Por Diego Añaños
Joe Biden asumió la semana pasada como el cuadragésimo sexto presidente de los EEUU. Sin dudas, que su asunción genera una gran expectativa alrededor del mundo, no es necesario explicar las razones, creo, pero algunas singularidades sin dudas se destacan: la diversidad de su gabinete, el hecho de estar acompañado por una vicepresidenta negra, ser el presidente de más edad en asumir el cargo, etc. Sin embargo, lo que más destaca es su llamado a la UNIDAD de los norteamericanos. No caben dudas de que la apelación a la unión siempre viste un discurso, y nunca está de más, pero en este momento particular de la los historia de los EEUU no es un condimento meramente ceremonial. Nunca antes la sociedad norteamericana estuvo tan polarizada, nunca antes la grieta fue tan profunda, y eso genera mucha preocupación en la dirigencia. Hoy Biden asume con grandes desafíos, como la recuperación económica post pandemia o la guerra comercial con China, pero lo hace desde una posición de relativa comodidad, si es que existe algo así en la política. No sólo cuenta con la legitimidad de origen y la luna de miel que acompaña los primeros tiempos de los recién electos, sino que el Partido Demócrata conservó la mayoría en la Cámara de Representantes. La Cámara de Senadores muestra un empate de cincuenta legisladores por bando, y Kamala Harris, como presidenta del Senado, tiene el voto de oro para desempatar cualquier votación.
En ese contexto habrá cosas que cambiarán y otras que permanecerán inalterables. Pero veamos qué implicancias podría tener para la Argentina el comienzo de una nueva gestión. Desde un punto de vista comercial, la Argentina no representa un socio estratégico para los EEUU, sólo un 0,4% de sus exportaciones y un 0,15% de sus importaciones. No debajo del 1, sino debajo del medio por ciento. Si lo miramos desde nuestro país las cosas cambian drásticamente, ya que los EEUU son nuestro tercer socio comercial después de China y Brasil. Basta recordar el cimbronazo que produjo cuando en agosto de 2017 el gobierno de Donald Trump decidió imponer aranceles del 57% al biodiesel argentino, produciendo la pérdida de un mercado de U$S1.300 millones. No fue el único caso durante la gestión del republicano que produjo grandes pérdidas a nuestro país en productos como limones, acero y aluminio. Queda claro que la política comercial de Joe Biden será fundamental para nuestro país, pero es muy difícil que se produzcan cambios importantes. Seguramente las tensiones producto de las enraizadas relaciones comerciales con China estarán al frente de la mesa de negociación de cualquier acuerdo con el país del norte.
No es un hecho menor, ya que Argentina va a necesitar del apoyo de los EEUU en la renegociación del acuerdo con el FMI y el Club de París. Joe Biden aún no se ha expresado al respecto, por lo que estamos ante un enigma. Algunos especulan con que la figura de Bolsonaro, aparentemente refractaria al triunfo demócrata, podría favorecer un acercamiento de los EEUU a nuestro país, pero hoy por hoy son sólo especulaciones. También se cita la influencia que el Papa Francisco podría tener sobre un católico practicante como Biden a la hora de facilitar las negociaciones con el organismo.
Es probable que la administración Biden reactive la participación de los EEUU en los foros multilaterales que Trump ignoró, vació de contenido o directamente abandonó, como bien consigna Marcelo Falak en una nota publicada en Ámbito Financiero. Pero todavía no está muy claro si Biden tendrá tiempo de dedicarse a abrirse al mundo cuando la crisis interna le demandará casi todas sus energías.
Los cambios vendrán seguramente en la economía interna. Se espera que, como dice Pablo Kornblun, que Biden hará lo que hace siempre un demócrata cuando sucede a un conservador. En síntesis, lo que haría cualquier keynesiano, esto es, lanzar un gran paquete de estímulo económico para salir de la recesión, tal y como lo hizo Barak Obama en luego de la crisis de 2008/2009. Las medidas anunciadas, y que requieren aplicación inmediata por la emergencia sanitaria, equivalen a casi el 9% del PBI norteamericano, U$S 1,9 billones. El programa proyecta aumentar el salario mínimo, un incremento en los subsidios para los desempleados, apoyos económicos directos para ciudadanos afectados por el Covid y asistencia a pequeñas y medianas empresas. Paralelamente, el equipo de Biden estuvo trabajando durante la campaña en un plan bautizado “reconstruir mejor”, destinado a impulsar la industria estadounidense y la creación de 5 millones de empleos, mediante la compra de productos locales. Según versiones en los próximos días se darán a conocer los detalles, pero se estima que la inversión será de aproximadamente U$S700.000 millones.
Finalmente, es conocido el énfasis puesto por el nuevo presidente en la importancia estratégica del desarrollo de infraestructura, la innovación tecnológica, y fundamentalmente las energías limpias, por lo grandes expectativas están centradas en la vuelta de lo EEUU al Acuerdo de París.