trabajos en torno a la pandemia, el plan de vacunación y las restricciones para enfrentar la enfermedad, que ya dejó en el país más de 425.000 muertos.
En el equipo que respondió preguntas estuvieron el coordinador de la administración Biden para la respuesta a una pandemia, Jeff Zients, y su adjunto, Andy Slavitt; Anthony Fauci, principal experto en enfermedades infecciosas del país; Marcella Nunez-Smith, titular del grupo de trabajo de igualdad Covid-19, y la directora de los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades, Rochelle Walensky.
«La Casa Blanca respeta y seguirá a la ciencia, y los científicos hablarán de forma independiente», remarcó Slavitt, en una de las definiciones que mayor distancia marcó con el Ejecutivo de Trump.
Zients, en tanto, insistió en que el Gobierno ya no tiene una reserva de vacunas para distribuir y explicó que por eso el Ejecutivo estaba examinando “formas adicionales de acelerar la producción” del inmunizador.
Ayer, en conferencia de prensa, Biden anunció que Washington compraría 200 millones de dosis adicionales de vacunas de los laboratorios Pfizer y Moderna para acelerar el proceso de vacunación y que de esa manera podría inocular a 300 millones de personas para el final del verano.
Funcionario de la gestión del expresidente Barack Obama, Zients reclamó celeridad al Congreso para aprobar el llamado «Plan de rescate” de Biden, que incluye destinar 400.000 millones de dólares a medidas puntuales de control del virus.
Reseñó además que el Departamento de Salud se movió para que haya más profesionales disponibles para administrar las vacunas, y por eso se autorizará a enfermeras y médicos jubilados tomar parte del plan, y que los profesionales con licencia en un estado también podrán aplicar inyecciones en otros.
A su turno, Fauci reconoció que existen “motivos de preocupación” ante la posibilidad de que las vacunas no sean efectivas ante nuevas variantes del coronavirus identificadas en distintas partes del mundo, pero confió en que los científicos tienen “opciones de ajustes para mantener la eficacia” de los tratamientos.
Admitió, sí, un temor particular por la llamada variante sudafricana, porque las pruebas de laboratorio mostraron que puede disminuir el poder protector de las vacunas aprobadas hasta hoy.
Walensky, la nueva directora de los CDC, fue la encargada del pronóstico más sombrío, al revelar que los relevamientos de su agencia indican que Estados Unidos llegará a entre 479.000 y 514.000 muertes por coronavirus para el 20 de febrero.
Las nuevas reuniones informativas, que serán tres veces por semana y comenzaron a una semana exacta de la jura de Biden, buscan mostrar un giro absoluto al enfoque de Trump sobre el brote, lo que el mismo Biden dejó en claro en su conferencia de ayer: «Estamos trayendo de vuelta a los profesionales para que hablen sobre Covid sin adornos», remarcó. Y agregó: “estamos dejando que la ciencia hable de nuevo».
Desde el estallido de la pandemia, Trump ocupó el centro del escenario, primero minimizando las consecuencias, después cuestionando las restricciones de algunos países, exhibiéndose sin protección en varios actos públicos y hasta procurando que los expertos en salud pública no hablaran, a medida que las cifras de contagiados y fallecidos se agravaban.
La nueva política abierta con la conferencia virtual de hoy coincidió con una reapertura, tímida todavía, de algunas actividades en los estados, a partir de la mejora en algunos números.
Aunque la incipiente flexibilización puede hacer subir los casos, los expertos en salud dicen que puede funcionar si se hace de manera controlada y con los mismos dos principios que el mundo puso en marcha: el uso de barbijos y el distanciamiento social.
En Michigan los bares y restaurantes podrán recibir a sus clientes en el interior desde la próxima semana por primera vez en dos meses y medio, aunque al 25% de su capacidad, mientras Chicago y sus alrededores ya permitieron ese paso el fin de semana.
Además, atracciones culturales, como el Museo Field y el Acuario Shedd, reabrieron con límites de gente.
Washington DC también puso fin recientemente a su prohibición de comer adentro durante un mes, pero la medida sigue vigente en Nueva York.
En California se levantó esta semana la orden de quedarse en casa que se impuso el mes pasado cuando los hospitales estaban abarrotados de pacientes.