"Los chicos buscan otra cosa. Está claro que hay un factor generacional más allá de la pandemia", indicaron a CLG referentes del sector
Cuando se decretó el confinamiento, allá por el 20 de marzo del 2020, se propuso 15 días estrictos. Ante esto los argentinos idealizaron sus días y avizoraron «tener más tiempo» para leer, lo que se manifestó en compras de libros. Luego, las autoridades decidieron extender ese periodo y la merma en la actividad de las librerías se notó.
La preocupación en las casas de libros se centró en el «falso» contacto con los clientes que dejaron de recorrer estanterías para volcar sus preguntas a la virtualidad. Además, una problemática que tiene varios años, los textos por web comenzaron a circular con mayor disposición.
En este contexto, CLG recorrió librerías de Rosario que expusieron su trabajo en pandemia.
El primero marcó un 2020 «positivo«, pero de todas formas advirtió que «los precios del libro papel están muy caros y eso hace que la gente se vaya a lo virtual«. También lo planteó como una cuestión generacional: «Los chicos buscan otra cosa».
Por eso, y con el coronavirus de por medio, se adaptaron y buscaron salidas vía Instagram o Facebook, ya que «hay menos gente en la calle y el local tiende a tener menos circulación».
Por otra parte, una mujer expuso que la venta el año pasado cayó un 50% y que sin la temporada escolar «fue complicado«.
«Nos aniquiló«, sostuvo y, si bien destacó que las ventas en la primera semana de cuarentena fue buena, agregó que «a medida que se estiró (el confinamiento) la gente no tuvo dinero y bajaron las ventas» por no ser un producto de primera necesidad.
Para la librera «siempre» hay gente que lee y el material digital «viene de hace años«, por eso relacionó la magra actividad a la pandemia.
Por último, contó que frente a la crisis económica «hubo tiradas más cortas y menos novedades editoriales», eso se replicó en menos ventas.
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