Este domingo 10 de enero, Jorge Cupeiro, uno de los mejores pilotos de la década del sesenta, murió y entre sus grandes gestas está conducir el Torino Nº 2 en las "La Maratón de la Ruta"
En 1969 se corrieron las 84 horas de Nürburgring, en Alemania, comunmente llamada «La Maratón de la Ruta», una carrera que apasionó a Mario Suárez y a su hijo Francisco por la proeza de Torino. Allí hubo tres coches de esta marca, uno de ellos, el Nº 3, conducido por Juan Manuel Fangio y que está en el museo del mejor corredor argentino de todos los tiempos. Los otros dos volvieron de Europa y estuvieron más de 35 años «ocultos».
El Nº 1 apareció en 2006 y el Nº 2 era una incógnita hasta 2019 cuando Francisco le confió a Infobae que estaba refaccionando a ese coche, con una historia digna de un fanático.
En aquella carrera, el auto fue conducido por Jorge Cupeiro (quien murió hoy a los 83 años), Gastón Perkins y Eduardo Rodríguez Canedo y luego quedó en el olvido.
Francisco justamente comenzó en 2009 un proceso de búsqueda de esa «reliquia» del automovilismo argentino. Primero ubicó al auto en San Juan, un señor de apellido Palma que le compró el auto a Eduardo Copello, quien había recibido de IKA-Renault ese Torino.
Palma lo compró para correr en el Grupo 2 del Anexo J (categoría Turismo Nacional). “Lo busqué -contó Francisco- a Palma por la guía telefónica y lo encontré. Lo llamé y me contó que en 1972 el coche se lo vendió a otro sanjuanino de apellido De los Ríos para correr también en Anexo J. Hablando con Palma le hice preguntas claves para saber si el coche era el de Nürburgring. Le pregunté por el tanque de nafta y me dijo ‘que era de 140 litros’, como los que armaba Heriberto Pronello (preparador de Torino en el TC junto a Oreste Berta). Luego cómo era la jaula y me respondió que ‘era abulonada’, algo importante. La caja de cambios, me indicó que ‘era una 242’, como las que usaban los Torinos de competición. Le consulté por la patente si era municipal de la Ciudad de Córdoba, que era con la que habían corrido en Alemania. Me dijo que ‘cuando lo compró tenía patente nacional Provincia de Córdoba’. Igual me dio el número de la patente”, relató.
Con la patente fue al registro del automotor y con los resultados pudo corroborar lo dicho por Palma y que tras la tenencia del hombre sanjuanino recayó en un propietario de Santa Fe y luego dos más. El último en comprarlo también habló con Francisco. «Lo compró en 1987, cuando hablé me contó que en 1990 se lo había prestado a su hijo quien lo chocó. Luego el auto fue a parar a un taller donde lo desarmaron y lo empezaron a vender por partes. La caja, frenos y butacas fueron a parar a diferentes camionetas”, agregó.
Lejos de frustrarlo comenzó a buscar parte por parte, ubicó la carrocería en un pueblo cercano a Rafaela y el tanque de nafta en Chaco.
“Allí empezamos con la restauración que duró dos años. Mi papá se puso en contacto con el dueño del Torino 1 quien también estaba restaurando su auto e iniciamos los arreglos en conjunto. También se hicieron trabajos sobre el Torino 3 que estaba mal pintado desde el año 1991. Era un blanco reflectante y lo pintamos con el color blanco que corresponde”, comentó.
Francisco aseguró que todo lo que se gastó para recuperar el Torino Nº 2 fue «pasión» y que no tienen «un monto de todo» el presupuesto ejecutado. «Sí puedo contar que era coleccionista de juguetes antiguos y los vendí a todos para poder comprar repuestos para arreglar el Torino”, contó entre risas.
En ese momento, reflexionó sobre el Nº 2 y dijo ver en el auto «la capacidad y el poder de la industrial nacional de la época, todo hecho en la Argentina. Y fuimos a competir a Europa y de alguna manera ganamos. Fue una patriada, todos los que fueron lo hicieron Ad Honorem”.
“Nosotros tenemos el auto, pero esto es propiedad de todos los argentinos”, repite Mario, el papá de Francisco. “Este Torino es como el sable de San Martín, es un patrimonio histórico nacional”, exgeró Francisco.
Este domingo 10 de enero, Jorge Cupeiro, uno de los mejores pilotos de la década del sesenta, murió. El Gallego sufría una dura enfermedad y tenía 83 años. Fue uno de los mejores pilotos de su época donde logró 41 victorias en todas las categorías que corrió, entre ellas el Turismo Carretera donde corrió el mítico Chevitú, uno de los autos que cambió la historia de la categoría. También integró la Misión Argentina con los Torino en Nürburgring.