Todo comenzó en 1986, luego de que el empresario y creativo estadounidense Kevin Zaborney notó que, según diferentes estadísticas, había muchas personas que solo se abrazaban "por obligación".
Este 21 de enero se celebra el Día Internacional del Abrazo, el cual tiene como objetivo permitir que las personas se expresen con libertad y otorguen muestras de cariño a los familiares y amigos, aunque en esta ocasión se impone el distanciamiento a causa de la pandemia de coronavirus.
¿Cuál es su origen? Todo comenzó en 1986, luego de que el empresario y creativo estadounidense Kevin Zaborney notó que, según diferentes estadísticas, había muchas personas que solo se abrazaban «por obligación».
Numerosos investigadores llegaron a la conclusión de que el abrazo perfecto debe durar, como mínimo, 20 segundos.
Reduce los niveles de estrés y tensión
Cuando abrazamos a una persona liberamos oxitocina, disminuyendo de esta forma la producción de cortisol y adrenalina, hormonas que se emiten en altas concentraciones cuando nos encontramos bajo una situación estresante. Abrazar y ser abrazado nos une y nos relaja ofreciéndonos una sensación de paz, tranquilidad y seguridad.
Aumenta la autoestima y mejora el estado de ánimo
Además de la oxitocina, los abrazos liberan serotonina y dopamina, generando una gran sensación de bienestar y felicidad. Asociado a esto, también se mejora la autoestima, por lo que aumenta el buen estado de ánimo y energía. Abrazar es regalar felicidad.
Es una terapia rejuvenecedora natural
Otro de los grandes beneficios de los abrazos es que estimulan la oxigenación del organismo, algo que ayuda a prolongar la vida de las células y, por tanto, prevenir el envejecimiento prematuro. Además, tampoco debemos olvidar que los abrazos fortalecen el sistema inmunitario al favorecer la creación de glóbulos blancos, las células encargadas de combatir infecciones y enfermedades.
Reduce el riesgo de padecer demencia
Abrazar relaja, nos aporta tranquilidad, seguridad y confianza, disminuye el estrés, relaja los músculos y nos hace sentir bien. Todo esto, a su vez, contribuye a reducir el riesgo de padecer demencia.
Disminuye la presión arterial
Los abrazos activan unos receptores en la piel denominados corpúsculos de Pacini, que son los encargados de enviar las señales al cerebro reduciendo de esta manera la presión arterial.