El actor regresará a los escenarios marplatenses con "El Equilibrista", la obra que se quedó el año pasado con el Estrella de Mar de Oro
Ocho meses después de que la llegada del coronavirus lo obligara a levantar funciones extra programadas en Mar del Plata, Mauricio Dayub volvió esta semana a la ciudad balnearia para ultimar detalles de cara al regreso a la Costa Atlántica del unipersonal «El Equilibrista», en el marco de una temporada atípica en la que el actor y director considera que «las propuestas relacionadas con el arte y el entretenimiento cobran una dimensión más profunda».
«Espero que sea una temporada solidaria en todo sentido. Ojalá entre todos podamos armar la mejor temporada posible en medio de esta pandemia, que es un poco como la posguerra: es reconstruir de nuevo», dijo en una entrevista con Télam Dayub, quien desde el 26 de diciembre regresará a los escenarios marplatenses con la obra que el último verano se quedó con el Estrella de Mar de Oro.
Tras el reestreno de «El Equilibrista» el último 21 de noviembre en la sala Chacarerean de la Ciudad de Buenos Aires, el desembarco en la localidad balnearia será en el Teatro Mar del Plata (avenida Luro 2335), que con su capacidad para más de mil espectadores facilitará la aplicación de los protocolos provinciales, que limitan al 30 por ciento el aforo en el marco de la pandemia.
Télam: ¿Cómo atravesó este parate de ocho meses sin funciones?
Mauricio Dayub: Me pasó lo mismo que a la gente. Empecé a escuchar al público, a los espectadores que extrañaban. Empecé a escuchar pedidos a través de las redes sociales de cuándo iba a volver y si lo iba a hacer a través de las plataformas. Y me empecé a dar cuenta de que lo mismo que le pasaba al público me pasaba a mí. Yo hacía el espectáculo en la terraza una vez por semana para mantenerlo, y después ya no me bastaba la terraza. Empecé a sentir que necesitaba el escenario, el público.
T: ¿Extrañaba el trabajo o el cara a cara con el público?
MD: Me di cuenta de que era una necesidad más allá de lo laboral. Había algo un poco vocacional y otro poco vital. Me daba cuenta de que esa palabra «esencial» tenía mucho que ver esto. Cómo no va a hacer esencial el arte, si nos habla de nuestra propia vida, de nuestro recorrido. «El Equilibrista» habla de la finitud de la vida, de la juventud, de lo que nos lega la sangre. Y son todas cosas que al suprimirlas durante tantos meses, uno las empieza a necesitar.
T: ¿El espectador e incluso el artista son la misma persona que antes de la pandemia?
MD: Yo creo que para todos se ha puesto de manifiesto la fragilidad de la vida. En ningún año hemos tenido tantas muertes cercanas tan continuas, sin parar. Llegó un momento que parecía que nos acostumbrábamos a la muerte. Y eso hace reflexionar acerca de la propia vida. Y con las cosas que uno elige hacer creo que ahora uno las hace con mucho más sentido y más profundidad, porque advertimos que por cualquier motivo podríamos dejar de hacerlas.
T: ¿El arte puede funcionar como un salvavidas después de tanto padecimiento?
MD: Yo creo que se revaloriza mucho todo. Incluso las propuestas relacionadas con el arte y el entretenimiento cobran una dimensión más profunda, menos viciada, menos superflua. Creo que todo lo que podemos hacer por el otro ganó densidad. Y se entiende mucho más ahora lo que es la unión del que viene a buscar lo que uno va a ofrecer, y que entre todos nos tenemos que tratar de llevar la mejor parte. Ojalá ese sea el pensamiento de la mayoría y que en ese sentido la pandemia nos deje ese aprendizaje, y que podamos empezar a vivir en un mundo un poco mejor que el que teníamos.
T: ¿Cree que la temporada va permitir a la escena artística volver a ponerse de pie?
MD: En realidad, yo oscilo. Antes de irme a dormir creo que todo va a ir bien y que la temporada le va a dar pie a la nueva vida de todos, y después me despierto a la madrugada pensando que en la Argentina nunca se puede intuir lo que va a pasar, y que esto no solo nos llegó a nosotros, sino a todo el mundo. Y entonces me pongo mucho más cauteloso. Voy día a día. En estos días se analiza cómo fue el fin de semana largo, augurando lo que podría pasar, y a mí me sale decir «vamos a esperar, con calma». Porque está siendo todo tan dinámico, tan cambiante y tan shockeante, que nos sorprende todo el tiempo la realidad. Creo que no es buen momento para vaticinar nada. Solo espero que sea una temporada solidaria en todo sentido. Ojalá entre todos podamos armar la mejor temporada posible en el medio de esta pandemia, que es un poco como la posguerra: es reconstruir de nuevo.
T: ¿Cómo impacta el hecho de adaptarse a los protocolos?
MD: Más allá de mi rol de mi productor, y de evaluar riesgos, yo estoy acá básicamente por una cuestión vocacional. Por la misma razón que hago funciones en mi sala para muy pocas personas. No miro para nada la planilla económica: necesito volver yo. Esta vida diaria de hacer función y de compartir las historias que construyo con la gente es una necesidad personal. Por esta razón, vengo a lo que sea, para los espectadores que se animen. Y voy a hacer un poco lo que hice desde el estreno, que es ir a demanda. Voy poniendo las funciones, y si a la gente le interesa voy agregando: si están, yo estoy.