Se trata de Maximiliano Trimarchi, quien es empleado del abogado Matías Morla y para los investigadores fue "un fantasma que estuvo en la casa pero nadie mencionó al declarar en el expediente"
Los fiscales que investigan las circunstancias de la muerte de Diego Armando Maradona peritarán el próximo lunes el teléfono celular secuestrado al chofer que trabajaba para el «10» y que el día del fallecimiento estaba presente en el country San Andrés de Tigre, informaron hoy fuentes judiciales.
Se trata del iPhone 8 que el martes pasado le fue secuestrado a Maximiliano Trimarchi, en su domicilio allanado en el barrio porteño de Villa Urquiza.
El peritaje se realizará a las 8.30 en la sede de la Fiscalía General de San Isidro, en la calle Acassuso 476, con el UFED (Dispositivo Universal de Extracción Forense, según sus siglas en inglés), el mismo aparato con el que se extrajo toda la información de los cuatro celulares secuestrados a los médicos investigados, Leopoldo Luque y Agustina Cosachov.
Trimarchi (44) es empleado del abogado Matías Morla y su función era ser un chofer a disposición de Maradona, no solo para trasladar personas, sino también todo tipo de mercadería y logística.
Este hombre además es hermano del abogado Marcelo Trimarchi, socio de Morla, y de Andrea Verónica Trimarchi, la contadora del exfutbolista y de Sattvica SA, la sociedad que tiene la explotación de las marcas comerciales «Maradona», «El 10», «La Mano de Dios», «El Diego» y «Diegol», entre otras.
Los fiscales Patricio Ferrari, Cosme Iribarren y Laura Capra decidieron allanar su domicilio y secuestrar su celular luego de establecer por videos de cámaras de seguridad y registros de los ingresos y egresos al country que aquel 25 de noviembre, Trimarchi había ingresado a las 11.44 con un Ford Focus a nombre de Morla y estaba en la casa del lote 45 cuando se produjo el deceso de Maradona, sin que nadie lo hubiera reportado.
Para los investigadores judiciales, Trimarchi fue «un fantasma» que estuvo en la casa pero nadie mencionó al declarar en el expediente.
Desde el entorno de Morla explicaron en su momento a Télam que ese día a Trimarchi le tocó trasladar hasta el country San Andrés a la psiquiatra Cosachov y al psicólogo Carlos Díaz, para la visita de estos profesionales al «10» y que si no le tomaron los datos fue por una falencia de la policía o los funcionarios judiciales que llegaron luego al country.
Incluso, explicaron que el día del hecho, como no había espacio en los patrulleros, Trimarchi le hizo de chofer a la policía para llevar en su auto a declarar a la psiquiatra, el psicólogo y la enfermera a la fiscalía de Benavídez.
Al análisis de los teléfonos también se suma el peritaje que el martes pasado se inició en la sede de la Policía Judicial de La Plata a seis computadoras y tablets que fueron secuestradas a Luque y Cosachov.
La idea es poder extraer toda la información referida a los tratamientos médicos de Maradona contenida en los celulares, las PC y tablets secuestradas, así como también las comunicaciones y mensajes que hayan tenido las personas investigadas sobre los momentos previos, concomitantes y posteriores al deceso del «10».
Fuentes judiciales indicaron a Télam que en estos días también se espera que llegue a la Fiscalía General de San Isidro el informe sobre los estudios toxicológicos e histopatológicos realizados sobre la orina, la sangre y los órganos de Maradona, como análisis complementarios a la autopsia.
Maradona, la mayor figura de la historia del fútbol mundial, murió a los 60 años el 25 de noviembre pasado al mediodía, en una casa que su familia había alquilado en el barrio privado San Andrés de Tigre, a dos semanas de su externación de la Clínica Olivos, donde había sido sometido a una neurocirugía por un hematoma subdural en el cerebro.
La autopsia determinó que el «10» murió como consecuencia de un «edema agudo de pulmón secundario a una insuficiencia cardíaca crónica reagudizada» y descubrieron en su corazón una «miocardiopatía dilatada».
La investigación del equipo de fiscales creado por decisión del fiscal general de San Isidro, John Broyad, se centra en tres ejes principales: si hubo negligencia médica y por lo tanto un eventual «homicidio culposo», quién tuvo responsabilidades sobre ese posible delito y si la muerte de Maradona se pudo haber evitado.